Como si de una Alicia en el País de las Maravillas futurista se tratara, un conejo rosa vestido de Kling supera obstáculos dentro de una ciudad de estética videojuego. “Kling siempre me ha recordado al sonido que hacen los videojuegos cuando ganas puntos, así que decidí escenografiarlo”, nos cuenta Claudia. Y así es como nos muestra un mundo con una estética píxel surrealista donde todo es posible y nada es lo que parece.