Tercera edición del festival más punki de España. El Infierno Festival nos ha dejado los pelos despeinados y la voz gastada de tanto gritar, pero con el mejor de los comienzos del verano. La Vendición es experta en montar fiestas y lleva años demostrándolo, esto no ha sido una excepción.
Desde que Fernando Gálvez Gómez (a.k.a Yung Beef) fundara La Vendición Records en 2015, hay una serie de valores que identifican claramente a su empresa. En primer lugar, el espíritu pirata que dirige la filosofía del sello, que evita la afiliación con mayors y se cuida de deals con marcas multimillonarias. En segundo, una verdadera vocación por lo local, lo underground. En especial si está ligado a la música de minorías o de la calle, aunque convive también con otros proyectos y admite variedad. 
Dejando esto en claro, Infierno Festival es una representación coherente de este emblema. Hablamos de entradas que incluso en reventa seguían encontrándose a treinta y cinco o cuarenta euros, y que favorecen la asistencia de un público muy joven, incluso con la mayoría de edad recién cumplida y con menos medios económicos. El ánimo de lucro no prima, prima la cultura. Desde aquí, un llamamiento a muchos festivales que venden sus tickets por frioleras como doscientos euros, y que terminan por estigmatizar la música para (hablando claro) pijos que puedan pagarlo. Ah, y nada de marcas ni empresas. Únicamente Tattoox fue la única invitada aparte de los propios puestos de merch y comida del fest.
También es remarcable la ubicación del evento: Salobreña, alejada de las capitales culturales habituales y residencia habitual de Yung Beef. Otra gran ventaja del emplazamiento fue la proximidad del propio estudio de La Vendición, donde muchos de los músicos del cartel han acudido estos días y donde ya se generaron grandes éxitos en ediciones pasadas.
Y ahora sí, a la chica. Del primer día destacamos a Ben Yart trepándose a andamios, dando el show increíble que solo él sabe dar. También elogiamos el regaño que dio al público en el que les explicaba divertido que él cantaría “los temas que quiera cantar, sino sal tú a dar el concierto”. Buen rollo, todos sabemos que Ben Yart nació para sernos sincero (Sin-Cero, como su disco, ¿pilláis?).
Acto seguido tuvimos que repartirnos para poder ir a ver a Lorna y a Kaydy Cain a la vez, siendo que los dos ofrecieron un maravilloso concierto donde el reggaeton con letras que beben del rap son las protagonistas. Lorna, además, presentó un tema inédito junto a Metrika, Lip Combo, que nos morimos por escuchar en vivo.
Cerramos la noche con Albany, Pablo Chill-e (que hasta subió a su madre al escenario) y a los protagonistas de la edición: La Mafia del Amor. El anunciadísimo retorno de la banda que revolucionó el reggaeton en España era uno de los reclamos más interesantes del cartel, y no defraudó. Es importante entender que la mayoría de los asistentes nunca habían podido asistir a un concierto de La Mafia cuando se encontraban en activo. Una experiencia irrepetible cargada de éxitos como Chapiadora o Independiente, acompañada del show en vivo de modelos de contenido erótico.
El segundo día lo comenzamos con Metrika y el conci de Cookin Soul junto a Mucho Muchacho. Una oportunidad única que esperamos no os hayáis perdido, y es que el emblemático productor de temas como Beef Boy, Cookin Hardala o Pink Floyd reside en Ámsterdam, y aún menos habitual es ver a Mucho Mu, a quien por cierto vimos muy colega de Teo Lucadamo. ¿Tramarán algo?
Israel Fernández fue una de las grandes sorpresas en el anuncio del cartel, y no tuvo miedo en traer a toda su banda y su arte a un cartel lleno de trap. Otros que también sorprendieron fueron Los Yakis, y mucho. La agrupación puso a bailar rumba con salsa a todos, raxets y modernos incluidos. Un concierto que se coronó como uno de los tres mejores del festival y que habla de la versatilidad de gustos de La Vendición.
De ahí, volando a Pedro LaDroga. El sevillano presentó algunos de sus temas más conocidos con remixes nuevos. Hubo alguno un poco confundido entre el público, pero resultó refrescante y también un buen movimiento para adaptar temas más chill a una vibra más club. A los platos, JJ Sunday, el abogado más famoso de la escena.
El turno siguiente fue de Sticky y su habitual plataforma con forma de cama-corazón, con Royce Rolo como DJ. No tardamos en volver a escuchar Diablo de nuevo, y es que Sticky fue uno de los primeros invitados de Yung Beef durante su show. El de Beef fue un concierto imponente, muy emotivo pero corto. La reciente entrevista publicada sobre la situación de salud del artista generaba verdadera expectación entre todos los asistentes. De corazón, animamos a Fernando a continuar este camino nuevo (pero con un poco menos de playback, porfa).
YoungChimi y Bogueto pusieron la despedida a uno de los eventos claros del año. Gangsters de Puerto Rico y gangsters de CDMX que ofrecieron la mejor representación del reggaeton de cada uno de sus países, aunque el de Chimi más mezclado con trap. Nos morimos de ganas de ver qué temas saldrán como secuela de todo esto. Ah, y de volver el año que viene. De eso también nos morimos de ganas.
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