En el 2018 nació en Barcelona una de las pocas revistas de creación literaria de nuestro país: Carn de Cap. Gestada en la escuela de literatura, pensamiento y escritura Escola Bloom, esta revista de publicación anual nació con el objetivo de ser un proyecto editorial de creación interdisciplinario, en el que además de autorxs participan fotógrafxs y diseñadorxs. Hablamos con uno de sus editores, el escritor Borja Bagunyà, sobre el proyecto Carn de Cap y el concepto creativo del siguiente número, que coedita junto a la poeta Míriam Cano, con la que también codirige l’Escola Bloom.
Carn de Cap es una revista de creación literaria pero, sin embargo, el proyecto se define por tener un diseño completamente diferente, tanto conceptual como estéticamente, en cada número. ¿Cómo se explica eso?
Sí, uno de los rasgos que definen Carn de Cap es que no es una revista que replica un mismo formato, una misma idea. Al contrario: cada número responde a un concepto distinto, que puede ser un tema, una propuesta de intervención artística, un trabajo de crítica o de pensamiento… Y cada concepto supone rediseñar completamente la revista. Puede estar encuadernada o no, tener uno u otro tamaño. O, como en el número 2, tomar la forma de una caja de cartón industrial llena de textos diseñados como fanzines. La idea es que el diseño de Estudio Bicoté, que son dos mujeres increíblemente talentosas, de cada número es una pieza adicional del número, no un mero vehículo. O sea que sí, partimos de una idea interdisciplinar, donde lo ‘literario’ es un punto de partida.
También hay algo que está en el nombre mismo de la revista. Desde el primer momento quisimos escapar de esta cosa cuqui-flufi de los nombres de las revistas, que son siempre cosas efímeras y leves. Carn de Cap nos pareció un giro materialista guay, un modo de reivindicar el fundamento material del mundo, y no solo sus ideas y sus discursos.
También hay algo que está en el nombre mismo de la revista. Desde el primer momento quisimos escapar de esta cosa cuqui-flufi de los nombres de las revistas, que son siempre cosas efímeras y leves. Carn de Cap nos pareció un giro materialista guay, un modo de reivindicar el fundamento material del mundo, y no solo sus ideas y sus discursos.
¿Deberíamos decir entonces que la definición de 'revista de creación literaria' debería ser más amplia?
Bueno, para nosotros la ‘creación literaria’ siempre implica la reflexión crítica, por ejemplo. O una dimensión filosófica. O sea, es inconcebible que un escritor contemporáneo se alimente solo de literatura. Más que nunca, estamos atravesados de todas las disciplinas, de fotografía, de cine, de crítica cultural, de música, de televisión, de redes, de vídeos… Creemos que es natural que una revista de creación literaria incorpore y admita esta naturaleza multidisciplinar de la palabra, de la narrativa.
En cada número, por ejemplo, participa un fotógrafo. El diseño mismo de la revista es una pieza de creación. Y no descartamos ningún tipo de lenguaje ni de interacción entre lenguajes. En el tercer número, por ejemplo, publicamos una colaboración de Aleix Plademunt y mía, con fotografía térmica.
Cada número gira en torno a un concepto, a partir del cual se desarrollan las propuestas de creación. Sin embargo, en cada número hay un texto que es la palabra del editor/a y un epílogo. ¿No creéis que eso resta a un proyecto transversal entre distintas disciplinas, tal y como lo habéis definido, y más bien caleidoscópico?
¡No tiene por qué restar! En realidad, si hay dos palabras de editor es, por un lado, porque es una revista bicéfala, y queremos que se visibilice. Por el otro, porque los dos editores somos escritores, de modo que nos pareció interesante que uno escribiera un prólogo más orientado a la presentación del número, y el otro contribuyera con una pieza propia. También porque nos interesa trabajar el género del prólogo y el epílogo más allá de las presentaciones típicas y el tono clásico de exposición de comisario artístico y llevarlo a otros lados.
Una idea que queremos explorar es la de trabajar con editores invitados, en la línea del guest editor anglosajona, para números específicos o conceptos específicos. Lo que hizo Adam Thirlwell en McSweeney’s, por ejemplo, nos parece ejemplar. Y un modo de tensar esta idea del prólogo como contribución. En Carn de Cap, ¡todo son piezas!
Una idea que queremos explorar es la de trabajar con editores invitados, en la línea del guest editor anglosajona, para números específicos o conceptos específicos. Lo que hizo Adam Thirlwell en McSweeney’s, por ejemplo, nos parece ejemplar. Y un modo de tensar esta idea del prólogo como contribución. En Carn de Cap, ¡todo son piezas!
Vuestra revista, que nace en la escuela de pensamiento y literatura Escola Bloom, ubicada en Barcelona, es bilingüe. Encontramos autores como Max Besora o Victor García Tur, y autoras tan reconocidas como Cristina Morales y Lana Bastašić. ¿Cómo entendéis esta posición respecto al sistema literario y al sistema editorial?
Vuelve a ser algo muy natural, porque la revista es una revista de Barcelona, que quiere ser extremadamente barcelonesa, y en Barcelona los dos sistemas, las dos lenguas, conviven. Si conviven más o menos problemáticamente es otro tema. Nos parece interesante recuperar el carácter de encuentro que las revistas literarias han tenido siempre. En las páginas de revistas clásicas encontrabas de todo, amigos y enemigos compartiendo columnas, artículos, debates, respuestas y contrarrespuestas. Es fenomenal. La página de la revista era algo vivísimo, un espacio de tensiones y de diálogos, de fricciones creativas, y queremos que siga siendo eso.
Max Besora aprovechó el primer número, en el que les pedimos que reescribieran o que interviniesen un cuento fenomenal de Quim Monzó, para redactar un manifiesto de quince páginas, Manifiesto Caníbal, donde entre otras cosas defendía una política bastardizante de la lengua. En el número dos, Adrià Pujol defiende el genio de la lengua. Nos parece maravilloso, y creemos que es el sentido de una revista: que el lector pueda ver un poco del mapa interno de tensiones y de incompatibilidades estéticas de un sistema.
Max Besora aprovechó el primer número, en el que les pedimos que reescribieran o que interviniesen un cuento fenomenal de Quim Monzó, para redactar un manifiesto de quince páginas, Manifiesto Caníbal, donde entre otras cosas defendía una política bastardizante de la lengua. En el número dos, Adrià Pujol defiende el genio de la lengua. Nos parece maravilloso, y creemos que es el sentido de una revista: que el lector pueda ver un poco del mapa interno de tensiones y de incompatibilidades estéticas de un sistema.
¿Es Carn de Cap, entonces, un acto de participación y resistencia en un sistema editorial y un sistema editorial de creación artística y literaria más bien escaso, en nuestro país?
La verdad es que te vas a Londres, a Berlín o a Nueva York (sí, ya sé que no se puede comparar, blablabla…) y te encuentras con expositores llenos de revistas literarias, de creación, de crítica, de miscelánea… de todo. Hay algo de resistencia, sí, y también la necesidad de crear espacios nuevos donde pueden circular un tipo de textos que no necesariamente tienen que tomar la forma de libro y que no por eso son menos literatura.
Pienso en la función que tienen las revistas de laboratorio en vivo, de expositor de una escritura en marcha. Como aquí no hay, ni ha habido muchas revistas de creación (al menos, hasta que han aparecido Branca y Carn de Cap), el escritor que quiere publicar va directamente de lo inédito al libraco, y creo que se pierde algo, ahí, que es más tentativo, más loco a veces. Es esto lo que siempre han buscado las revistas. Y me parece fundamental separar escritura de libro (y todavía más de novela).
Pienso en McSweeney’s, que es un referente absoluto para nosotros, que empezó publicando solo textos que habían sido rechazados por otras revistas. O en Fiction, la revista que fundó Donald Barthelme y que todavía hoy sigue publicando un tipo de ficción posmoderna interesantísima. O en lo que hacen los berlineses de Fukt con la ilustración y el diseño. O en The New Yorker, que durante décadas definió un estándar de cuento norteamericano que perfeccionaron algunos grandísimos escritores como Salinger o Cheever, pero que también sirvió a otros precisamente para combatirlo y perfilar otro tipo de poética en sus márgenes. Hay algo de cerdo, en las revistas: todo se aprovecha. Pero bueno, sí, sobre todo queremos sumar.
Pienso en la función que tienen las revistas de laboratorio en vivo, de expositor de una escritura en marcha. Como aquí no hay, ni ha habido muchas revistas de creación (al menos, hasta que han aparecido Branca y Carn de Cap), el escritor que quiere publicar va directamente de lo inédito al libraco, y creo que se pierde algo, ahí, que es más tentativo, más loco a veces. Es esto lo que siempre han buscado las revistas. Y me parece fundamental separar escritura de libro (y todavía más de novela).
Pienso en McSweeney’s, que es un referente absoluto para nosotros, que empezó publicando solo textos que habían sido rechazados por otras revistas. O en Fiction, la revista que fundó Donald Barthelme y que todavía hoy sigue publicando un tipo de ficción posmoderna interesantísima. O en lo que hacen los berlineses de Fukt con la ilustración y el diseño. O en The New Yorker, que durante décadas definió un estándar de cuento norteamericano que perfeccionaron algunos grandísimos escritores como Salinger o Cheever, pero que también sirvió a otros precisamente para combatirlo y perfilar otro tipo de poética en sus márgenes. Hay algo de cerdo, en las revistas: todo se aprovecha. Pero bueno, sí, sobre todo queremos sumar.
Entiendo que organizar una revista interdisciplinaria y con la participación de tantos autorxs no debe ser tarea fácil. Para empezar, en un sentido logístico y de calendario, por no hablar de otro tipo de complicaciones que seguro que deben ocurrir durante el proceso. ¿Cómo habéis podido trabajar la preparación del siguiente número en estos tiempos de pandemia? En principio la previsión es que el número tres salga a fin de año.
No es fácil, no (risas). Siempre que tienes que coordinar una docena de autores, con prólogo y epílogo, con un diseño nuevo, correcciones, pruebas de papel, de impresión, etc. hay un elemento de locura. Que nos encanta, ¡eh! Pero la logística es complicadilla, sí, y en pandemia, pues no ha sido fácil. Aunque un montón de gente nos ha escrito pidiendo ejemplares de los dos primeros números (el primero está agotado, y el segundo va camino), por lo que hemos subido el primero en pdf y se puede conseguir en la web por casi nada.
De momento, trabajamos con la esperanza de que salga antes de que termine el 2020…, pero que si sale en enero o en febrero de 2021, tampoco sería un problema. Como sacamos un número al año, priorizamos siempre que el número salga bien a que salga deprisa. Pero estamos contentísimos con el tercer número, que tratará sobre paisajes posthumanos.
Les pedimos a lxs autorxs que imaginasen aspectos concretos de lo posthumano. Una religión posthumana, por ejemplo. O el lugar del amor o del sexo en lo posthumano. O la televisión posthumana. O sus cuerpos. Un poco, porque la idea de lo posthumano ya la tenemos más o menos integrada, pero nos faltan sus paisajes, sus concreciones cotidianas. Hemos invitado a un montón de autores que NOS ENCANTAN: Regina de Miguel, Irene Solà, Patricio Pron, Ana Llurba, Víctor García Tur, Roc Herms, Max Besora, Joan Benesiu… Estamos felicísimos, la verdad. Al final, de lo que se trata es de trabajar con autorxs que admiras y que te inspiran. Y es una suerte tremenda que, cuando les llames, te digan que sí.
De momento, trabajamos con la esperanza de que salga antes de que termine el 2020…, pero que si sale en enero o en febrero de 2021, tampoco sería un problema. Como sacamos un número al año, priorizamos siempre que el número salga bien a que salga deprisa. Pero estamos contentísimos con el tercer número, que tratará sobre paisajes posthumanos.
Les pedimos a lxs autorxs que imaginasen aspectos concretos de lo posthumano. Una religión posthumana, por ejemplo. O el lugar del amor o del sexo en lo posthumano. O la televisión posthumana. O sus cuerpos. Un poco, porque la idea de lo posthumano ya la tenemos más o menos integrada, pero nos faltan sus paisajes, sus concreciones cotidianas. Hemos invitado a un montón de autores que NOS ENCANTAN: Regina de Miguel, Irene Solà, Patricio Pron, Ana Llurba, Víctor García Tur, Roc Herms, Max Besora, Joan Benesiu… Estamos felicísimos, la verdad. Al final, de lo que se trata es de trabajar con autorxs que admiras y que te inspiran. Y es una suerte tremenda que, cuando les llames, te digan que sí.