Su conversación es ágil y divertida, pero a la vez profunda y muy valiosa. Vital y motivadora, nos anima a ir detrás de nuestros objetivos. Con la humildad de los que lo han peleado mucho, Yasmina desgrana los entresijos de la industria de la moda y nos habla de lo que más le ilusiona de su trabajo, incluyendo su experiencia delante del objetivo de Paolo Roversi para Acne.
De padre argelino y madre valenciana, Yasmina se fue a París con diecisiete años a estudiar en la École de la Chambre Syndical, donde permaneció tres años compaginando sus estudios con trabajos y colaboraciones con distintas revistas de Barcelona. Ahora se ríe cuando nos confiesa que en aquella época quería ser John Galliano: “Con catorce años crees que todo lo que dibujas podría ser real”. Aunque fue a París con la idea de ser diseñadora, pronto empezó a hacer estilismos y a colaborar con revistas. A los diecniueve años, algo cansada de la capital francesa, se mudó a Nueva York, donde se dio cuenta de lo largo y complejo que era el proceso y que ya no quería ser diseñadora: “He hecho comunicación, estilismos, he escrito artículos, etc. Quería verlo todo, y haciendo prácticas en el showroom de Dior pensé en todo lo que hay detrás de este sector: la parte técnica, el marketing, la publicidad. Quería investigar y descubrir mi camino dentro de la moda”.