El foco ha pillado a Alex Pastrana con dos papeles de malo, uno en Bienvenidos a Edén y el otro en Élite. ¿Le pega? Igual con su cara sí, con su personalidad, no. ¿Está cómodo? Sí, con esto y con lo que le eches. Que Netflix sea tu introducción al mundo del cine es heavy (venía de hacer teatro sobre todo), hay mucho que digerir mientras vives un crecimiento exponencial –es ingeniero, sabe de lo que hablo. Es muy fácil perder la cabeza en una situación como la suya, lo bueno es que nada de esto le pilla siendo un chavalín. A raíz de sus nuevos proyectos, sobre todo el estreno de la séptima temporada de Élite, quedamos con el actor en un estudio de Madrid para hablar de su formación, miedos y retos, y hacerle unas fotos con la nueva colección de Dior Men Denim.
Álex nos cuenta que pasó parte de su infancia en Barcelona, donde tenemos nuestra redacción, incluso hablamos cuatro palabras en catalán. Es un tío muy natural y cercano, y se le ve feliz por charlar un rato con nosotros, aunque seguramente tenga que ver con lo bien que le están yendo las cosas. La conversación da tiempo para hablar de su pasado, del boom que ha pegado y de sus planes de futuro. Ahora está de estreno y a largo plazo se ha marcado unos objetivos por cumplir, algunos nos desvela que ya apuntan fuera de España.
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Álex, una pregunta chorra para empezar, ¿tienes algo que ver con Travis Pastrana?
No, solo la admiración. Me marcó la infancia su mítico vídeo en el que se toma un Red Bull y salta de una avioneta sin paracaídas. En esa época estaba muy metido en el mundo de Jackass y del skate, hacíamos vídeos caseros tirándonos por sitios…
¿¡Hacías vídeos tú?!
Sí. Hubo la época en la que se mezcló lo del skate con Jackass y teníamos una cámara vieja. Entonces con los vecinos nos daba por ver quién se tiraba por ahí, probar saltos, esas cosas. Todavía no se llamaba parkour, se llamaba hacer el idiota. Fueron divertidos esos años.
Dime algo que tenemos que saber si te queremos conocer.
Más que saber, tienes que haber visto Harry Potter. No es porque sea un fan y tenga el cuarto lleno de figuritas, pero es una de esas cosas que son básicas de una generación. No me fío de la gente que no ha visto Harry Potter. Tienes que saber de mí que solo nos podemos llevar si te la has visto o estás dispuesto a verla.
Libros, ¿te los has leído?
Sí. Bueno, ¿qué fue primero? De pequeño intenté leer un libro pero, claro, no pude. Para empezar vi las pelis, luego me leí los libros y más tarde fui viendo las nuevas que fueron saliendo.
Resumo tu camino hasta ser actor: eres ingeniero pero siempre has tenido ese gusanillo por la actuación, que se ha ido haciendo grande hasta comerse todo y ahora eres actor. Corrígeme y matiza, por favor, que tendrás mil cosas que contar. Igual no ha sido tan rápido todo.
Ese matiz es importante, no fue para nada rápido. Después de hacer ingeniería me metí en una escuela de interpretación un poco por probar –Corazza, por cierto, tremenda escuela. Pensaba que lo dejaría en cuanto no me dejaran ir por el curro, pero me enamoré (de la interpretación) y allí me chupé con mucho gusto los cuatro años. Pero el proceso es mucho más largo, hay pedazo de actores que salen de la escuela pero luego trabajar es otro mundo. Es otra carrera en sí. Ha ido todo muy bien y estoy muy agradecido, pero no fue nada inmediato. También creo que de niño ignoré muchas señales, debería haberme metido antes.
Hablando del proceso, supongo que habrás pasado por mil castings. Siempre se dice que esta etapa es muy dura, ¿cómo has llevado el rechazo?
Creo que la mayoría de actores hemos recibido tantos noes que ya no te lo tomas personalmente y no te afecta. Está bien por una parte porque te endurece la piel, aunque no la puedes tener muy dura tampoco porque como actor tienes que estar vulnerable. Es parte de esto, te lo vas a encontrar al principio y a la mitad. Para mí es algo intrínseco a la profesión. Luego hay gente que desde el primer casting ya le cogen, son caminos distintos, pero igual se pegan más tarde la leche que nos pegamos nosotros al principio. Yo creo que el crecimiento viene de recibir los noes sin volverse loco, de cultivarse a uno, marcarse objetivos y, sobre todo, de la perseverancia.
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¿En qué momento dices, voy a ser actor?
En segundo de Corazza, cuando dejé el curro de ingeniero. Me hacían mudarme a Valencia y dije, no, es que he encontrado una cosa que me gusta. Eso era un poco arriesgado porque iba sin trabajo. Fui a ser estudiante de interpretación a secas, ya no importaba el background que tenía detrás. Fueron años bonitos, estaba creciendo feliz en un mundo que me encantaba. Pero también fueron tiempos de incertidumbre, yo estaba cagado y mis padres, aunque les parecía bien que quisiera ser actor, supongo que también.
Tuve la suerte que mi primer proyecto, más allá del teatro que hice antes, fue con Netflix. Eso ya te permite entrar con bastante fuerza y poder sostenerte, como mínimo durante ese proyecto. Entonces te olvidas un poco de tener que volver a la ingeniería o buscar otro tipo de curro. Al entrar en una serie grande y formar parte del elenco principal noté un salto.
Aprovechando que has sacado tú el tema. Quizás muchos no lo sepan pero vienes del teatro, ¿cómo ha sido ese paso del escenario a la pantalla? Y, si te quieres mojar, ¿en cuál eres mejor?
Ahora tengo intención de centrarme en el cine porque tiene proyectos muy interesantes, se crean piezas que son para siempre, le dedicas toda tu persona durante un tiempo y llega a mucha más gente, ya sea una producción española o de un gigante como Netflix. Pero como experiencia actoral prefiero el teatro 100%. Es mucho más divertido, estimulante, te llena como actor… no te queda otra que estar totalmente conectado. Estás con tus compañeros y con el director, pero arriba estás tú solo con tu papel, no tienes factores externos como las mil paradas, que entren a cambiarte la camisa o el pelo, y eso me encanta. Tampoco te da tiempo a latigarte ni a celebrarte, da igual si ha sido una obra buenísima o pésima porque mañana tienes otra. Eso efímero pero tan verdadero me llena.
Y, ¿dónde soy mejor? Pues no lo sé. A ver, Corazza es todo formación teatral, es interesante que la gente lo sepa, no tocamos ninguna cámara. Trabajamos la raíz de la interpretación, y eso lo tienes que reducir a la pantalla. Me siento más un animal de teatro que quiere seguir perfeccionando en cámara.
Has firmado por el gigante Netflix. Desde entonces todo ha ido muy rápido, primero Bienvenidos a Edén, después Élite, ¿te ha dado tiempo a poner los pies en el suelo?
Considero que soy muy consciente. No me ha pillado con 16 o 18 años, que aún estás formando tu cabeza y tu personalidad, ya me pilló con cierta madurez. Y no te preocupes, que tengo a mis padres que me dan un par de guantazos y me dicen, cálmate chaval. En ese sentido me siento muy pegado a tierra por mi familia y mis amigos. También te digo que ha sido todo muy perseguido, conscientemente, con lo bueno y con lo malo. Ves lo maravilloso que es pero también lo poco que depende de ti a veces, y lo efímero que puede ser. Entonces lo disfruto mucho pero siempre pegado a tierra.
Mola mucho y es maravilloso, pero la espectacularidad son momentos contados. Lo que se ve en las redes o en Netflix es un trabajo que es un día, una semana, o un mes, el resto del tiempo estás en tu casa o con tus amigos. También hay proyectos que llegan a todo el mundo pero el equipo es todo de España, igual está el de atrezzo que es del pueblo de tus abuelos, o el otro de tu barrio, y eso lo hace más humano, algo que valoro mucho.
En Élite eres Raúl, un maltratador. ¿Cómo te pones en el papel de alguien tan cabrón?
(Risas) Al principio cagándome en todo. Porque llegué a la final de dos castings para dos personajes totalmente distintos: uno era bueno y el otro era este personaje maltratador narcisista. Yo estaba sesgado, venía de hacer de malo y quería hacer de bueno. Al final, todo el mundo quiere que le quieran y sabes que te vas a presentar al mundo, que te va a conocer sobre todo por esto. Estaba un poco asustado y quería el otro, pero cuando haces un personaje diferente a ti al extremo, para un actor es mucho más estimulante. Entre la final que hice de uno y la otra había una diferencia de vibración y energía brutal.
Después de todo el proceso, ya me metí en el personaje hablando con muchas mujeres, con amigas mías, que han tenido desgraciadamente relaciones abusivas. Revivir esas historias me sirvió para darle profundidad al personaje; lo que quieres es buscar la realidad en situaciones que no conoces. Eso fue muy interesante, duro de escuchar, pero siento que crecí mucho más en empatía con este tema. Luego también hago un trabajo con mi coach de Corazza, Óscar Velado, de crear el personaje, nutrirle de miedos para que tenga estos comportamientos y llegar con ellos a unos puntos de explosión que para mí eran algo inverosímil. Incluso en esas situaciones mi coach me decía, no, no, ponte más hijo de puta, deja de hacerte el buenecito, y yo pensando, si estoy haciendo de malo. 
Esto te habrá ayudado para estar más preparado si te toca otro papel de estos, ya llevas dos de malo.
Sí, tío, ya no sé qué pensar, será que tengo cara de malo (risas). Pero ya te digo, los malos tienen ese punto de reto. Hay grandes malos que son referentes para mí en el cine, me vienen a la cabeza el personaje de Javier Bardem en No Country for Old Men, que es la bomba, y el de Hans Landa en Inglorious Bastards. Por eso no me importaría seguir haciendo de malo.
Volviendo a Élite, ¿qué es lo más positivo que sacas de hacer un personaje como Raúl?
Lo primero, tener un papel y seguir haciendo lo que amo. Porque te diría explorar una parte de mí que desconozco y sacar violencia de donde no la había, pero no me sirve de nada más que para actuar. Quizás lo más positivo es estar todavía más implicado en la denuncia del maltrato, la masculinidad tóxica y el abuso. Ahora conozco casos y creo que se tiene que concienciar a la gente de que esto pasa tanto en parejas adultas como en adolescentes, que es muy grave. En mi trabajo como actor doy con estas realidades y en consecuencia desarrollo una empatía especial.
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Recuerdo que Jack Gleeson, el actor que interpretaba al rey Joffrey en Game of Thrones, tuvo problemas con la gente cuando iba a los sitios. Le abucheaban e insultaban a causa del odio que generaba su personaje. ¿Tú has tenido algún encontronazo con los fans por tu papel de Raúl?
La verdad que no. Al principio estaba un poco asustado, pero el fandom de Élite ha sido increíble, desde el primer momento que no sabían qué iba a hacer hasta cuando vieron el personajito tan amigable que tengo. Han sido supercálidos, tanto por redes como por donde he ido. Se acercan a saludarte, a veces te llaman por tu nombre o por ‘tú eres el de Élite’, pero ellos mismos lo entienden, incluso a veces te dicen, ¿que cabrón, no? Pues un cabronazo, ¡qué me vas a contar! (Risas). Estoy muy, muy feliz con el trato, qué voy a decir.
Más allá de eso, quiero saber qué tal es la experiencia de formar parte de Élite. ¿Cómo es el trato con el equipo y con los otros actores en una serie de tanto calibre? ¿Convivís mucho tiempo?
Empezando por la última temporada, por eficiencia del rodaje está todo muy medido, entonces estás solo si tienes que rodar. Si vives en la misma ciudad va perfecto porque ya te dejan libre. Lo de que sea una temporada avanzada hace que todo el equipo ya lo tenga todo muy trabajado, entonces ganas en confianza y en soltura. En lo personal, si ya estaba suelto y tranquilo en la anterior, en esta aún más. Eso es como en cualquier curro, el primer día estás mirando cómo va todo y al mes ya puedes profundizar más.
Y con los actores estos que veía en la tele o en el cine, ha sido un gusto porque te das cuenta de que son personas muy normales, supercercanas, que están para lo que estamos todos, para trabajar y hacer todo más ameno. La gran mayoría te recibe genial, te dura la impresión unos días de aquello que estás ensayando el guion y está allí Manu Ríos, un crack, o Valentina, otra crack también. Luego ya es que son tus compis.
Sí que me ha dado mucho gusto encontrarme actores de la talla de Maribel Verdú, que es referente para mí en parte por su increíble carrera, ¿con quién no ha actuado esta mujer? Desde poder estar con ella, ver cómo es como persona y descubrir que es maravillosa –de las mejores compañeras que he tenido– a luego estar en la acción con una actriz de tanto nivel que hace que surjan cosas únicas por el juego que te da. Eso es un regalazo.
Llegados a este punto es imposible que no lo hayas notado, ¿cómo llevas lo de la fama?
Lo llevo muy, muy bien. Diría que no soy para nada famoso, pero sí que te conocen en algunos sitios. Ya te digo, con lo de que me traten tan bien cómo voy a estar, pues feliz y agradecido. Estoy en esa fase en la que me hace ilusión que alguien me reconozca, se me acerque y me diga que le gusta la serie o que odia mi personaje, o que si quiere una foto. Vamos, feliz, feliz, ¡feliz! Ojalá eso no cambie nunca. Que no creo que vaya a cambiar, porque trabajamos con todas nuestras ganas y siempre para una audiencia. Sea teatro o cine, sabemos que vamos a llegar. Y hay cosas muy buenas, también te permite viajar a sitios nuevos, ya sea con un proyecto o con una marca que quiere trabajar contigo. 
¿Nos puedes adelantar algo en lo que estés trabajando?
Ahora mismo no estoy filmando pero tengo un par de cosas en el horizonte que se tienen que terminar de dar y que me hacen mucha ilusión. Sé que no te hago mucho spoiler, pero una es una serie y otra una peli, y una de ellas es fuera de España.
La pregunta surge sola, ¿te gustaría rodar en una serie de habla inglesa?
Sí, me encantaría. Me encanta lo que se está haciendo en España y aún hay muchos directores con los que quiero trabajar, quizás aquí sale más mi faceta de ingeniero de marcarme unos objetivos, pero sin duda estoy empezando a poner el foco fuera. En habla inglesa ya le he echado el ojo a algunas series, igual que lo hice en su día con Élite.
¿Algún nombre?
En la misma onda de lo que estoy haciendo, en Netflix está Outer Banks. Están allí en la playa cogiendo motos, coches… Vamos, que se ve divertido, y el rollo aventuras de jóvenes más maduros mola. Luego, Euphoria me vuela la cabeza.
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Ahora que has contado lo de los vídeos caseros, me pegas mucho en Outer Banks.
Sí, ¿no? (Risas) Sería la bomba. Es un sueño, rescatar actuando mi etapa de skater/surfer/Jackass.
Por cierto, acompañamos esta entrevista de unas fotos especiales para la ocasión. Han pasado unos días ya, ¿qué tal fue el shooting?
Genial. Había un equipazo y me sentí supercómodo.
Eres alguien que acostumbra a vestir con denim, es algo muy del día a día, así que la nueva colección de Dior Denim te ha venido al pelo. ¿Qué puedes destacar del denim y su importancia en tu estilo?
Tengo un recuerdo de muy niño preguntar él la primera vez que lo vestía. Por aquel entonces yo vivía en Barcelona y ese día había un correfoc en el colegio después de clase. Un adulto, no sé si mi abuela o mis padres, tuvo la paciencia de contarme que su origen estaba en la ropa de trabajo y que una de sus prioridades era ser ignífugo. Y yo pensé que menos mal. Nunca lo he podido comprobar, pero desde entonces ha sido una constante en mi vida. Mi estilo ha ido cambiando con los años, pero no me imagino mi armario ni mi vida sin denim.
A raíz del estreno de Élite, te hemos visto en varios medios y editoriales. ¿Cómo llevas esto de ponerte delante de una cámara de foto? Porque no es lo mismo ser tú mismo que interpretar un personaje bajo las instrucciones de un director. ¿Te sientes igual de cómodo en ambas situaciones?
Soy una persona bastante tímida diría (bueno, he trabajado mucho en ello en los últimos años), por eso cuando actúo, ya sea en teatro, cine, tele o hasta en ensayos, nunca tengo vergüenza porque no estoy siendo Alex; soy el personaje. El de los shoots sí que soy yo (risas), pero quizá saca una parte de mí que me gusta también y que me divierte. Además, el equipo en los shoots, como este caso, es gente apasionada con mucha capacidad social y calidez humana y siempre pasas un buen rato.
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