Nace en buenos Aires, y se modifica allí. Es el resultado de la necesidad de expresar un punto de vista propio de la ciudad, su gente y mis sueños. Estudié Diseño de Indumentaria y estilismo en la Universidad de Palermo, donde me recibí y soy docente en la actualidad. Vanesa Krongold es mi nombre y apellido, y con eso te puedo decir que me interesa ser una persona distinta, capaz de comunicar mi mirada de la actualidad a través de la ropa.
Es ecléctica, positiva, vibrante, elegante, sofisticada e imperfecta. Es un universo, un estado de ánimo y una reflexión de la actualidad. También es poesía visual.
Me gustaba jugar a la agente de viajes, bailar y cantar. Siempre fui un espíritu rebelde y libre. Nunca diseñaba, pero sí inventaba objetos y me encantaba construir los jueguitos del huevo kinder, realmente lo hacía muy bien. También me gustaba escribir mucho, inventaba cuentos muy surrealistas y románticos.
Cada colección es un país distinto, dentro del mismo universo. Tiene que ver mucho con mi estado de ánimo y el momento. Eso se traslada a los materiales y los colores. Me gusta recorrer la ciudad, encontrar objetos inusuales, o charlar con extraños. Tomo fotos, paso horas en internet y encuentro cosas al azar, que después se conectan con una foto o un recuerdo. También redacto y escribo palabras claves que componen la poesía textual de la colección. Todo aquello deviene en un collage con o sin sentido, que compone una serie de estampados y texturas gráficas.
Para una mujer que sueña. Segura, sin prejuicios.
La camisa. Es una prenda que comenzó siendo de mujer, luego la hice para hombres y hoy es una prenda totalmente hipster y unisex.
Creo que sí, y que es la responsabilidad del diseñador generar algo nuevo y sorprender. Una vez que enamora, la gente quiere vestirlo y saber que se siente, en que personaje puede convertirse. La libertad es parte de la personalidad del diseñador. Creo que lo mío tiene mucho que ver con inventar también. La experiencia de No-One fue muy buena, porque tuvo una recepción muy positiva en Londres y me ayudó a tener mucha difusión online en lugares inesperados como Asos y Farfetch, en donde se vendía la ropa. Pero no puedo decirte que en el exterior me dieron más atención que en Buenos Aires, porque fue a la inversa y estoy muy agradecida y feliz por eso.
Sí, y lo más curioso fue que cuando lancé mi primera colección, fue sorprendente la aceptación de la gente. El consumidor aquí está avido de nuevas propuestas porque está muy informado. Está al tanto de lo que pasa en Tokio, París, Londres y me imagino que sueña con ver propuestas como esas en BA y no creo que se equivoquen. Con lo cual, es importante perder el miedo a qué se vende y qué no se vende e inventar algo nuevo. Todo puede comercializarse una vez que está hecho, siempre y cuando el parámetro sea el de embellecer a quien lo use.
Seguramente. La verdad que cuando imagino mis prendas no tengo en mente la palabra éxito, sino amor, positivismo, frescura. Me interesa hacer cosas que se sientan libres, que sorprendan y que generen una sensación positiva y alegre. Creo que las prendas tejidas a mano se sienten como una caricia para quién la usa. Cuando las pensé me imaginé los osos cariñosos, y cómo sería su textura para el invierno.
Es muy lindo saber que se acepta el trabajo de uno. También es importante entender que es momentáneo y la aceptación se convertirá en respeto, siempre y cuando se base en mucho trabajo, pasión y amor por lo que hago, sin prestarle mucha atención a las reglas o las pautas del ambiente.
Creo que se está gestando toda una camada de diseñadores nuevos, entre 25 y 30 años. Es divertido porque nos conocemos entre todos. Cada uno es bastante fiel a su estilo y eso está bueno. Es una generación distinta, porque podemos mostrar nuestro trabajo a través de internet y eso puede facilitar la difusión. Lo difícil y trascendente hoy, es lograr llevar a cabo ese universo digital a uno real. Generar un punto de venta que acompañe el universo de la marca.
Me encanta Miu Miu. Aunque no estoy muy al tanto de los último desfiles y soy bastante volada con los nombres. Me encanta Louise Gray, y de Buenos Aires, Bandoleiro y Paula Selby Avellaneda. Me fascina lo que hizo Dalila Puzzovio en su momento.
Manipular imágenes, ver el resultado en el cuerpo, en una foto. Convertir la prenda en un objeto con vida, con estilo. También escuchar como lo aprecian los demás y que significado tiene, me gusta cuando genera recuerdos en los demás y los hace sentir mejores. Es lindo trabajar en equipo. Ahora por ejemplo estoy colaborando con el artista Rosarino Pablo Resolabe, que está viviendo en mi taller. Estamos armando árboles de papel para lo que va a ser mi showroom. El contacto con el arte y la música me encanta también, por ejemplo vestir a cantantes. Hoy estoy haciendo todo el vestuario del nuevo disco de la banda local Lavial.
El arte, la música, mi abuelo. Me inspira viajar. No tiene que ser lejos, sino viajar a un barrio desconocido. Lo nuevo, lo inédito. El barrio y su contraste con lo más moderno de la ciudad. Las costumbres y romperlas. Internet y sus sin sentidos me divierte mucho. El lenguaje google, sus ficciones, colores y fotos random.
El clima, la gente y sus colores. El sentimiento de que todo esta escribiéndose, y somos parte de ese libro en blanco, adolescente y pasional.
Quizás la misma gente que amo, a veces la odio. Los olores que se sienten en muchos lugares y el humo de los colectivos.
Hoy, estoy trabajando para inaugurar mi espacio de venta que no solo sea un showroom, sino un futuro espacio de cosas fabulosas, en donde coexista la ropa con el arte y circule gente muy interesante. Lo veo como un espacio mágico y único. Seguramente viajando y viviendo en alguna ciudad de oriente.




