Cecilia Renard se define como una “fotógrafa enamorada de lo bello que anda y viaja acompañada de su cámara”. Licenciarse en publicidad le fue útil, pero no tanto para descubrir el camino que quería seguir en la vida –que también, gracias al sitio donde le tocó hacer prácticas–, sino precisamente para saber cuál quería evitar: el de la teoría. Ahora, viaja por el mundo –aunque siempre con una parada especial en la idílica isla de Menorca, su casa–, y captura los sentidos para trascender el mundo visual.
Te licenciaste en Publicidad y Relaciones Públicas pero tienes una página web de fotografía donde muestras tus viajes y tus proyectos tanto personales como profesionales. ¿Cómo surgió ese interés por la fotografía? ¿Ha sido siempre una de tus pasiones o con el tiempo se ha ido convirtiendo en una de ellas?
Desde joven estuve interesada por la imagen y lo estético y, como muchas personas, a la hora de elegir estudios, pensé que tener una formación universitaria me aportaría una base y conocimientos para mejorar y crecer. Después de acabar una licenciatura de cinco años me di cuenta que me equivocaba y que ese título (que nunca llegué a recoger) significaba bien poco. Eso sí, doy gracias a las prácticas de fin de carrera en un estudio muy especial de Madrid, donde me di cuenta que lo mío era la práctica y no la teoría. Me dieron rienda suelta con la fotografía y ahí comencé a verla no solo como una pasión si no como una profesión.
Menorca, además de ser tu hogar, también parece ser uno de tus lugares favoritos y tu sitio de inspiración. ¿Dirías que la isla te ha ayudado a marcar tu esencia como artista y a desarrollar tu estilo?
Totalmente. En un lugar así no puedo evitar no inmortalizar cada momento vivido. Creo que inspiraría a cualquier a artista. Me enamoran su esencia, su naturaleza, su simplicidad, pulcritud, su luz y sus colores. Además, me siento unida de pies a cabeza a esta isla que tanto me ha dado, que tanto me mima, una isla que significa hogar y amor para mí.
La mayoría de tus fotografías están hechas con formato de 35mm, ¿qué tiene de especial para ti este film que destaca tanto en tus obras? ¿Qué opinas del formato digital?
Me encanta el romanticismo del film. Los colores y las texturas fueron, son y serán totalmente diferentes a las del formato digital. Además, me he convertido en una ‘capta-momentos’; no me gusta ir cargada de equipo ni pasar horas retocando hasta llegar a algo poco natural. Yo busco un disparo simple, mínimo pero delicioso.
En tu trabajo se refleja mucha personalidad. ¿Podrías confesarnos algunos de tus procesos técnicos? Por ejemplo, ¿eres de esas personas que revelan sus fotografías ellas mismas? ¿Te gusta tenerlo tú bajo control de principio a fin (tomar la foto, revelarla, escanearla, editarla, etc.)?
Muchas gracias. La verdad es que aunque me suelo caracterizar por ello (tener todo bajo control), no me puedo permitir revelar yo misma –por varias razones–, por lo que lo envío a laboratorios especializados. Recientemente sí he empezado con mis propias digitalizaciones del negativo. Invierto mucho tiempo últimamente en ese proceso, haciendo sobre todo correcciones de color, ya que para mí es de lo más importante –más que conseguir una super nitidez o un encuadre muy perfecto. Es sacrificado pero lo disfruto mucho, y me gusta pensar que estoy consiguiendo una armonía entre mis fotografías.
Tu contenido se complementa con historias muy íntimas, naturales y cotidianas. ¿Qué buscas transmitir?
Simplemente me gusta trasmitir lo que para mí es bello. No sé qué es lo que busco pero disfruto haciéndolo. Justamente para mí lo bello es lo natural, lo cotidiano y, muchas veces, lo íntimo.
Vemos que te gusta viajar: Italia, Argentina, Nueva Zelanda, China, Sri Lanka y México han sido algunos de tus destinos. ¿Qué es lo que te hace más feliz de un viaje? ¿Hay algún país que destacarías por encima del resto?
He tenido la suerte de viajar mucho, muchísimo, coger muchos aviones, compartir muchas charlas y me siento muy afortunada. Lo que más me apasiona y destacaría son mis ganas –últimamente– por descubrir los países por carretera. En mi opinión, es la clave para encontrar la esencia de los lugares y, perdiéndote, puedes encontrar las mejores maravillas. Imposible destacar solo un país, aunque siendo mucho amor por Argentina, la tierra de mi mamá.
¿En qué consiste para ti viajar?
Diría que vivo mis viajes como si fueran romances. Los lugares me impresionan, me enamoran y yo intento dejarme llevar lo máximo que puedo, disfrutando con cada uno de mis sentidos: observando mucho, comiendo mucho y desconectando mucho.
¿Recuerdas alguna experiencia remarcable (por graciosa, o grave, o curiosa, etc.) de tus viajes?
Justamente he recordado el primer viaje largo que hice con mi hermano y su pareja. Cruzamos de norte a sur la Argentina (y vuelta) durante un solo mes. Al planearlo, creé muchas expectativas. A medida que iban pasando los días, me di cuenta que si no me relajaba, no podría disfrutar de las maravillas vividas. Decidí abandonar la misión de crear el reportaje de road trip más maravilloso del mundo y pude disfrutar de mucha calma y plenitud durante muchos momentos conmigo misma en la parte trasera del coche. Viví ese viaje para mí, para nadie más, y creo que fue un momento importante que me hizo crecer.
Los paisajes, el mar, la playa, las calles, los mercados. Está claro que te gustan los exteriores y capturar los sitios que te rodean y a los que vas. ¿De dónde surge esa motivación? ¿Cómo captas esa magia tan única de los lugares? ¿Cuándo te das cuenta de que es el lugar y el momento perfecto para disparar?
Para mí, la clave es la luz natural, el juego entre las luces y sombras y la armonía entre elementos. Creo que esto es por lo que mi fotografía destaca y se caracteriza.
Tus proyectos personales son muy variados, sin embargo, me ha llamado la atención la mezcla de sentidos –tacto, vista, sabor, olfato– que se desprenden de algunas de tus series como Touch o Mercados. ¿Qué significan para ti estos temas especialmente? ¿Relacionas tu fotografía con los sentidos, con lo experiencial, para atravesar lo puramente visual?
Sí, exacto. Como te decía antes, me dejo llevar mucho por los sentidos. Me gustaría crear más proyectos personales, pero inconscientemente puedo llegar a recolectar series con un hilo conductor claro, de manera natural, capturando cosas que me apasionan, como las manos o la comida en todos sus formatos.
¿Tienes otra idea, otro proyecto o destino pendiente de ahora hacia delante que te haga ilusión contarnos?
Tengo ganas de sacar a la luz el único gran proyecto personal que he realizado. Fue en un lugar mágico llamado Pocoapoco, en Oaxaca, donde realicé una residencia de arte en mis últimos meses viviendo en México. Gracias a la colaboración de muchas personas, quiero dar forma a este proyecto y compartir tantas historias bonitas que vivi allá. Este invierno seguro que vuelvo de visita, y también a Argentina –entre otros posibles destinos. Además, tengo muchas ideas en mente, proyectos bonitos en torno a la imagen con gente a la que aprecio mucho. Pero siempre, siempre siendo fiel a mi estilo y ética, y esperando nunca dejar de crear.