Si hay alguien que es una persona polifacética, esa es Candy Bassas. Además de formar parte del grupo musical Pretty Average es una artista visual afincada en Berlín. Dice que su obra se inspira en “la inquietud del momento histórico que estamos viviendo, un tiempo marcado por la incertidumbre e inestabilidad emocional”. Ahora presenta la exposición Les llums que ens esperen, y con ella da una vuelta de tuerca a una canción que produjo para su banda en la que las luces y la oscuridad que habitan dentro de nosotros se desdibujan por completo. “Creo que es una bonita metáfora sobre la complejidad que se entreteje en nosotros respecto al bien y al mal, como luz y sombra”, nos dice. La inauguración será mañana viernes 5 de julio en la galería ArteriA, en Barcelona.
Vivimos en una sociedad que nos ahoga. Es importante sentirnos libres, “y solo el arte nos puede dar esa libertad”, nos dicen desde ArteriA, una galería que intenta romper dogmas apostando por el arte como transformación social. También intentan alejarse un poco de lo que es en sí una galería: comprar obra y tratarla como un objeto comercial. Este año han abierto en Barcelona, aunque cuentan con artistas de Nueva York, Berlín y Brasil, y será el próximo octubre cuando peguen el salto a Madrid con su primera exposición en la ciudad titulada Trayectorias.
Desde ArteriA aseguran que la obra de Bassas es muy emocional y evocativa: “Nos gusta mucho su forma de pintar la luz, que es un tema que nos llama mucho la atención tanto en la vida cotidiana como en la vida espiritual”. Pero, ante todo, desde la galería defienden el concepto de belleza. “Lo que buscamos en nuestros artistas es la exploración de la belleza, cada cuál tiene su estética pero siempre hay un hilo conductor implícito en nuestra curación”.
Hablamos con Candy sobre su trayectoria, la nostalgia que puede sobrevenir frente a su futuro en Berlín, sus luces y oscuridades y esta nueva exposición que podrás visitar a partir de mañana.
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Antes de que nos metamos de lleno a hablar esta exposición, me gustaría que nos hicieras una pequeña introducción de tu persona, tu personaje (si es que lo hay) y de cómo entiendes tu trayectoria artística.
Hola, soy Candy Bassas, artista visual que reside actualmente en Berlín mientras estudio en la Universität der Künste. Mis principales disciplinas son la pintura y el grabado. En mi obra me interesa plasmar el aislamiento social y cómo repercute en nuestra sociedad, siempre a partir de la simbología occidental en un marco de utopía de la naturaleza. Actualmente siento que aún estoy empezando mi carrera. La de ArteriA será mi segunda exposición en solitario. Previamente expuse Uncertain Sense of Liberty en Kunstraum Reuter Berlín y también se ha visto mi obra en la Dorothea Konwiartz Stiftung. Más allá de mi trayectoria artística, no considero que desarrolle un personaje, no me interesa.
Al hilo de esto, ¿cuál es tu background? He leído que has tocado un montón de disciplinas y que estudiaste diseño de vestuario. ¿Cómo ha influido o repercutido todo este bagaje en tu carrera?
Fue una búsqueda entre diversas disciplinas hasta toparme con mi verdadera pasión, que es la pintura.
No puedo evitar sacar el tema, ¿sabes que he vivido durante siete años en Berlín y acabo de volver a Madrid? Para mí Berlín es un sitio muy especial. ¿Qué es para ti? ¿Cómo describirías la ciudad?
Berlín es una ciudad diferente, con personas de una gran diversidad, con muchas ganas de hacer cosas nuevas y con un espíritu genuino. A la vez, el gobierno alemán apuesta decididamente por la cultura, cosa que no encontré en Barcelona. Esto, no lo negaré, me permite desarrollar con mayor facilidad mi carrera artística.
¿Por qué decidiste ir a Berlín?
Tras la crisis económica, siendo joven, fue complicado adaptarme al mercado laboral para desarrollar mi vida adulta. A la vez, tenía ya algunos amigos que residían allí, así que aposté por un cambio en mi vida.
Quiero seguir con este tema antes de que entremos de lleno en tu última exposición. ¿Crees que se ha forjado una nueva identidad que es (por así decirlo) la identidad fragmentada? Me explico, siempre han existido estos fenómenos, pero creo que hoy en día y para nuestra generación, el no pertenecer exclusivamente a un sitio nos ha hecho cuestionarnos muchos de los principios con los que crecimos. Desconozco tu edad pero si te criaste en torno a finales de los noventa, nos hicieron creer que España era un país boyante y al parecer no lo era tanto. ¿Qué se pierde y qué se gana al irte fuera?
Al principio pasé por un proceso de negación. Tras irme, estuve muchos años sin regresar y viviendo mi nueva vida en Alemania, con nuevas costumbres, nuevas personas y con otra educación y sus consiguientes maneras de hacer y pensar. Esto fue hasta justo antes de la pandemia, cuando vine y me quedé una larga temporada. Y la pandemia, a su vez, me proporcionó un espacio de soledad y reflexión que dio como resultado una serie de grabados, o más bien un libro llamado The Landscape of my Youth, publicado por Spun Press, una editorial londinense independiente. Durante el proceso de creación me reencontré con mis propias raíces. Desde entonces, fui aceptando mi identidad fragmentada, sin oponer una a la otra, de tal forma que mi vida en Berlín ya no se encuentra en oposición a mi vida anterior en Catalunya. En Berlín me encontré al principio muy sola, cosa que me hizo ganar, por una parte, independencia y sentido de supervivencia, pero por otra parte, se pierde el calor humano típico ibérico, los amigos y todo lo que representan.
Hablemos ahora de tu expo Les llums que ens esperen. Lo primero de todo, ¿qué nos quieres decir con este título tan evocador? 
El título viene de una canción que compuse para mi banda Pretty Average. Lo traduje al catalán y cambié de orden algunas palabras y finalmente lo reinterpreté en un nuevo sentido. Si las luces nos esperan, de alguna forma tenemos la oscuridad dentro de nosotros. Creo que es una bonita metáfora sobre la complejidad que se entreteje en nosotros respecto al bien y el mal, como luz y sombra.
He leído en la nota de prensa que la exposición surge de “la inquietud del momento histórico que estamos viviendo, un tiempo marcado por la incertidumbre moral e inestabilidad social”. Estoy de acuerdo, pero también creo que cualquier tiempo siempre ha sido inestable y el estado normal de los acontecimientos es la incertidumbre. ¿Nos puedes explicar un poco más esto? ¿Crees que cualquier tiempo pasado fue mejor?
Evidentemente, no. No soy una persona nostálgica. Vivimos en un tiempo de guerras y crisis económicas. De hecho, estos hechos están tan arraigados a nuestro tiempo que son, no ya fallos del sistema, sino el sistema mismo. Esto conlleva un trasfondo de caos cultural permanente. Así mismo, mi arte, lejos de pretender ser una denuncia social superficial, pretende trascender dicho caos hacia un nuevo orden, más complejo, más vivo y nuevo. No es que cualquier tiempo pasado sea mejor, ni siquiera que haya habido tiempos pasados mejores. Se trata de la voluntad artística subyacente a todo tiempo de trascenderse y superarse a sí mismo.
¿A qué te refieres con el cuestionamiento de la fe? ¿Hemos perdido la capacidad de soñar con que mañana será un día mejor?
Las condiciones laborales actuales son tan insostenibles que solo son soportables bajo un optimismo exacerbado y completamente irreal. Solo mediante el cuestionamiento de dicha fe podemos trascender nuestro día a día hasta encontrar así un verdadero sentido vital.
¿Qué herramienta social ha sustituido hoy en día a la fe? 
La fe como tal no es una herramienta social tal y como ha sido concebida muchas veces. Otra cosa es su instrumentalización en aras de mantener un orden social con sus estratificaciones de poder. Ahora mismo, por una parte somos incapaces de mantener dicha fe, pero por otra nos vemos igual de obligados, o incluso más, mediante los mecanismos a los que nos inducen día a día nuestras redes sociales.
¿Qué papel tiene el arte en todo el entramado social? ¿Es el lenguaje artístico la mejor forma de plantear dilemas abstractos?
El arte es mi herramienta, mi forma de plantear dichos dilemas.
He visto tus cuadros y hay algo que me recuerda a Gauguin en las Marquesas, a Chagall y por supuesto al simbolista Odilon Redon. Quizá me equivoque pero, ¿tienes alguna influencia digna de mención?
Concibo el arte como una forma de experimentar sensaciones genuinas. Como tal, no admito a nivel consciente ninguna inspiración, de ser así, estaría copiando, no creando. Eso sí, no puedo negar que dichos artistas que mencionas, como buena parte de la pintura clásica y barroca forman parte de mi imaginario a la hora de pintar, y, por tanto, es inevitable que ejerzan sobre mí una influencia inconsciente.
Cambiando de tema, ¿cuál es tu fiesta favorita de Berlín? Para mí, después de Berlín toda fiesta resulta un tanto mojigata y pretenciosa, por no decir ñoña, que es lo peor que puede tener una fiesta.
Actualmente salir de fiesta no es una de mis prioridades, aunque la escena de clubs actual en Berlín tampoco la encuentro demasiado interesante. Considero que va más bien dirigida a un público turista.
¿Crees que existe el infierno en vida? Lo pregunto por la temática de tu expo. ¿Qué hay de fascinante en el mal? ¿Es subversivo? ¿No es acaso la mejor forma de, a veces, abrir puertas hacia lo prohibido?
El mal no es tanto una tentación a la que sucumbimos o no. Es una cuestión más profunda. Si el mal tiene la capacidad de hacernos sucumbir es porque compartimos con él cierta naturaleza. Mi interés va más bien ligado a esta cuestión: el mal permite ver nuestra naturaleza de una forma más íntima, menos social o correcta. Me interesan las personas en toda su dimensión, y el tratamiento del mal me ayuda a profundizar en ello.
¿Crees en lo políticamente correcto?
No, sólo como medio de ascensión.
Candy, no puedo acabar esta charla sin decirte que me encanta tu nombre, ¿es real? ¿Inventado? ¿Ambas cosas?
En mi DNI pone Candi, con “i”, pero mis padres siempre se han referido a mí como Candy. Así que es todo lo inventado que tú quieras, pero es mi nombre.
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