Tras su paso por London Fashion Week, Carlota Barrera aterriza por primera vez en las pasarela de 080 Barcelona Fashion con una de las colecciones más esperadas de la edición. La especial sensibilidad de la diseñadora asturiana ha emocionado durante varios años a quienes están familiarizados con su trabajo y con la colección que hemos visto en esta edición seguro que consigue muchos seguidores más. Es la suya una propuesta enfocada en el saber hacer y en la calidad sobre la cantidad, lo que muchas veces falta en este mundo tan sobresaturado.
En su desfile cada detalle ha sido pensado para alinear la energía de los espectadores y ponerlos en sintonía con el mundo de calma y elegante sencillez al que Barrera nos tiene acostumbrados. Con una presentación musical por parte de Wekafore donde tan solo dos instrumentos y una hipnotizante voz convirtieron la pasarela en un concierto, los looks que conforman la colección Core fueron apareciendo poco a poco al compás del saxofón y el drumpad. A Carlota Barrera se la conoce por sus prendas atemporales y contemporáneas, clásicos de armario, que por sus mismas características se convierten en piezas de completa durabilidad, a prueba del paso no solo del tiempo, sino de las tendencias, y tan versátiles como para vestir a cualquiera que conecte con el valor y la sensibilidad detrás de ellas.
En Core se habla de evolución, no solo temporal sino moral. Representa una era en la que las clasificaciones y los estigmas poco a poco se están desvaneciendo, dando paso a una forma de pensar en la que la identidad es una amalgama de referencias e influencias, donde la ropa necesita adaptarse a las transformaciones que los seres humanos que las usan están atravesando. Es así como prendas en materiales técnicos y resistentes al agua, construidos en forma de capas, parkas y chaquetas, destacan en los looks, quizás queriendo representar esas prendas infaltables a la hora de emprender un viaje, ya sea al pasado, ya sea al futuro.
Los básicos sin género como las camisas blancas, los pantalones de vestir y las chaquetas sastreras han sido siempre uno de los fuertes de la firma, donde destacan no por su extravagante innovación o la complejidad de su elaboración, sino por la delicadeza con la que es evidente que fueron concebidos, con pequeños detalles confiados principalmente a la elección de tejidos de gran calidad o a la sutil transformación de los patrones que pese a su finura, saltan a la vista.
La paleta cromática se mantiene en tonos moderados, una de las características que confiere el adjetivo de atemporal a la colección, a excepción de algunos tonos de verde más vibrante que contrastan óptimamente sin llegar a sentirse fuera de lugar. El que quizás es el mayor riesgo en la colección lo vemos en camisas y en la forma que han sido deconstruidas, con juegos de cruces, layering, dobles cuellos, lazos que cruzan de un lado a otro y cut-outs que crean siluetas que solo Barrera puede lograr. Una colección que la define perfectamente y que, como su mismo nombre indica, refleja los valores que habitan el centro, el corazón de la creadora.
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