“Ser artista no es tanto un deseo de querer ser o una aspiración sino una necesidad”. Con esta contundente afirmación, el artista Alberto Feijóo abre la puerta a un universo en el que la creatividad se convierte en un impulso vital y el arte en una forma de existencia. A través de una sensibilidad innata y una perspectiva crítica, su trabajo despierta la curiosidad y el asombro en quienes lo experimentan, y no es para menos, ya que nos invita a poner el punto de mira y hacer una reflexión de la sociedad contemporánea y nuestras conexiones con el entorno.
Su ultimo proyecto, Trascity, se exhibe en El Institut Valencià d’Art Modern (IVAM) hasta finales de octubre. En él, Alberto nos sumerge en un espacio físico y mental donde se ponen en cuestión los roles y espacios que ocupamos, y los objetos que acumulamos y coleccionamos. A través de una cuidada selección de soportes, formatos y elementos interactivos, el espectador se convierte en parte activa de esta experiencia, siendo partícipe del empuje que desafía la estética para cuestionar nuestra realidad.
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© Alberto Feijóo
Alberto, me gustaría comenzar preguntándote por ti, cuéntanos cómo comenzó tu amor por el arte. ¿Recuerdas el momento en el que supiste que querías ser artista?
Supongo que siempre hubo una sensibilidad creativa desde niño. Ser artista no es tanto un deseo de querer ser o una aspiración sino una necesidad.
Has mencionado una actitud de incertidumbre y escepticismo hacia las imposiciones estéticas y temporales. ¿Cómo influye este pensamiento crítico en el desarrollo de tu obra?
La incertidumbre y el escepticismo moldean tu pensamiento y te hacen reflexionar acerca de quién eres y de dónde estás. Para mí, una actitud crítica contigo mismo y con tu entorno es fundamental para desarrollar tu trabajo artístico, más aún cuando vivimos en un mundo decadente, acelerado y lleno de estímulos que nos llegan a través de la tecnología.
Tu obra se caracteriza por la multiplicidad de imágenes y la yuxtaposición de elementos visuales. ¿Cómo abordas la selección de imágenes propias y ajenas que utilizas en tus proyectos? ¿Qué criterios te guían a la hora de crear conexiones conceptuales y formales entre ellas?
Es algo muy visceral. Las conexiones y la edición final del trabajo surgen en el espacio del estudio, me gusta pensar en un relato abierto, sin principio ni final. Siempre imprimo las imágenes en papel y las distribuyo por el suelo, la mesa, etc. Voy agrupando de manera muy intuitiva las fotografías en grupos, hago montones, superpongo imágenes unas encima de otras. Las archivo por un tiempo en cajas y las reviso periódicamente. Es diferente la manera de mirar que tienes un lunes por la mañana que un jueves por la tarde. Me gusta pensar que ellas mismas, pasado un tiempo, encuentran su lugar en el espacio y sus relaciones con el resto. Me interesa mezclar imágenes propias y ajenas, lo considero un acercamiento a lo extraño, una sensación incómoda pero a la vez cotidiana.
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Cortesía del IVAM
A lo largo de tu carrera, tus obras han sido elogiadas, has recibido excepcionales críticas y galardones, pero supongo que no es un camino fácil. ¿Cómo lidias con el fracaso o con las ideas fallidas?
Creo que el fracaso es algo muy subjetivo que cambia a medida que pasa el tiempo si lo analizas con perspectiva. Es decir, un proyecto fallido se transforma con el tiempo en una oportunidad nueva, un rechazo puede llegar a ser algo positivo que te hace ver las cosas desde otro ángulo.
¿Hay algún momento específico que recuerdes como un punto de inflexión en tu carrera?
El punto de inflexión creo que fue cuando me despidieron de un trabajo en 2014 y logré el impulso necesario (tanto económico como mental) para emprender mis proyectos personales. En ese momento publiqué un libro autoeditado llamado SWUTK (Something We Used to Know), las copias físicas se agotaron hace mucho pero se puede descargar en formato PDF gratuitamente en el apartado de descargas de mi web.
Al explorar la relación entre el coleccionismo y la fotografía, has hablado de resignificar los objetos y abrir nuevas interpretaciones. ¿Podrías profundizar un poco en esto y contarnos cómo lo aplicas en tu proceso creativo?
Me considero un adicto a las imágenes y a la vez un mitómano. De ahí nace una obsesión por coleccionar imágenes asociadas a un determinado tipo de música. Imágenes impresas en portadas de discos, revistas, libros, etc. Materiales y formatos que están casi olvidados y que se recuperan para darles una segunda vida. Por ejemplo, tengo un proyecto en curso que trata de descontextualizar y resignificar la imagen del grupo británico The Cure. Todo surgió durante la pandemia, donde la sociedad buscaba sin cesar una cura científica a un virus global, una vacuna. ‘La cura’ que yo planteo, a través de las imágenes de The Cure, tiene que ver más con un refugio mental, con un escape. De ahí que coleccionara sobre todo revistas y planteara collages donde mezclaba mis imágenes con imágenes de ese grupo en concreto.
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Cortesía del IVAM
Queremos saber más sobre tu último proyecto, Trascity, donde creas un espacio físico y mental que combina imágenes y objetos. Trascity es un término intrigante que evoca ideas de lo que dejamos atrás y los desechos de la sociedad. ¿Podrías hablarnos más sobre el origen de este nombre y cómo se relaciona con la experiencia que propones?
Este proyecto surge de una mudanza en 2021 de Londres a Alicante (mi ciudad natal). Hacía diez años que no residía en Alicante y un día me fijé en un negocio de trasteros situado en la calle donde resido: Trascity. Ante mí se reveló el título del proyecto de una manera instantánea.
Trascity para mí es un portal entre el pasado (en Londres dejamos muchos objetos almacenados en un trastero) y el presente. ‘Tras’ puede sugerir ‘trash’ (basura en inglés) pero también ‘traslado’ y también lo que está ‘detrás’ (la periferia de la ciudad). Como si de una fotografía se tratara, tuve que capturar esa imagen/texto y trasladarlo al espacio expositivo en forma de título. Me interesa pensar que una exposición que tiene lugar en un museo tiene una extensión en el mundo exterior en un viaje de ida y vuelta.
La sala del museo está dividida por una serie de muros que hemos construido en cinco estancias. Cada estancia es una aproximación a diferentes roles que desempeño en el día a día. De esta manera podemos encontrar una persona que se desdobla en cinco, que son: el artista visual, el fotógrafo, el acumulador, el aprendiz y el coleccionista. Los espacios de alquiler de trasteros funcionan con la misma lógica, un espacio amplio fragmentado y dividido en pequeñas estancias. El Trascity que yo planteo es, a parte de exposición, un lugar de paso, de descanso, un archivo, un taller, un punto de encuentro.
En la exposición utilizas diferentes formas de presentación de las imágenes, desde columnas fotográficas hasta marcos desbordados y fotografías que se integran en objetos. ¿Cuál es tu enfoque al utilizar los soportes y el espacio expositivo como herramientas creativas?
Considero el espacio expositivo como un espacio vivo, en proceso o en transición. Pienso en la sala como si fuera un soporte neutro a intervenir. Mis exposiciones están pensadas específicamente para los espacios y contextos que ocupan. La fotografía pasa a formato ‘cuerpo’ cuando piensas en ella como un objeto con unas medidas, un peso, un olor o un material específico de impresión. Me gusta pensar en fotografías que puedes tocar, rodear… en definitiva, una fotografía que deja un poco de ser representación y que puedes habitar.
Cuéntanos más sobre los elementos interactivos en tu proyecto. ¿Cómo invitas a los espectadores a involucrarse y experimentar de manera activa?
En el caso de Trascity, la exposición está planteada como un paseo. Lo primero que encuentras es un pasillo central amplio que invita a ser recorrido. En la sala hay una serie de sillones y sillas que se pueden utilizar a modo de dispositivo de descanso. Tanto sillas como sillones plantean un diálogo entre imagen y diseño, entre representación y objeto de consumo, que muestran fotografías de zonas periféricas de ciudades como Londres, Nueva York, Madrid o Alicante. En la exposición hay elementos coleccionables como postales, pegatinas y textos de sala. Todo diseñado junto a Jaime del Corro. Al final, tú mismo te haces una visión conceptual del proyecto dependiendo de los elementos que recopiles durante la exposición.
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Cortesía del IVAM
La elección de ubicar esta exposición en el IVAM en Valencia es significativa. ¿Cómo crees que el contexto cultural y arquitectónico de este espacio en particular complementa y enriquece la experiencia de Trascity?
La exposición surge de una invitación de su directora, Nuria Enguita, para exponer en la Galería 3 del IVAM. Trascity parte de una historia personal, en concreto de una mudanza. Desde el principio mi deseo ha sido ‘ocupar’ y ‘mudarme’ al museo. La arquitectura del museo y, en concreto, de esa sala moldeó la naturaleza conceptual del proyecto. Desde el inicio tuve un impulso de cambiar por completo el aspecto de la Galería 3, ya que en un principio me parecía un sitio hostil e incómodo. Para ello planteamos una nueva arquitectura construyendo muros y cambiando la iluminación. Por lo tanto, Trascity se presenta como una instalación específica para ese espacio más allá de las obras individuales que aparecen en ella.
¿Hay algún diálogo implícito o influencias específicas que se manifiesten en tu trabajo? ¿Qué artistas o movimientos te han inspirado o impactado de manera significativa?
Como dice el artista norteamericano Richard Prince, todo Arte es continuación de algo previo. No creo en una creación aislada sino en un mapa de relaciones y de vasos comunicantes que te inspiran y te impulsan. De esta manera, artistas que me interesan no tienen por qué estar alineados con mis planteamientos conceptuales de una manera directa. Pienso en el dúo cosmopolita Gilbert & George, la escultora radical Rachel Harrison, el propio Richard Prince como artista coleccionista disperso, la fotógrafa Collier Schorr, que también trabaja en moda, el pintor surrealista metafísico Girogio de Chirico o las películas viscerales de Julia Ducournau.
Alberto, a lo largo de esta conversación hemos explorado tu último proyecto Trascity, tu carrera artística y tus inspiraciones. Para finalizar, me gustaría preguntarte, ¿cuál ha sido el consejo más valioso que te han dado? Y, ¿qué mensaje o consejo podrías compartir tú con aquellos artistas emergentes que tienen por delante multitud de desafíos?
En un mundo acelerado e híper tecnificado en el que vivimos, donde todo se consume de manera instantánea y la tecnología moldea nuestro cuerpo y mente, el consejo que daría es tomarte un tiempo, dejar reposar las ideas sin dejarlas abandonadas, tener un espacio físico para encontrarte con tu trabajo día a día y salir al mundo exterior con ojos curiosos y escépticos.
Por otro lado, creo que el artista sostenible en 2023 es el artista sostenido por su comunidad, que se conecta con otros seres creativos para colaboraciones y diálogos, que establece vínculos, que se involucra, que comparte procesos, que da y recibe y que es parte activa de una escena.
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© Alberto Feijóo
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