A David Verdaguer siempre lo vemos en proyectos con una gran acogida tanto por parte de la industria como del público. Este año ha ganado el Goya, el Gaudí y el Forqué a Mejor Actor por Saben aquell, pero el intérprete catalán ya está en lo siguiente. A partir del 1 de mayo, lo podemos volver a ver en la gran pantalla encarnando a José en La casa, el segundo largometraje de Álex Montoya, basado en la novela gráfica homónima de Paco Roca (que ganó un Premio Eisner en 2020).
El film se alzó con con los galardones a Mejor Guion, Mejor Música y el Premio del Público en el Festival de Málaga de este año, y ahora llega a las salas comerciales tras cosechar un gran éxito entre la crítica. En La casa vemos cómo tres hermanos (interpretados por Óscar de la Fuente, Lorena López y David Verdaguer) se enfrentan a una difícil decisión: qué hacer con la casa familiar donde crecieron ahora que su padre ha fallecido. Con situaciones personales diferentes, cada uno aboga por una solución diferente. “Creo que en realidad a todos les paso lo mismo, y es que los espacios tienen memoria. A todos les pasa algo similar: se enfrentan al recuerdo. Aquella casa ha sido un lugar muy importante de sus vidas”, nos dice David en esta entrevista.
Para conocer más acerca del film y su personaje, hoy hablamos con David sobre La casa pero también sobre libros, los oficios de actor y escritor, el cine como reflejo de la realidad y futuros proyectos.
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Tu personaje se dedica al oficio de escribir. ¿Qué libros, aparte del cómic homónimo de Paco Roca en el cual se inspira la película, te han ayudado en la construcción del personaje?
Soy un poco el rarito de los libros, tengo muchos, es tal vez lo que más me gusta. Pero no te sabría decir, no trabajo como actor desde ahí. A veces sí que hay algún referente o copias algo de algún personaje de alguna película, pero no lo es en el caso de La casa; no me he inspirado en ninguna otra novela. Sí que creo que consumir cultura, ir al teatro, al cine o leer libros, siempre te hará mejor como persona, y seguramente también como actor. No me he inspirado en ningún libro, pero sí que creo que cualquier libro o forma de cultura nos va bien para coger ideas, o simplemente para estar más receptivos o preparados con nuestro trabajo. En este sentido, ya no es el catalán triste que siempre hago, sino que es el valenciano triste, he mejorado (risas). Y, por otro lado, creo es un personaje que se entiende perfectamente. José es un tío atrevido, no como su hermano mayor, que decide dedicarse a la literatura y le va más o menos bien pero vive más en el mundo de las ideas y en realidad le cuesta enfrentarse a la vida. Y esto nos pasa a menudo a los que nos dedicamos a este tipo de profesiones, que a veces nos cuesta.
¿Sobre qué le gustaría escribir en este momento a David Verdaguer?
¿Sabes qué? Siempre he tenido ganas. En algún Sant Jordi, alguna editorial, cuando era más joven, a lo mejor hace ya diez años, me dijeron: tú que sales en la tele a lo mejor podríamos publicar algo juntos, para aprovechar el tirón mediático. Y yo siempre me negué porque me parece un oficio muy difícil, que no es el mío y que admiro mucho, y como me gusta leer, pues entonces no. Lo veía como una forma de intrusismo. Pero últimamente me apetece muchísimo escribir cosas.
Había escrito mucho de joven, como aquel que busca escribir con tal de vomitar todas sus mierdas; no un ‘querido diario’ pero sí explicar cosas. Me gustaría mucho hacer un libro más de autoficción o alguna cosa así. Me encantaría. Pasa que creo que no tengo talento para hacerlo. Sí que creo que tengo cosas que decir y un discurso propio, no soy un pazguate, pero me faltan la disciplina que tienen los escritores y la soledad de la cual disponen para hacerlo. Ahora que me he hecho colega del Trueba y somos amigos, me doy cuenta de que es un trabajo muy, muy difícil.
La película, más allá del recuerdo familiar del padre, habla de la venta de segundas residencias en la zona del Levante. ¿Cómo crees que transita cada hermano la idea principal de la obra, que es qué hacer con la casa?
Es muy interesante. La hermana (Lorena López) se cuestiona convertirla en una casa rural, pero realmente quiere venderla para ampliar el restaurante, es decir, su negocio. Al hermano mayor (Oscar de La Fuente) la vida le va un poco regular y le iría bien el dinero, quiere venderla. Y en el caso de José (mi personaje), a quien le va bien económicamente en la vida, quiere quedársela. Yo creo que en realidad a todos les paso lo mismo, y es que los espacios tienen memoria. A todos les pasa algo similar: se enfrentan al recuerdo. Aquella casa ha sido un lugar muy importante de sus vidas y ahora es un sueño que creó especialmente su padre para ellos.
Yo tengo una abuela ahora que vive con mis padres (es la única abuela que me queda). Cuando me llegó el guion de la película, ella tenía que irse de su casa, en Banyoles, y nos topamos un poco con esto. La casa se tenía que vender y se vendió, y lo hizo por un precio un poco más alto de lo que costó en su día (así es todo). El dinero se lo quedó mi abuela. Pero yo aquí en mi piso tengo objetos de ella, me quedé con una cuchara de madera y una cosa feísima que te enseñaré, que me traía muchísimos recuerdos de mi infancia. También tengo el árbol de navidad puesto, pero eso ya es otro tema.
Volviendo a la pregunta, creo que los tres hermanos se enfrentan como pueden, que es como la gente se enfrenta a la vida. Siempre hay una dualidad entre el romanticismo y el pragmatismo. Todo acaba siendo lo mismo. Todo acaba siendo una lucha entre lo que se supone que debes hacer y lo que es más práctico hacer. Yo creo que pasa con las relaciones, también con el trabajo, que a veces haces películas por dinero y otras, por amor al arte. Pienso que los tres hermanos se enfrentan con esta dualidad, y es algo muy bonito del guion. El cine es como un gran espejo donde en realidad te estás viendo a ti mismo todo el rato, más que ver una película, es una cosa muy curiosa.
Tu personaje quiere es padre pero el de tu pareja, Olivia Molina, no.
Correcto, muy bien visto. José quiere ser padre y su pareja no. Esto se ve por ejemplo entre hermanos. El mayor y yo nos tenemos envidia mutua. Es quien me inspira para escribir, quien me dejaba los libros de pequeño. De los dos era realmente Vicente el que escribía mejor, pero no tuvo valor para enfrentarse a ser escritor y lo acabé siendo yo. Él envidia ciertamente una parte de mi vida, de lo que yo he decidido que quiero hacer y tener un oficio tan vocacional.
Mi personaje (José), en cambio, envidia de alguna forma el hecho de que Vicente tenga una hija y una familia, mientras que él no. Esto se evidencia en una escena de estas donde hay una comida familiar con muchísima tensión.
En resumen, uno tiene lo que el otro anhela y viceversa. Yo creo que esa es la clave de la relación. Hay un momento muy bonito en el que Vicente dice: es nuestra hija. Y yo me quedo con la palabra en la boca.
Tal vez sea ese el aprendizaje de José. Por cierto, ¿en qué proyectos te podemos ver ahora mismo?
Pues ahora estoy abogando por hacer mucho teatro. He estado hasta hace unos días en La Villarroel  con una obra de teatro que se llama Elling. Cansa mucho per es muy bonita de hacer. Y después, no sé si esto se puede decir ya, pero tengo una serie agendada con TV3 que hacía mucho tiempo ya que no rodaba nada para ellos. También me han confirmado otra obra en el Teatre Lliure, un gran título. Un gran clásico. Que tampoco puedo desvelar todavía, pero tengo muchas ganas.
¿Hacia dónde te gustaría caminar?
 Mi carrera camina hacia dónde quieran los dioses. Sigo haciendo teatro, que es lo que más tranquilidad me da, en el sentido de que me permite estar en Barcelona. Me gusta pasar tiempo con mi hija y tener tiempo para mí. Soy un tipo bastante de costumbres, me gusta estar en mi casa; no soy un gran aventurero.
Pero por otro lado, si puedo elegir o me siguen eligiendo para hacer películas que más o menos me gusten, también seguiré haciendo cine. Hay una película de cara al año que viene que, si todo va bien, también se hará. También he participado en una película de animación grabando voces, tengo muchas ganas de hacer doblaje para este tipo de proyectos. Intentaré seguir teniendo la suerte de dedicarme a esta profesión, tal y como llevo haciendo desde los diecinueve o veinte años, e ir haciendo poco a poco, pero no tengo ninguna prisa.
También me encantaría comprarme un piso, pero es algo imposible, vivo de alquiler (cómo la gran mayoría supongo). Pero poco a poco. Camino con calma e intento elegir lo que me gusta, he tenido mucha suerte en ello porque hoy en día, puedo elegir bastante.
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