“Quería hacer una historia poderosa entre dos hombres, algo visceral y fuerte”, dice el director del film. Y lo consigue a partir de dos o tres elementos fundamentales. Por una parte, Omar Djalo y Dosel Kamana, los intérpretes que aunque no hablen no son mudos. La trama se narra y se percibe a partir de los ojos del más joven, Omar, al que la cámara le sigue muy de cerca para mostrar sus reacciones, sus dudas y su micro universo personal. La química entre ambos es indudable y natural, por lo que los movimientos no son coreografiados sino que surgen puramente de la espontaneidad.
Con Moonlight como clara y evidente referencia, Soul se trata de un vídeoclip que prima las sensaciones y emociones por encima de la narrativa; escenas descontextualizadas y sin continuidad entre ellas que tantean las posibilidades del público de adentrarse en lo inexplícito del vídeo e interpretar a su suerte aquello que percibe.