La pasión se nota. Quizás la monotonía nos haya hecho olvidarla y enterrarla bajo otros muchos sentimientos tan aburridos como olvidables. Pero cuando encontramos algo hecho con verdadera pasión, nuestro corazón lo sabe y lo reconoce al instante. No importa que estés anestesiado, el cuerpo reacciona ante la pasión como si tocase un objeto al rojo vivo. La joyería de Alex Sobrón es un buen ejemplo. La pasión que destilan sus cotizadas piezas hace que ardan de una manera intensa, que casi se derritan en nuestra piel cuando nos colocamos uno de sus fabulosos anillos.
Su cuarta colección supone un paso clave hacia la transición entre la juventud y la madurez en su carrera como diseñador. Duquelas es el nombre con el que ha bautizado a esta nueva tanda de joyas que se inspiran en el gran amor de la vida de Álex: el flamenco. Este arte centenario es la piedra angular sobre la que se cimientan anillos o pendientes en brillantes dorados y plateados siempre capitaneados por la eterna pieza en forma de mariposa que protagoniza todas las colecciones de Álex. Duquelas es el nuevo éxito de este joven diseñador mallorquín y una carta de amor hacia la pasión y la fortaleza que quedan plasmadas en todas sus creaciones.
Alex, enhorabuena por el lanzamiento de tu cuarta colección. ¿Cómo te has sentido al desvelarla por fin?
Muchas gracias. Estoy muy satisfecho y agradecido con la acogida que está teniendo y extremadamente contento con el resultado. Es una colección coherente, técnicamente impecable y una carta de amor a una de mis grandes pasiones, el flamenco. Llevo un año y medio desarrollando Duquelas y no ha sido un camino de rosas.
Lo cierto es que la joyería, como la entendemos en mi firma, es un trabajo puramente artesanal y, a día de hoy, la triste realidad en España es que se trata de un oficio que se está perdiendo. Cada vez hay menos talleres que trabajen las técnicas mediante las cuales hemos materializado mis diseños, por lo tanto ha sido un proceso arduo. De todas formas, puedo decir con certeza que ha valido la pena. Trabajar junto a estos talleres familiares, produciendo de forma artesanal y de manera sostenible y responsable es uno de los valores de los que más nos enorgullecemos.
Las ducas, duquelas, duquitas o duquiyas son las penas o pesares en romaní. ¿Por qué has elegido este concepto para darle título a esta nueva colección?
Es una palabra que forma parte del imaginario folclórico de nuestra cultura, está muy presente en la copla y sobre todo en el flamenco. Es una palabra que transmite mucho, tiene fuerza, no se utiliza a la ligera. Hace referencia al desaliento, una pena indescriptible, no existe traducción ni definición concreta.
Además, uno de los conjuntos de la colección, el más poético tal vez, es el que le ha dado nombre. Se trata de las piezas que combinan zarza de espinas fundidas directamente de unas ramas de buganvilla que encontré en los alrededores de mi taller, con mariposas posadas sobre las mismas. El diálogo entre la belleza y fragilidad de las alas y la dureza de las púas es una metáfora sobre el flamenco en sí, que es una bella respuesta a unas circunstancias socioculturales complicadas, por eso lo llamé duquelas. Por su fuerza, porque es una palabra ligada directamente al flamenco y porque es el nombre que recibió este conjunto elegí este título para mi cuarta colección.
Duquelas es la cuarta colección de joyas que presentas. ¿Cómo describirías tu evolución como diseñador desde la primera colección?
La primera colección nunca se hizo con las pretensiones de convertir este proyecto en una marca, comencé a diseñar porque nadie estaba haciendo las joyas que yo quería llevar y por mi necesidad de expresarme. Empecé a experimentar con la joyería mientras estaba en mi segundo año de carrera, estudiando Bellas Artes. Fueron la demanda y el interés que empezaron a despertar las piezas que yo creaba para uso propio lo que entre otras cosas me empujó a aventurarme en este proyecto.
Yo diría que lo único que ha cambiado desde la primera colección, aparte de una notable evolución técnica, es el enfoque a la hora de crear las colecciones. Antes conllevaba menos responsabilidad, no era una empresa, pero sigue siendo un vehículo mediante el cual cuento historias o reivindico conceptos. 
Esta colección marca el inicio de una etapa más madura como diseñador. ¿Qué diferencias podemos apreciar en esta colección con respecto a las anteriores?
Soy autodidacta, mis métodos de elaborar las piezas son únicos y nacen como resultado de años de prueba y error y tener que enfrentarme a un material desconocido, adaptarme a sus necesidades. Las diferencias principales entre colecciones son técnicas. Cada vez descubro un mayor número de posibilidades que me ofrece la cera y estas se ven claramente reflejadas en las piezas acabadas. Además, cada colección sigue una línea narrativa única, no trabajo por temporadas regladas por las exigencias de la industria de la moda, cuento historias a través de mis colecciones y ven la luz cuando yo siento que están listas.
Las piezas se realizan mediante la fundición a la cera perdida, técnica que se remonta a la edad de bronce. La cera de fundición es un material maleable que trabajo exclusivamente a mano y  me permite recrearme libremente en esas formas orgánicas tan características y presentes a lo largo de mi trayectoria como diseñador.
Esta nueva colección divide su concepto en un tríptico: cante, baile y toque, los tres vehículos principales de expresión del flamenco. ¿De dónde surge esta pasión tuya por el flamenco?
Así es, la primera parte, la que estamos presentando ahora, es la inspirada en el baile. Lo cierto es que el flamenco siempre me ha gustado y ha estado presente en mí ya que es una expresión fundamental en nuestra identidad cultural. Conocía los cantes de Camarón y pocos más y tenía una noción básica sobre sus estructuras rítmicas. La obsesión comenzó después de ir por primera vez a un tablao. Fue en el Corral de la Morería de Madrid, una semana antes del confinamiento. Vi bailar a Belén López y al Yiyo en un espectáculo que se llamaba Zincalí. No sabría describir exactamente lo que sentí, pero me cambió la vida. A raíz de aquello, y a propósito de estar confinados por la pandemia, decidí indagar profundamente en el género y hasta día de hoy sigo sumido en ese proceso de aprendizaje y exploración.
El flamenco es extremadamente complejo, creo que en España se tiene una noción errónea y manchada de prejuicios con respecto a este arte, a veces da la impresión de que se valora muchísimo más en el extranjero. El flamenco es un testimonio en constante evolución de las vivencias de un pueblo, sus penas, cavilaciones y alegrías. Sus estructuras rítmicas y armónicas son enrevesadas y su cante tiene el poder de disertar cuestiones vitales y filosóficas tremendamente complejas mediante un lenguaje simple y comprensible. Es una de las artes más democráticas que conozco, encierra en sí una pureza y una verdad capaces de trascender el contexto social, edad, género o nacionalidad de quien lo vive.
Tú eres de Mallorca y me gustaría saber, ¿de qué manera has ido alimentando durante los años tu pasión por el flamenco?
A través de todas sus manifestaciones: música, cine, danza o arte. El flamenco abarca un espectro muy amplio, como dice el periodista José María Velázquez, es una vieja tradición en continuo proceso evolutivo, así que llevo cuatro años alimentándome de descubrir el género y sus periferias. En Mallorca no he tenido acceso a una escena flamenca como la que hay en Madrid o en Andalucía, pero me he empapado de todo y cuanto he podido. Afortunadamente contamos con una amplia hemeroteca a un clic de distancia que documenta detalladamente la historia del flamenco.
El mítico programa Rito y geografía del cante o el reciente Caminos del flamenco, ambos de RTVE, son claros ejemplos de ello, así como las grabaciones que conservamos de las actuaciones de los grandes o documentales interesantísimos como Sacromonte, los sabios de la tribu, de Chus Gutierrez, o La Singla, de Paloma Zapata.También, desde hace tres años, Mallorca acoge el festival Paco de Lucía, organizado por la fundación del legendario guitarrista. Las primeras figuras del cante, baile y toque protagonizan este encuentro en la isla y es muy inspirador.
¿Quiénes dirías que son tus principales referentes en el mundo flamenco?
Es complicado elegir, no todos ellos forman parte de manera ortodoxa del mundo del flamenco. Los principales referentes a la hora de crear esta colección han sido artistas que han creado mediante el flamenco desde sus lenguajes y disciplinas, que ha sido el ejercicio que yo mismo he tenido que realizar a la hora de desarrollar esta colección.
El director Carlos Saura ha sido uno de mis referentes principales con largometrajes como Flamenco, flamenco o Carmen, con Gades y Cristina Hoyos. Pilar Albarracín, que es una artista que crea un interesantísimo discurso desde su identidad como mujer andaluza, me impactó mucho con su performance Lunares, en la que tiñe de lunares rojos un vestido de flamenca blanco con su propia sangre. Federico García Lorca con obras del calibre del Romancero gitano o Poemas del cante jondo, o el fotógrafo Ruven Afanador, que recientemente colaboró con el ballet nacional de Andalucía y tiene series fotográficas impresionantes en las que revisita el flamenco desde su rompedora visión.
Si tengo que hablar de referentes conectados de una forma más directa con el flamenco, las letras de Manuel Molina, que son poesía pura, cantadas por Lole Montoya, son mi debilidad. Me enamoré del flamenco después de escuchar Bulerías de la bola en el álbum debut de Estrella Morente, Mi cante y un poema. Escuchar a Paco de Lucía por Rondeñas, o a Bernarda y Fernanda por Soleá se ha convertido en una obsesión. Mis palos favoritos son las Siguiriyas y las Tarantas y se me pone la piel de gallina cuando veo a La Chana bailar por bulerías.
Siento curiosidad por saber si hay otras expresiones musicales que también llamen tu atención y puedan despertar tu inspiración.
La música es una de mis grandes pasiones, toco varios instrumentos, trabajo como DJ y tengo una enorme colección de discos. La música me acompaña esencialmente en todas las fases de mi proceso creativo. Me gustan todo tipo de géneros y expresiones. Aparte del flamenco, escucho mucha música clásica árabe, Oum Koulthumm, Hamza el Din o Fairuz, música del oeste del continente africano, de Mali o Nigeria, Fela Kuti sobre todo. El neo-soul me encanta, D’Angelo, Angie Stone y Erykah Badu. La salsa, Willie Colon o Hector Lavoe. Massive Attack, Pink Floyd, Buika o Caetano Veloso también entran dentro de mis favoritos. Últimamente he estado estudiando mucho piano, con una fijación especial en las piezas barrocas de Bach.
La naturaleza siempre está presente en tus colecciones como fuente de inspiración. ¿Nunca has sentido esa inspiración respecto a un paisaje más urbano o industrial?
La verdad es que intento llevar la naturaleza a un marco más bien urbano e industrial, por lo que ambos mundos están muy presentes en mi proceso creativo. Me gusta la idea de crear una nueva naturaleza a partir de materiales procesados por los humanos, pero que provienen de ella misma. Me interesa la visión posthumanista de la naturaleza. Trabajo en un taller en medio del campo y eso, además de ser una gran inspiración, me permite adentrarme en ella y explotarla.
Eso se ve reflejado en muchas piezas. Un tema recurrente en mi obra es traspasar los límites de los ciclos naturales. Crear flores y mariposas, que además de ser frágiles tienen un ciclo vital corto, en un material tan duro e imperecedero como es la plata conlleva en sí una acción transformadora que solo es posible a través del arte. Hay cierto discurso que gira en torno a hacerse fuerte desde la vulnerabilidad, una de las piezas de esta colección es un puño americano de mariposas. Un arma blanca hecha con uno de los materiales más frágiles del planeta, el ala de una mariposa. Me gusta crear este tipo de metáforas y narrativas mediante la naturaleza.
La mariposa protagoniza esta nueva colección, los anillos que has creado con esta forma se han convertido en tu pieza más característica. ¿Por qué ha despertado esa fascinación?
En este caso, para hablar del baile flamenco he creado una serie de metáforas a través de la mariposa. Su vuelo apela al vuelo de los volantes de la falda de una bailaora, al vuelo del mantón de Manila o el del pelo del bailaor. El movimiento, un paralelismo con las manos que se alzan y se mueven de forma decidida pero nunca agresiva, y la ligereza, con la delicadeza de cada respiración, cada suspiro y cada quejío mediante los que se comunican los intérpretes.
Me gustaría aprovechar esta entrevista para que tengas la oportunidad de agradecer a aquellos que te han prestado su apoyo. Cuéntame un poco sobre la gente que ha estado a tu lado durante estos años en la firma.
Desafortunadamente ya no tengo la suerte de poder decir que está a mi lado, pero la figura más determinante a lo largo de mi trayectoria es sin lugar a duda la de mi abuelo, Juan Solivellas. Fue un gran diseñador de moda y artista, desde que tengo uso de razón me incitó a explorar distintas formas de expresión. La primera pieza de joyería que moldeé fue un intento de recrear una escultura suya en plata, un cardo forjado en hierro de una serie de finales de los años ochenta.
Mi familia ha sido un enorme apoyo en este proyecto. Mi madre, que tiene muchísima experiencia en moda, está involucrada y trabajamos mano a mano en algunos aspectos de la firma, y mi padre es otra pieza clave. Mi abuela me enseñó a amar las flores que tanto han influido en mi práctica artística, tiene un precioso jardín en un pueblo de Mallorca que cuida de manera casi obsesiva y en el que yo he crecido. Me llevaba desde muy pequeño a pasear por él y a hacer ramos de flores con los que posteriormente creaba composiciones de prendas imposibles atándolas al cuerpo, combinándolas con telas. Creo que ese pudo ser el germen de mi obsesión por adornar el cuerpo humano.
Mi querido amigo Carlos Darder fue el que me instó a embarcarme en este proyecto y, junto a él como fotógrafo, realizamos nuestras dos primeras campañas. La primera es sin duda una de mis favoritas, se trata de una tríptico muy profundo a la par que explícito, de amigos masturbándose con las manos llenas de joyas y un bodegón de un ramo de alcachofas y cardos silvestres que Miguel Adrover le regaló a mi madre cuando trabajaban juntos.
A lo largo de estos cuatro años que cumplirá la marca este verano, he tenido el privilegio de trabajar con muchos de mis amigos más cercanos. A día de hoy, una pieza fundamental en el funcionamiento de la marca es Piero Molina. Es el director con el que desarrollo todos nuestros proyectos audiovisuales, como la campaña que acabamos de presentar. Piero es y ha sido siempre un gran apoyo en muchísimos sentidos, se involucra directa o indirectamente en muchas otras etapas del proceso creativo. Además, otros amigos como Rodrigo Agudo o Elizabeth Dimitria han trabajado de forma puntual conmigo y siempre están allí cuando necesito un consejo o una visión externa de lo que estoy haciendo.
Finalmente, tengo que agradecer a Rosa, Jesús y Silvia de la agencia Finally. Ellos apostaron por mi marca casi desde el principio y me han ofrecido una plataforma privilegiada para exhibir mi trabajo.
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