Al fin estamos en agosto, ese mes donde todas las tiendas, locales, talleres y escuelas se coordinan para hacer vacaciones y convertir cualquier ciudad o pueblo en un desierto. Que sí, siguen celebrándose festivales o fiestas mayores, y los más afortunados abandonan sus hogares para irse a algún sitio a desconectar o, tal vez, a descubrir países y ciudades nuevos. Sea como sea, es un buen mes para leer (ojo, no hay un mes malo, leer es fun-da-men-tal). Si en abril, aprovechando el Día del Libro, les pedimos a varios perfiles creativos como Samantha Hudson, Filip Custic, Laura Put o Javier de la Blanca que nos recomendaran algunos títulos, esta vez somos el equipo de METAL y ACERO los que proponemos algo para leer. ¡Aquí van!
PONCHO PARADELA: Delicioso suicidio en grupo, de Arto Paasilinna
Acabo de terminar Delicioso suicidio en grupo, de Arto Paasilinna, y me parece un libro perfecto para leer en estos días. No solo es divertido y ligero, sino que también está lleno de corazón y esperanza, y nos invita a reflexionar sobre nuestra sociedad, nuestros días más oscuros y el poder de la comunidad.
Y si tienes tiempo para más, aprovechando que estamos en el verano del punk-rocker kryptoniano, ¿por qué no leer su mejor obra y, a la postre, mi cómic favorito de siempre? Me refiero a All-Star Superman, donde el genial Grant Morrison plasma en cada página por qué Superman es el superhéroe más importante de todos.

ORIOL ROBERT: Un lugar para Mungo, de Douglas Stuart
La historia tal y como la plantea el autor es una daga clavada en el pecho. Habla de las dinámicas de las comunidades del extrarradio y la complejidad de cualquier persona LGTBIQ+ de sobrevivir en ellas, teniendo en cuenta que, además, la historia transcurre durante los años 90, plena época post-Thatcher en Reino Unido. Al margen de esto, el libro está narrado desde la inocencia más pura del protagonista, de quien te acabas enamorando por completo. En muchas ocasiones me he visto reflejado en él, quizás a mi yo adolescente. Una maravilla. 10/10.

NATALIA ANDREA PÉREZ HERNÁNDEZ: Siddhartha, de Hermann Hesse
Para mí, el verano es un momento para pensar. Tres meses en los que me quiero mover lo menos posible para evitar morir de calor, así que la mente hace la mayor parte del trabajo. Al ser una etapa de transición entre lo que fuimos el año anterior y lo que seremos el siguiente, replantearse nuestra presencia en este mundo y nuestra razón de ser no está de más, y este libro es el que más preguntas y respuestas me ha dado en estas cuestiones.
El protagonista, Siddhartha, relata su vida en búsqueda del Nirvana a medida que sucede, con dudas y pensamientos existencialistas en apariencia sencillos pero de significado complejos, con los que solo por el hecho de estar vivos ya es fácil verse reflejado en ellos. Es una lectura fácil para verano; más que leer, se siente como pensar. Algo que nos hace falta a todos.

MIGUEL BRAÑA: El Proyecto Atman, de Ken Wilber
Para este verano os recomiendo este ensayo del escritor estadounidense Ken Wilber, uno de los pensadores contemporáneos más interesantes –para mí– sobre el desarrollo humano. El Proyecto Atman plantea el viaje de retorno a lo esencial como la mayor evolución de conciencia posible en el ser humano. No es un libro ligero, pero sí una propuesta profunda y muy reveladora, que fusiona conocimientos de la psicología, la mística y la filosofía. Para mí, es una lectura que deja huella y que te abre la puerta a muchos otros caminos de búsqueda.

JORGE LORENZO: Blackouts, de Justin Torres
Me dejó con esa sensación rara y hermosa de estar leyendo algo que no se parece a nada. En un remoto asilo en el desierto, un hombre joven acompaña a un moribundo. Es una novela fragmentada, con archivos reales, fotos, silencios, y mucha emoción contenida, como si fuera un diario íntimo colectivo sobre lo queer, lo olvidado, lo que no se suele contar. Es un atípico relato de amor y un homenaje a los que no les dejaron vivirlo plenamente. Si te atrae lo que rompe las reglas, tanto en la forma como en el fondo, este libro te va a hablar directo al corazón.

DAVID ALARCÓN: La tos, de Alberto Otto.
La tos, de Alberto Otto, es de esos libros difíciles de encasillar, y quizá por eso mismo vale tanto la pena. No es una historia de grandes giros ni de acción trepidante, sino más bien una especie de viaje hacia adentro, donde lo cotidiano se transforma en algo inquietante, casi poético. Tiene una forma muy particular de narrar, muy suya, que a ratos parece distraída, como si se desviara sin rumbo, pero de repente te suelta una frase que se te queda clavada sin saber muy bien por qué. Hay en el texto una mezcla de extrañeza y ternura, de cosas no dichas pero sentidas, que construyen una atmósfera muy íntima, como si uno entrara en una casa ajena y reconociera algo propio. Es un libro breve pero con mucho eco.

BELLA SPRATLEY: The House of Hunger, de Dambudzo Marechera
Provocativa y brutal, esta es una exploración sobre cómo escribir literatura nacional sin caer en el revisionismo. Hedonista y, en ocasiones, violenta, amorosa o desordenada, es una lectura cautivadora que invita a la reflexión. Al igual que las mejores obras, difumina la línea entre la realidad y la ficción, pero de una forma totalmente loca y única. Anárquico, Marechera intentó incendiar la Universidad de Oxford cuando era estudiante allí, y este enfoque devorador y transgresor aparece en su uso del lenguaje. Es un logro impresionante.

ARNAU SALVADÓ: Te di ojos y miraste las tinieblas, de Irene Solà
Puede que ya conozcas a la autora gracias a la preciosa Canto yo y la montaña baila, con la que ganó el Premi Anagrama de Novel·la en Català en 2019, y que la encumbró rápidamente como una de las nuevas voces más originales del panorama. Pues bien, su talento sigue desbordando en Te di ojos y miraste las tinieblas, donde cambia de registro de una forma bastante radical: aunque la historia sigue atada al entorno rural lo mágico, esta vez se acerca al folk horror más tenebroso y oscuro a través de personajes femeninos de un linaje familiar. A momentos opresiva, es una novela que no querrás soltar hasta acabarla. Un sueño o, según cómo se mire, una pesadilla.

ANTONIO ALFARO: Caminar por aguas cristalinas en una piscina pintada de negro, de Cookie Mueller
Caminar por aguas cristalinas en una piscina pintada de negro ha sido una de mis lecturas más sorprendentes de este verano. Cookie Mueller fue actriz, escritora, crítica de arte y musa del punk, formó parte del círculo cercano de John Waters (inolvidable en Pink Flamingos), y testigo de Nueva York en su momento más crudo y creativo de los años 80. Este libro es una recopilación de relatos autobiográficos (bastante fuertes y crudos) en los que Mueller habla de viajes, de maternidad, de drogas y desconocimiento, de juventud, de celebrities, de pobreza; pero sobre todo, de una historia de vida marcada por la libertad, los coqueteos con el cine independiente y las complicaciones del sida. Si eres amante del underground (de cuando este concepto todavía tenía sentido), creo que esta lectura te va a encantar, aunque también te va entristecer mucho.
