Andrea Puig, Daria Nicolau, Clara Oliveras, Laia Nogueras y África Alonso son las cinco mujeres que componen el colectivo de producción cultural feminista La Cicatriz. Se hacen llamar así justamente porque su cometido como grupo es curar las heridas del pasado que “la homofobia y el machismo han dejado en nuestra sociedad y en nosotras mismas”.
Su primera obra, Una llum tímida, cuenta la historia basada en hechos reales de Isabel y Carmen, dos mujeres que se enamoran durante el franquismo y que, por ello, lamentablemente, deben sobrevivir a situaciones de violencia, miedo y rechazo. La función se estrenó por primera vez en el festival Berdache, pero si os la perdisteis no os preocupéis porque, como comentan, ya están trabajando para llevarla al máximo número de personas posible.
Sois cinco chicas jóvenes, profesionales de las artes escénicas, la comunicación visual, el diseño gráfico, la producción, la música y el periodismo social, las que habéis formado el colectivo La Cicatriz. ¿Os podríais presentar brevemente para que os conozcamos mejor?
La Cicatriz es un colectivo en construcción que ha ido transformándose desde su inicio. Lo forman cinco mujeres lesbianas y bisexuales de entre 20 y 25 años, todas con vidas íntimamente relacionadas con el arte. Somos Andrea Puig, compositora y música; Daria Nicolau, productora; Clara Oliveras, productora y guionista; Laia Nogueras, estudiante de dirección y dramaturgia que se encarga de la comunicación, las redes, y del contenido audiovisual; y yo, África Alonso, que soy actriz y dramaturga. Pero no nos centramos únicamente en ‘lo que sabemos hacer’, La Cicatriz es un colectivo en el que aprender constantemente.
Vuestro colectivo se enfoca principalmente en la producción cultural y artística, y tiene como pilares fundamentales el feminismo, el arte, el orgullo y la cultura. Contadnos, ¿cómo os conocisteis? ¿Cómo surgió la idea de crear La Cicatriz?
Exacto, nuestro objetivo es crear pero con el activismo por eje. Es decir, incluir el activismo tanto en lo que mostramos como en la forma en la que trabajamos. No solo por coherencia, sino porque hemos echado de menos una forma de trabajar realmente colaborativa en proyectos pasados. Estamos tirando adelante un proyecto muy ambicioso en un contexto social muy difícil para la cultura, entonces no queda otra que cuidarnos. ¡No siempre es fácil! La Cicatriz nace principalmente de ese mismo deseo: queremos crear y queremos poder hacerlo según nuestros ideales y, por qué no decirlo, según nuestras necesidades como artistas.
Heridas, dolor, sufrimiento, asuntos del pasado… son algunos de los conceptos a los que me remite el nombre de vuestro colectivo. ¿Por qué os hacéis llamar La Cicatriz?
Una cicatriz es una herida curada. La palabra nos remite al pasado, pero ¿de qué sirve olvidarlo si no se curó bien? Miramos hacia adelante pero siendo conscientes de las heridas que la homofobia y el machismo han dejado en nuestra sociedad y en nosotras mismas. Por justicia social y por ir en contra de la costumbre de la política de nuestro país del borrón y cuenta nueva. No estamos dispuestas a que nuestro arte vaya por esa línea. Como escribe en la pizarra Isabel, personaje en nuestra obra Una llum tímida: todas las historias nos recuerdan que nuestro pasado existe.
“Nuestro objetivo es crear pero con el activismo por eje. Es decir, incluir el activismo tanto en lo que mostramos como en la forma en la que trabajamos.”
Estrenasteis vuestra primera obra de teatro, Una llum tímida, en Berdache, un festival emergente que reflexiona sobre el género y la identidad a través de las artes visuales y escénicas. ¿Cómo disteis con el festival? ¿Conocíais esta nueva propuesta o fue el mismo festival el que contactó con vosotras?
Conocíamos a Elisabeth de Berdache y llevábamos hablando del proyecto desde antes de empezar a ensayarlo. Necesitábamos a alguien que apostase por nosotras con los ojos cerrados, y ellxs lo hicieron. Todas vivimos muchísimas dificultades y mucha frustración durante los meses post-confinamiento, pero Berdache no nos dejó caer, y eso es de agradecer mucho. Hace falta gente como ellxs, comprometida con la cultura a ese nivel.
Una llum tímida explora la historia, basada en hechos reales, de Isabel y Carmen, dos mujeres lesbianas que entablan una relación amorosa durante la dictadura franquista. Con esta crónica os proponéis dar voz a las mujeres y reclamar su memoria histórica. ¿Qué proceso de documentación habéis seguido para construir el relato? ¿Habéis recurrido a expertos, o indagado en los archivos históricos?
Empecé a escribir Una llum tímida cuando leí un artículo periodístico que explicaba el caso por encima. No me gustó la forma en la que lo hacía, y por eso decidí reescribir la historia con los datos de ese artículo y de algún otro, pero sobre todo con el testimonio de personas del colectivo LGBTIQ+ que vivieron en esa época. De ahí salieron muchos factores comunes: vergüenza, doble vida, abusos familiares o laborales, miedo, capacitismo, amenazas, odio a la propia identidad y soledad.
También, para entender los prejuicios y la violencia a la que tuvieron que enfrentarse, me documenté de testimonios de personas heterosexuales de la época para saber cómo era vista la homosexualidad y la homosexualidad femenina cuando ellxs eran jóvenes. Y por último, me basé en cómo mujeres de mi entorno, o nosotras mismas, vivimos el hecho de ser lesbianas/bisexuales.
También, para entender los prejuicios y la violencia a la que tuvieron que enfrentarse, me documenté de testimonios de personas heterosexuales de la época para saber cómo era vista la homosexualidad y la homosexualidad femenina cuando ellxs eran jóvenes. Y por último, me basé en cómo mujeres de mi entorno, o nosotras mismas, vivimos el hecho de ser lesbianas/bisexuales.
Como siempre, en los relatos biográficos hay una parte de ficción. ¿Cómo se consigue el equilibrio entre realidad y ficción?
Los hechos más clave son reales: cómo se conocen, sus contextos familiares, el punto de inflexión en su relación y el final. Isabel y Carmen, las reales, se conocieron en Castilla la Mancha y vivieron en Valencia, pero nosotras trasladamos la obra a Barcelona. Por supuesto, hay licencias. Al final la obra pretende hablar de las vidas de las lesbianas, e incluir a todas esas personas que lucharon y que luchan para poder vivir sus vidas y sus relaciones con dignidad.
La obra se centra principalmente en el estigma de la homosexualidad en la época franquista y en su asociación con las enfermedades mentales. Se trata de un relato en el que el rechazo, el miedo y el maltrato están muy presentes. ¿Qué nuevas miradas o perspectivas del pasado creéis que aportará vuestra obra?
Yo creo que olvidar el daño que se causó a las mujeres lesbianas de esa época ha sido relativamente fácil para nuestra sociedad, por el doble filo de opresión al tratarse de homosexuales y mujeres. Queremos poner el foco en aquello que ni siquiera se ha tenido en cuenta, en aquellas vidas que se marchan sin hacer ruido.
Creo que el público sale de la obra pensando ‘esto que me ha hecho sentir, emocionarme y llorar, podría haber pasado en la puerta de al lado de mi piso. Puede haber pasado y probablemente ha pasado, y yo no me habré ni enterado’.
Creo que el público sale de la obra pensando ‘esto que me ha hecho sentir, emocionarme y llorar, podría haber pasado en la puerta de al lado de mi piso. Puede haber pasado y probablemente ha pasado, y yo no me habré ni enterado’.
Andrea y África, ambas os habéis encargado de la composición musical de la obra. ¿Qué sentimientos y emociones buscabais transmitir con la música? ¿A qué suena Una llum tímida?
Andrea: Escribo sobre mis vivencias y cada persona es libre de interpretarlas como desee. Cada canción es un mundo, y hemos intentado adaptar cada una de ellas a lo que la obra y la historia nos ha pedido.
Siempre que componemos una canción, sin darnos cuenta, se ve influenciada por toda aquella música que llevamos dentro, la que hemos escuchado desde que éramos pequeñas. En nuestro caso, el pop español de la década de los 90 y los 2000 nos marcó muchísimo a las dos, y eso se puede ver reflejado en nuestras canciones. Toda la obra está instrumentada únicamente con guitarra y cello, y esto nos ha permitido darle a los interludios un estilo distinto al de las canciones, y generar así un contraste inspirado en el romanticismo de la música clásica.
Siempre que componemos una canción, sin darnos cuenta, se ve influenciada por toda aquella música que llevamos dentro, la que hemos escuchado desde que éramos pequeñas. En nuestro caso, el pop español de la década de los 90 y los 2000 nos marcó muchísimo a las dos, y eso se puede ver reflejado en nuestras canciones. Toda la obra está instrumentada únicamente con guitarra y cello, y esto nos ha permitido darle a los interludios un estilo distinto al de las canciones, y generar así un contraste inspirado en el romanticismo de la música clásica.
Comentáis que uno de vuestros objetivos es convertiros en un posible ejemplo pedagógico a través de la producción artística. ¿Con qué mensaje nos deberíamos quedar los que veamos la obra? ¿Qué es lo más importante que aprenderemos de ella?
Siendo clara y realista, el aprendizaje es haber podido crear un equipo (tanto el de La Cicatriz actualmente, como el equipo de profesionales que ha llevado a cabo Una llum tímida) que esté feliz de haber participado en esta experiencia, con unas condiciones económicas tan precarias y en la situación crítica que vivimos como sociedad ahora mismo. Creo que el sector de la cultura está siendo ejemplar por cómo está luchando para defender su trabajo y su sitio.
Pensar que, detrás de la calidad artística y de la emoción que nos aporta aquello que vemos, hay gente que actualmente no solo no gana, sino que pierde dinero, es algo a valorar, y mucho. Detrás de esta obra, y de las que vendrán, hay muchas horas de trabajo, tanto por parte de las componentes de La Cicatriz que ya no están como de las que estamos ahora. Y ojalá se nos permita crecer.
Con relación al mensaje de la obra, creo que es una extensión de lo que somos como colectivo. Isabel y Carmen son el reflejo de una historia que nos persigue y que intentamos dejar atrás para avanzar; es una historia que se ha intentado silenciar y borrar durante muchos años. Creemos que se tiene que mostrar para poder aprender de ellas. La historia y nuestras raíces son muy importantes para aprender, progresar y educar, y que esta parte de nuestra historia no se reivindique nos incide directamente en cómo vivimos en nuestro presente y en nuestro futuro.
Queremos mostrar una realidad aún viva y recurrente en nuestra sociedad para revolver conciencias. No entendemos un arte que no intente despertar preguntas que el público tenga que resolver sí o sí. En definitiva, queremos mostrar la importancia de creer en lo que haces todos los días y cuidarlo, y recordar el pasado como punto de partida para mejorar siempre.
Pensar que, detrás de la calidad artística y de la emoción que nos aporta aquello que vemos, hay gente que actualmente no solo no gana, sino que pierde dinero, es algo a valorar, y mucho. Detrás de esta obra, y de las que vendrán, hay muchas horas de trabajo, tanto por parte de las componentes de La Cicatriz que ya no están como de las que estamos ahora. Y ojalá se nos permita crecer.
Con relación al mensaje de la obra, creo que es una extensión de lo que somos como colectivo. Isabel y Carmen son el reflejo de una historia que nos persigue y que intentamos dejar atrás para avanzar; es una historia que se ha intentado silenciar y borrar durante muchos años. Creemos que se tiene que mostrar para poder aprender de ellas. La historia y nuestras raíces son muy importantes para aprender, progresar y educar, y que esta parte de nuestra historia no se reivindique nos incide directamente en cómo vivimos en nuestro presente y en nuestro futuro.
Queremos mostrar una realidad aún viva y recurrente en nuestra sociedad para revolver conciencias. No entendemos un arte que no intente despertar preguntas que el público tenga que resolver sí o sí. En definitiva, queremos mostrar la importancia de creer en lo que haces todos los días y cuidarlo, y recordar el pasado como punto de partida para mejorar siempre.
“No entendemos un arte que no intente despertar preguntas que el público tenga que resolver sí o sí.”
La programación del festival incluía un muy buen cartel, con Carmen Muñoz, Fernando López, María Sevilla o Pol Jiménez, entre otros. ¿Qué obras o artistas os gustaron más?
Berdache tiene muchas propuestas, y todas son muy interesantes. Lo que es muy bonito de este festival es que aparecen diferentes ramas de las artes que culminan con una programación muy diversa. No podemos escoger porque todas y cada una de ellas son muy atractivas e interesantes. Esperamos que haya muchas más ediciones.
Como se ha comentado antes, sois un colectivo muy nuevo, pero con unos valores muy fuertes y arraigados. Sé que apenas habéis empezado con vuestra primera obra, pero estoy segura de que tenéis más temas en mente que queréis trasladar al escenario. Contadnos, ¿qué otras cuestiones os gustaría explorar de cara al futuro?
Ya tenemos en mente colaboraciones puntuales que nos gustaría llevar a cabo con arte-activistas cuyo trabajo nos inspira. También la publicación de un libro, un proyecto audiovisual de temática LGBTIQ+, y otra obra musical. ¿Por dónde empiezo? Parar, no paramos.
La obra se estrenó el 8 y el 9 de octubre en el Teatre Joventut, en l’Hospitalet de Llobregat. Aparte de este primer estreno, ¿tenéis planeado llevar Una llum tímida a otros teatros o centros culturales?
Nuestro objetivo es llevarla al máximo número de personas posible. Estamos trabajando para que así sea, pero programar una obra como la nuestra, sin un gran presupuesto detrás, ahora mismo es muy complejo. Así que cualquier ayuda es no solo bien recibida sino necesaria.