Cualquier película de terror con el sello de Stephen King genera grandes expectativas, y El mono no iba a ser la excepción. En esta ocasión, Osgood Perkins (Longlegs, 2024) regresa con otra adaptación del popular escritor, aunque con un tono menos serio y mucho más divertido. A partir del 21 de febrero, se puede ver en la gran pantalla.
La película se sumerge de lleno en ese subgénero que oscila entre el humor negro y el terror, aunque claramente se inclina más hacia lo primero. El resultado es un festival de muertes tan bizarras como impactantes, con varias escenas de tensión bien ubicadas, pero que, sin embargo, nunca llegan a integrarse satisfactoriamente.
Basada en la novela corta homónima de King, la premisa es sencilla pero efectiva: dos hermanos gemelos, Hal y Bill Shelburn (Theo James), encuentran un antiguo mono de juguete que perteneció a su padre. Pronto descubren que no es un objeto común, ya que cada vez que el mono hace sonar su tambor, alguien cercano muere de forma brutal. Tras haber creído durante veinticinco años que se habían deshecho de él, las muertes vuelven a repetirse.
La película sabe perfectamente a qué público va dirigida y, si disfrutas los baños de sangre absurdos, eres uno de ellos. Si bien no todos los chistes o muertes funcionan, en parte porque hacia el final se sienten algo repetitivos, logra ser divertida e incluso provocar alguna carcajada inesperada. Sin embargo, si lo que te atrajo fue el terror (tanto de Stephen King como del director, que el año pasado conquistó a la crítica y a la audiencia con su sutil pero oscura película Longlegs), puede que no sea lo que esperas.
Salvo por algunas escenas de tensión y un par de jump scares, la película nunca consigue generar un verdadero miedo. El propio mono, después de la primera media hora, pierde gran parte de su presencia y se convierte en un mero MacGuffin que mueve la trama y justifica las muertes. De hecho, esa primera parte resulta ser la más interesante y la que mejor logra generar nerviosismo, especialmente gracias a la doble interpretación de Christian Convery como los jóvenes Hal y Bill.