Ha vivido en tres continentes, ha cantado en inglés y en español y no ha dudado en sacar tiempo para explorar otras disciplinas creativas como el cine y la moda. Desde que decidiese apostar de lleno por su carrera musical con tan solo 18 años, mudándose a Nueva York para perseguir su sueño de ser artista, Cintia Lund no ha dejado de experimentar y retarse a sí misma. “Ahí fue donde dejé de tener vergüenza y me solté el cabello”, comenta al referirse a la Gran Manzana, epicentro de sus primeros conciertos en salas.
La artista de raíces canarias y suecas encuentra en las peculiaridades de cada cultura, como el fenómeno fan imperante en China o la seriedad y disciplina escandinavas, un preciado tesoro cargado de inspiración. Y en la improvisación, llegando incluso a recurrir a Tinder en busca de ayuda para grabar un videoclip. Perteneciente a la nueva cantera indie, la autora de Red Velvet y musa de la firma de sastrería García Madrid nos descubre ahora su último trabajo Aquí en Madrid.
Naciste en Canarias, te criaste en Estocolmo y te mudaste a Nueva York en cuanto cumpliste la mayoría de edad. ¿Con qué país te sientes más identificada? ¿Dirías que eres una 'ciudadana del mundo'?
Sí, diría que soy una ciudadana del mundo. He vivido en grandes ciudades y he podido comparar. Nací en Las Palmas de Gran Canaria y cuando era un bebé, mis padres se mudaron a Suecia. Concretamente, a la quinta ciudad más grande del país, Örebro. Me crié entre Canarias y Suecia. Cuando cumplí 18 años y tenía que elegir qué estudiar, no elegí nada. Me aventuré, me fui a Nueva York a perseguir la música. Allí estuve con un visado de estudiante y mientras estudiaba inglés, comencé a componer mis primeros temas. Cuando se me acabó el visado, podía haber vuelto a España, pero sentía la necesidad de reconectar con mis raíces suecas. En ese momento, España estaba en crisis y Suecia me podría ofrecer más cosas. Volví a Orebrö, acabé mudándome a Estocolmo, y estuve allí los tres años previos a mudarme a Madrid.
¿Qué te ha aportado cada lugar?
Nueva York me ha convertido en una persona dura, es una ciudad agresiva en la que prima la inmediatez. Cuando te salen oportunidades estás muy arriba, pero cuando te trata mal puedes estar en la absoluta miseria; es puro cemento. De Canarias, me quedo con lo contrario: la calma, el disfrute, la tranquilidad. Estocolmo me ha aportado la disciplina, la seriedad en los proyectos y no decir las cosas porque sí. Y Madrid, la calidez, la espontaneidad.
Algunos artistas sintieron la necesidad de expresarse a través de la música desde muy pequeños. Otros llegaron a ella sin darse apenas cuenta. ¿A cuál de los dos grupos perteneces?
En mi caso, la música siempre estuvo ahí. Me subí a mi primer escenario en un festival típico de mi pueblo, Cruce de Arinaga, cuando tenía 7 años y estaba recién llegada de Suecia. Ya por aquel entonces sentía atracción por la música, sabía que había algo que me gustaba. Me di cuenta de mi vocación y de mi gusto por la música, pero siempre lo veía como algo muy lejano.
Viviste en Nueva York tres años. Y confiesas que fue allí donde, además de convertirte en una persona dura, desarrollaste tu personalidad artística, la cual trasciende de la música a la moda, el arte y el cine. ¿Qué supuso esta ciudad para ti en términos creativos? ¿Por qué fue tan importante?
Nueva York tiene mucha importancia porque mi primer álbum se llama New York Anthem. Todas las canciones las fui componiendo a medida que pasaba el tiempo. Empecé en La Gran Manzana, mientras daba mis primeros conciertos en salas. Ahí fue donde dejé de tener vergüenza, me fui soltando, empecé a experimentar con el vestuario y a tocar distintos instrumentos, me solté el cabello. Posteriormente, ya en Suecia, desarrollé la grabación del álbum.
Folk, dream pop, indie pop… ¿Cómo definirías tu música? ¿Te sientes identificada con algún género musical concreto?
Prefiero que sea la gente quien defina mi sonido. Yo hago la música pensando en algo personal y cada cual lo interpreta como quiere. Me considero una artista indie, alternativa. En los últimos tiempos, se han referido a mi trabajo como synth pop, y me siento identificada con el término. Me estoy dirigiendo hacia un sonido más específico, añadiendo toques más electrónicos. Me apetece hacer que la gente baile, pero no descarto hacer alguna balada.
Ya en tus primeros videoclips como Coney Island se advertía un evidente gusto por el cine; una disciplina a la que recurres asiduamente. Tu último videoclip Aquí en Madrid, plagado de referencias a las películas y la estética de Almodóvar, así lo demuestra. ¿Cuál es tu género favorito? ¿Qué te aporta el cine?
Te voy a contar una anécdota curiosa del vídeo de Coney Island. Yo ya tenía la canción y sabía que la quería grabar allí, ya que tengo un romanticismo friki con este lugar. Fue uno de los primeros parques de atracciones del mundo y tiene algo mágico, no sé qué es. En la canción narro precisamente lo libre que me siento cuando estoy allí. A la hora de plantear el vídeo, me encontré con un problema. No tenía a nadie con quien grabarlo, estaba sola en Nueva York en ese momento. Fue entonces cuando decidí abrirme Tinder y poner en la descripción: “Estoy buscando a alguien con quien ir a grabar a Coney Island”. A un chico le gustó la idea y nos fuimos para allá. Paramos en una tienda vintage donde arrasé con los vestuarios y nos fuimos a improvisar. Al final, me salió ese vídeo; y todo grabado con un iPhone. En cuanto a mis géneros favoritos, me encanta el cine español. En mi top cinco están Isabel Coixet, Carlos Saura, Alejandro Amenábar, Félix Sabroso y, efectivamente, Pedro Almodóvar.
Háblanos del equipo que te acompaña, en el que siempre figura Fernando Diez-Cabeza. ¿Sueles trabajar con la misma gente, o varías en función del proyecto en cuestión?
Depende, algunos vídeos los hemos grabado en Nueva York, otros en Málaga y otros en Madrid. No hemos podido utilizar el mismo equipo porque hemos estado moviéndonos por distintos sitios. Pero aquí en Madrid, ya hemos podido empezar a definir la gente con la que queremos trabajar. Fernando y yo siempre compartimos la idea original del vídeo. Él es muy original y tiene una mente brillante.
Has pasado varios meses en Shanghai, grabando algunos de tus últimos vídeos y componiendo nuevos temas. ¿Qué te llevo allí? ¿Cómo fue la experiencia y qué fue lo que más te sorprendió del gigante asiático?
Me dieron una beca el pasado 2019 a través del programa Swatch Art Peace Hotel, una iniciativa destinada a creadores. Estaban interesados en mi trabajo y pasé allí cuatro meses. Durante este tiempo, experimenté con el videoarte y seguí haciendo música. Acabé creando una pieza en la que documenté la ciudad centrándome en todo aquello que me llamaba la atención: el tráfico, la ropa tendida en la calle… Se me llegó a pasar por la cabeza quedarme allí porque me estaba emocionando demasiado con la escena musical. Me encantaba el fenómeno fan que había, la admiración que sentían por la cultura occidental. Conciertos llenos, todo el mundo sacándose fotos… Había cierto romanticismo en todo ello.
Ámsterdam, Milán, Nueva York, Madrid, has actuado en infinidad de ciudades. ¿Qué ciudad te gustaría conquistar próximamente?
Tokio me llama mucho la atención, y siempre he tenido una espinita clavada con México y Argentina. Buenos Aires es una ciudad a la que tengo que ir antes de morir.
Guíame, uno de tus últimos singles, constituye tu primera aproximación al castellano en términos musicales. ¿La música te ha guiado, en cierta manera, a cantar en español?
Componía en inglés porque había estado viviendo en Nueva York y había aprendido el idioma allí. Al no ser mi lengua materna, había cosas en concreto que me llamaban la atención a la hora de escribir; me resultaba más fácil. Mi carrera acabó asentándose en Madrid, y al ver la escena, me di cuenta de que necesitaba que la gente me entendiera cuando contaba mis historias. No fue algo impuesto porque a mí me apetecía. El próximo álbum, Aquí en Madrid, quiero que sea todo en español. Pero el inglés siempre estará allí.
Estás desvelando los singles de tu próximo trabajo poco a poco, evitando que vean la luz al mismo tiempo coincidiendo con el lanzamiento del disco. ¿A qué responde esta decisión?
Ya con la experiencia de haber sacado todo junto, sé que tiene sus cosas buenas y sus cosas malas. Sacar un álbum de golpe te da la excusa para tocar en determinados sitios, pero a la vez se pierde un poco la música. La gente no se pone a escuchar el álbum entero, pero si lo sacas poco a poco dándole protagonismo a cada canción, se saborea más. Es una forma de hacer más ruido y el factor novedad lo veo importante. Además, ahora hay muchas más colaboraciones. Me gusta que nos podamos ayudar unos a otros.
Tu último single habla de Madrid. De su gente, de sus bares y de sus calles. ¿Cómo ha sido grabar Aquí en Madrid en una ciudad desierta por el confinamiento?
En cuanto a las ubicaciones, tuvimos que ir sitio por sitio a preguntar si era factible rodar o no. Estuvimos muy pendientes del cartel de Schweppes en Gran Vía, y nos encontramos con otras dificultades. El vídeo se rodó en tres días, dos jornadas en julio y una en agosto para retomar lo que nos quedaba y hacer las últimas tomas en Casa Amadeo, 'Los Caracoles’, localización de la escena final.
Concedes especial importancia al vesturario, sobre todo a los trajes, incluso has colaborado con Gucci en varias ocasiones. ¿Qué significa para ti la moda y qué papel juega en tu trabajo?
No sigo la moda, soy más bien de marcar tendencia. No me gusta seguir la moda porque me parece que al final todo el mundo va igual. Me siento muy cómoda con pantalones y con botas, abuso mucho de ir en traje; los trajes a medida de García Madrid se han convertido en mi uniforme de trabajo. Me considero una persona un poco andrógina, pero no considero que vestir de traje sea masculino. Pienso que uno se tiene que distinguir cuando va a hacer un show, forma parte de tu personalidad. Me gusta el color-blocking y la combinación rojo-rosa. Me encanta Ágatha Ruíz de la Prada y, evidentemente, Gucci.
Con García Madrid mantienes una relación que trasciende lo laboral. Cantas en sus desfiles, vistes con sus trajes y te has convertido en su musa por excelencia. ¿Cómo es tu relación con la firma madrileña?
Ya somos como un tándem artístico. Todo surgió porque contaron conmigo para un desfile que hicieron en la discoteca Cocó en 2017. Me hicieron un traje blanco a medida y desfilé para ellos, además de cantar. Al año siguiente, hicimos el debut de Hook. Y ahora he cantado por primera vez mi último single, Aquí en Madrid, en su presentación durante la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid. Hemos ido colaborando, haciendo patrones conjuntamente y acaban de abrir su línea de mujer, algo en lo que siempre les había insistido. Son muy buenos para los trajes y tienen muy buen gusto. Ellos siempre cuentan conmigo y yo siempre cuento con ellos.
¿Qué música estás escuchando en este momento?
Ahora mismo estoy obsesionada con la canción de Coco, de Paco Clavel. Le vi el otro día en directo, me escuché toda su discografía y me quedo con este tema. Lo tengo en bucle.
¿Hay algún artista con el que te gustaría colaborar?
Me gustaría colaborar con Hidrogenesse, creo que podría salir algo muy interesante. Ahora estoy colaborando con Papaya, componiendo un tema súper especial que sacaremos próximamente.
¿Qué nos puedes adelantar acerca de tus próximos proyectos?
La próxima canción que voy a sacar se titula La bola de cristal. Mis planes a corto plazo son rodar el video de este nuevo tema, editarlo y sacarlo a la luz. Vamos paso por paso. La meta es tener el álbum, pero lo próximo es eso.