Cuando hablamos de familia siempre pensamos en la familia biológica, pero a veces la conexión con las amistades y las personas que elegimos que formen parte de nuestro entorno son un lazo de lo más fuerte, y se convierten en nuestra familia elegida. Y si hablamos de personas queer, este vínculo suele ser aún más estrecho, o mejor dicho, muchas veces es un modo de supervivencia. De ahí nace el interés de Anna Fux, escritora y fotógrafa germano-filipina, de crear un fotolibro de su familia elegida queer y racializada en Madrid.
El concepto del proyecto toma un nuevo sentido cuando, por casualidad, se encuentra con los álbumes de fotografías de su tío filipino y gay, Nelly. “No sabía de la existencia de esas fotos, que además, enseñaban de forma explícita la disidencia de mi tío. Una cosa es saber que tu tío es gay, otra cosa es ver fotos de sus años mozos viviendo la vida. Aunque hubiese 40 años de diferencia mis fotos y las suyas retrataban casi lo mismo”, nos cuenta. Y así es como nace Same Same But Different, el fotolibro que conecta pasado, presente y futuro de dos generaciones y contextos distintos, pero con caminos que se encuentran al reflejar un proceso de autodescubrimiento y de conexión con los suyos, de su entorno seguro.
Y es que de eso trata, de un storytelling creado mediante fotografías y conversaciones entre Anna y su tío Nelly que quedan registradas en físico para no perderse, y sobre todo para que personas racializadas y/o queer puedan sentirse representadxs. Para dejar constancia de una comunidad que siempre ha estado ahí.
Si queréis conocer este proyecto de cerca, el viernes 4 de marzo Anna Fux organiza su primera presentación del libro a las 18h en la calle Martín de Vargas 13, en La Parcería de Madrid. Además, contará con una pieza audiovisual creada por Heidi Ramírez y la autora, que incluye vídeos tomados en paralelo a las fotografías del fotolibro, otros tomados por su padre y audios de conversaciones con su tío Nelly. Hablamos con Anna Fux para conocer más a fondo lo que se esconde tras las páginas del libro.
Y es que de eso trata, de un storytelling creado mediante fotografías y conversaciones entre Anna y su tío Nelly que quedan registradas en físico para no perderse, y sobre todo para que personas racializadas y/o queer puedan sentirse representadxs. Para dejar constancia de una comunidad que siempre ha estado ahí.
Si queréis conocer este proyecto de cerca, el viernes 4 de marzo Anna Fux organiza su primera presentación del libro a las 18h en la calle Martín de Vargas 13, en La Parcería de Madrid. Además, contará con una pieza audiovisual creada por Heidi Ramírez y la autora, que incluye vídeos tomados en paralelo a las fotografías del fotolibro, otros tomados por su padre y audios de conversaciones con su tío Nelly. Hablamos con Anna Fux para conocer más a fondo lo que se esconde tras las páginas del libro.
¿Quién es Anna Fux?
Anna Fux es germano-filipina y queer. Es una persona graciosa pero decidida, que se expresa a través de la fotografía y de la escritura.
¿Y cómo te iniciaste con la fotografía?
Soy millennial, me pilló de pleno el nacimiento de las redes sociales e Internet. Fotolog, Tuenti y Facebook insistían en retratarnos. Me enamoré muy pronto de la fotografía y me sigue causando la misma felicidad que hace 15 años.
Presentas Same Same But Different, un fotolibro a modo de conversación con tu tío Nelly, retratando a vuestro círculo más cercano: la familia que uno escoge. Tanto las fotografías como los textos son un reflejo de la comunidad queer y de personas racializadas que forman parte de vuestras vidas. Dices que en el verano de 2020 encontraste antiguos álbumes de tu tío filipino, y parece ser que eso te hizo cambiar el concepto del libro. ¿Cómo surgió la idea? ¿Qué es lo que has querido representar?
Al principio la idea era sacar un fotolibro a modo de álbum de familia, de mi familia elegida queer racializada en Madrid. Ese momento serendípico de encontrarme los álbumes de mi tío, cuando yo solo buscaba unas chanclas en casa de mis padres, le dio un vuelco de ciento ochenta grados. No sabía de la existencia de esas fotos, que además, enseñaban de forma explícita la disidencia de mi tío. Una cosa es saber que tu tío es gay, otra cosa es ver fotos de sus años mozos viviendo la vida. Aunque hubiese 40 años de diferencia mis fotos y sus fotos retrataban casi lo mismo. De allí Same Same But Different.
Dices respecto a tu tío que: “está en el umbral entre familia biológica y familia elegida”. ¿Qué relación guardáis? ¿Por qué ha sido tan importante para ti?
Entendemos familia biológica como aquella que no elegimos, pero creo que en toda familia hay gente con la que eliges no tener contacto. Mi tío, sin embargo, es una persona a la que no he elegido y a la vez sí elijo. Hay conversaciones que con mis padres, al no ser ellos queer, nunca se habrían dado de la manera que se dieron con mi tío.
Podemos ver todo tipo de imágenes: algunas que parecen más bien espontáneas en contextos de fiesta, otras de más preparadas y con miradas fuertes y fijas a cámara, así como fotografías de archivo de años pasados. Háblanos un poco del proceso creativo, ¿fue todo muy pautado? ¿Qué mirada tratabas de reflejar? ¿Y cómo se produjo la posterior selección de todo el material?
Las fotos que yo hice, aunque algunas estén muy posadas –eso es porque somos así de extra–, (risas) se daban en contextos espontáneos. Yo llevaba la cámara a quedadas y, sin intención de crear un fotolibro, iba haciendo fotos. No tenía un objetivo de reflejar algo específico, pero sí aportaba la mirada de un miembro de una comunidad minorizada.
En cuanto a la selección, recuerdo ver muchos vídeos sobre cómo hacer un fotolibro, y uno de Olmo González decía algo como que no todas las fotos tienen que ser fotones si quieres que el libro tenga un ritmo y un hilo narrativo. Same Same But Different no pretende ser un catálogo de fotografías técnicamente impolutas, sino que está pensado como historia, diálogo y archivo. Y con efectos secundarios políticos.
En cuanto a la selección, recuerdo ver muchos vídeos sobre cómo hacer un fotolibro, y uno de Olmo González decía algo como que no todas las fotos tienen que ser fotones si quieres que el libro tenga un ritmo y un hilo narrativo. Same Same But Different no pretende ser un catálogo de fotografías técnicamente impolutas, sino que está pensado como historia, diálogo y archivo. Y con efectos secundarios políticos.
¿Y por qué en blanco y negro?
Porque me encanta el blanco y negro.
Dices: “Tú tenías un grupo de amistades filipinas, pero no eran gays. Y yo tengo amistades que son queer, pero no son filipinos”. ¿Cómo es la escena queer en Madrid? ¿Te has sentido sola? ¿Hay mucho racismo dentro del propio colectivo LGTBIQ+?
Mi escena queer en Madrid es racializada y migrante. Antes de conocer a filipinas queer como la artista Ana (Santa Gemz), o la activista Jordyn Siena, me he sentido sola como filipina, no como racializada. Por eso en el libro tematizo la soledad queer asiática. Creo que preguntarnos si hay mucho racismo nos puede confundir. Si tu pareja te pone los cuernos y se queda embarazada, no le vas a preguntar: amor, ¿estás muy o poco embarazada? Es imprescindible entender el racismo como algo que no debería darse y actuar acorde. De allí la inclusión de todas aquellas fotos de pancartas antirracistas en el orgullo.
También mencionas: “pero nosotrxs, lxs queers, somos jóvenes para siempre”. ¿A qué te refieres?
La heteronorma nos dicta un orden cronológico de cómo tiene que transcurrir tu vida: educación, trabajo, matrimonio, reproducción y luego la muerte. Para muchas personas queer no transcurre así, es más, vives una segunda, tercera o cuarta adolescencia y primaveras varias a medida de que encuentras personas que se parecen más a ti, a medida de que tú te pareces cada vez más a tu verdadero yo. Hasta hace poco el matrimonio no era una opción, la reproducción no es una norma.Vivimos el tiempo de otra manera. Eso es la teoría. Luego desde la práctica te diría que simplemente somos gente chulísima que seguirá pasándoselo como peques hasta que la palmemos (risas).
El desarrollo de todo esto ha tenido lugar en medio de una pandemia y desabastecimiento mundiales. ¿Cómo has logrado autopublicar un libro en este contexto?
Pude crear y publicar el libro gracias a mi residencia artística en el Centro de residencias artísticas de Matadero en Madrid. El desabastecimiento afectó sobre todo los materiales, en el caso de un libro, el papel, y claro, luego el transporte. La publicación se vio atrasada, pero dentro de lo que cabe, tuve la enorme suerte de que la imprenta por la que me decidí, SiZ, tuviese acceso al papel que quería usar, que es el Arena White Smooth.
En la era digital en la que vivimos, se está perdiendo un poco la tradición de la fotografía fuera de las pantallas. ¿Qué relevancia tiene para ti sacar un fotolibro en físico? ¿Es también una manera de tener mejor registro de estas realidades?
Estoy harta de las pantallas: mi trabajo, mi ocio, mi vida social transcurren demasiado en ellas. Ver y tocar fotografías, hojear un fotolibro, es una experiencia que no tiene nada que ver con mirar una pantalla. Es un honor haber creado algo físico, no sé cuántos años nos quedan de poder producir en papel…
Es evidente que el activismo va ligado a tu persona y a tu trabajo. Persigues el empoderamiento de la comunidad asiática, tanto en Same Same But Different como en la revista que cofundaste Pai Pai Mag. Los prejuicios y estereotipos, la apropiación cultural, la fetichización de la mujer asiática… en España parece que no se castiga tanto los actos racistas, ¿piensas que vamos atrasados en este sentido?
Cuando miramos la historia de España y contamos, no en años, ni décadas, sino siglos el racismo, yo me pregunto, ¿aún podemos hablar de atraso? ¿Cuán tarde se llega a algo, como sociedad, si estamos hablando de siglos? ¿Eso es todavía atraso o es otra cosa?
Para acabar, ¿tienes algún proyecto en mente para este 2022?
A largo plazo quiero empezar un segundo fotolibro y ponerme con la escritura de un libro autobiográfico-ensayístico. A corto plazo quiero escribir muchos artículos de opinión y retomar el hacer entrevistas, lo he echado mucho de menos.