Empezaron a trabajar juntos hace cuatro años. Ahora, contra todo pronostico, confiesan que lo comparten todo: taller, oficina y, espacialmente, el interés por los oficios, la naturaleza y la técnica. Inés Llasera y Guillermo Trapiello, los integrantes de Tornasol Studio, han encontrado, a través el diseño de objetos y espacios, un lenguaje con el que darle forma a sus ideas y donde “hay lugar de sobra para la experimentación y el juego”. Y, convencidos de que sigue habiendo espacio para el diseño independiente y para propuestas como la suya, continúan traduciendo a las formas más vanguardistas los conceptos, gestos, dentales y experiencias que recopilan de su entorno.
Con Tornasol Studio, os habéis consolidado como estudio de arquitectura y diseño industrial, pero empecemos por el principio, ¿quiénes son Inés Llasera y Guillermo Trapiello?
Inés: Soy diseñadora de producto con un enfoque intuitivo y experimental. Mi trabajo se centra en el estudio de las cualidades materiales y la percepción. He desarrollado proyectos en interiorismo, diseño de producto y mobiliario.
Guillermo: Aparte de trabajar como cartógrafo para National Geographic durante los últimos años, en paralelo, me he dedicado a investigar sobre oficios artesanos y nuevas tecnologías de fabricación, buscando cuáles pueden ser las conexiones entre ambos mundos.
Podría decirse que Tornasol Studio es la intersección entre las formaciones, inquietudes y experiencias de los dos. Hemos encontrado en el diseño de objetos y espacios la escala perfecta para desarrollar nuestras ideas y llevarlas a cabo.
Guillermo: Aparte de trabajar como cartógrafo para National Geographic durante los últimos años, en paralelo, me he dedicado a investigar sobre oficios artesanos y nuevas tecnologías de fabricación, buscando cuáles pueden ser las conexiones entre ambos mundos.
Podría decirse que Tornasol Studio es la intersección entre las formaciones, inquietudes y experiencias de los dos. Hemos encontrado en el diseño de objetos y espacios la escala perfecta para desarrollar nuestras ideas y llevarlas a cabo.
¿Cuándo os disteis cuenta de que trabajabais bien juntos y de que el diseño era lo vuestro?
Empezamos a trabajar juntos en el taller hace cuatro años. En aquel entonces teníamos especial curiosidad por construir cosas y aprender de la práctica. Después de colaborar en varios proyectos y al cabo de no mucho, acabamos compartiéndolo todo, estudio incluido. El interés común por los oficios, la naturaleza y la técnica hizo que montar la oficina conjunta fuera un proceso natural.
Aseguráis que vuestro diseño se centra en el estudio de fenómenos naturales y, además de tener una oficina en Madrid, contáis con un taller en Trujillo, en la provincia de Cáceres. ¿Cómo influye vuestra producción el hecho de estar en contacto con la naturaleza? ¿Creéis que ya se ha vuelto algo imprescindible para vosotros y vuestras creaciones?
Nuestro estudio se divide en dos: el taller en Trujillo y la oficina en Madrid. En el taller investigamos y materializamos nuestros proyectos, y en la oficina, llevamos la parte más estratégica del estudio. Esto también nos permite estar vinculados a artesanos y diseñadores tanto de Madrid como del medio rural. Solemos fabricar maquetas y prototipos en el taller, trabajar con nuestras manos en esta parte del proceso nos da mucha libertad para pensar e idear proyectos futuros. En algunos casos, producimos las piezas finales allí, pero mayormente se completan en otros talleres.
Además, también realizáis proyectos de restauración e instalaciones en espacios rurales. Teniendo esto en cuenta, ¿cuáles son las claves para lograr fusionar modernidad y tradición?
Para nosotros, la vinculación al medio local, la tradición y la artesanía implican una condición de excelencia en la ejecución y el cuidado por los detalles muy por encima de la producción estandarizada al uso. También es importante entender que la artesanía del futuro operará con inputs más allá del trabajo manual y del propio taller. Por lo tanto, esta forma de trabajar está en proceso de redefinirse y creemos que es importante dejar atrás la visión romántica en la que para que algo sea puramente artesano tiene que ser ultra especializado o no debe haber máquinas de por medio. Nos parece mucho más interesante trabajar en la frontera entre las tradiciones, la experimentación y la composición de saberes, mezclando tecnologías e intereses lejos de la etiqueta de lo que hoy entendemos por artesanía o alta tecnología.
Sin duda, uno de los proyectos más especiales fue la construcción de vuestro taller. ¿Cómo fue el proceso? ¿Os permitió experimentar tanto como quisisteis?
La construcción de nuestro taller seguramente haya sido nuestro proyecto más importante, por lo menos a nivel personal. Pudimos experimentar con técnicas de allí y diseñar el espacio a medida que se iba construyendo. Fue el caldo de cultivo de lo que somos ahora y el origen de Tornasol. Siempre decimos que nuestro taller es como un templo para nosotros.
A la hora de trabajar, habláis con vuestros clientes para concretar el proyecto y, entonces, buscáis referencias. Aunque cada diseño es diferente y os hace recurrir a inspiraciones distintas, ¿tenéis algunos diseñadores de cabecera a los que admiréis especialmente?
Si bien es verdad que tenemos muchos ídolos, normalmente no trabajamos haciendo referencia a otros diseñadores como punto de partida, sino que trabajamos desde conceptos o referencias que casi siempre vienen de fuera del diseño: la náutica, la botánica, la psicología, el mundo pop… Dicho esto, si tuviéramos que hacer una lista, así, a lo loco, sería esta: Fuller, Aalto, Noguchi, los Eames, Jean Prouve, Fukasawa, Milá, Jasper Morrison, los Bouroullec, Tomas Alonso, Max Lamb, Tomás Saraceno, Jochen Holz, Antón Alvarez y Maio.
“Aspiramos a hacer proyectos en los que se establezcan relaciones emocionales a través de la percepción y los sentidos.”
Materializáis los deseos de los clientes a través de la técnica y la imaginación. Pero seguro que, en más de una ocasión, puede ser todo un reto. ¿Hay algún diseño en concreto que pensasteis que no seríais capaces de sacar adelante? ¿Cómo se gestionan los bloqueos ante un proyecto que crees que te supera?
Normalmente, si hay sintonía con el cliente y la comunicación es fluida con los oficios, no suele haber atascos. En principio, a no ser que haya cataclismos de fuerza mayor, siempre se puede buscar la manera de llegar a soluciones. Cuando la escala del proyecto excede nuestra capacidad, también nos gusta colaborar con otros equipos.
Sin embargo, la realidad es que no todos están dispuestos a apostar por las creaciones de diseñadores independientes. Las grandes superficies, aunque logran que un gran número de personas puedan decorar sus casas con muebles modernos y a precios asequibles, han contribuido a considerarlos como objetos de consumo de corta vida y reemplazables. ¿Qué pensáis al respecto? ¿Hasta qué punto esta concepción puede condicionar vuestro trabajo?
Seguimos creyendo que hay un espacio para el diseño independiente a pesar de la hegemonía de las grandes superficies. La propuesta que podamos hacer estudios como el nuestro sigue siendo demandada, contando con que en la escena española tampoco hay demasiada oferta, que digamos. También creemos que para poder diseñar y producir diseños industriales de calidad hay que empezar por autoeditarse. Pero no descartamos en el futuro combinar el diseño customizado que hacemos ahora con la producción en serie para grandes editoras.
Teniendo en cuenta esta situación, ¿cómo veis el futuro del diseño en España? ¿Creéis que se va a apostar más por estudios y propuestas como la vuestra? Y, siendo utópicos, ¿cómo os gustaría que fuese este futuro?
Creemos que pasará algo parecido a lo que ha ocurrido con la arquitectura. La gran parte de los diseños que nos rodean son de baja calidad, pero sigue quedando un pequeño nicho para la excelencia, sobre todo en las pequeñas arquitecturas y en el mundo de lo cotidiano. También tenemos esperanza en que el tejido industrial se renueve en este país, para lo cual la colaboración con estudios de diseño como el nuestro es clave, no podemos seguir anclados en la ultraespecialización, especialmente en los derivados del ladrillo, ni tampoco obviar la figura del diseñador industrial.
Una de vuestras últimas propuestas ha sido la exposición Órbitas, en la que presentasteis un conjunto de objetos y muebles a medio camino entre lo arquitectónico y el diseño de producto. El protagonismo de la madera, los toques de color, la fascinación por la geometría… Además de que la funcionalidad no es el único elemento a tener en cuenta a la hora de crear, ¿qué más tienen en común estos diseños? ¿Cuál fue la motivación detrás de la propuesta?
El denominador común de todos nuestros diseños es el deseo. Casi todo lo que hacemos sale de conceptos o gestos muy concretos, detalles y experiencias que recopilamos de nuestro entorno y que traducimos en objetos cotidianos. Buscamos transmitir esas sensaciones a través del diseño y el juego.
En Órbitas quisimos hacer una muestra no solo en la que presentar todo nuestro trabajo reciente, sino también como una declaración de intenciones, contar quiénes somos y qué proyectos queremos hacer, abarcar muchas técnicas y tipologías nuevas para nosotros. Nos propusimos el reto de producir en serie todo lo expuesto y trabajar con grandes fabricantes, como fue el caso de Granorte, un coloso de la fabricación del corcho que nos ha producido y editado el Diabolo stool. Gracias a lo ambicioso del proyecto, hemos tenido la oportunidad darnos a conocer en el panorama internacional.
Para las creaciones de Órbitas, os inspirasteis desde en el juego chino Mikado hasta en trampas para cangrejos. ¿Es cierto que la inspiración puede estar en cualquier parte?
Nos gusta trabajar con la metáfora visual, situaciones del día a día que nos asombran de alguna manera. Buscamos referencias populares que también tengan interés para nosotros por su materialidad, poder evocador o, simplemente, por su valor simbólico.
Quizá, una de las tareas más difíciles para todo creativo es encontrar un lenguaje propio. Teniendo en cuenta vuestras creaciones hasta la fecha, ¿dirías que vosotros lo habéis encontrado? ¿Pensáis que es algo que está en evolución constante? ¿Experimentar es la clave para seguir desarrollándolo?
Creemos que sí, o por lo menos, hemos encontrado un lenguaje con el que poder hablar entre nosotros y pasarlo bien. También somos conscientes de que nuestra propuesta es muy abierta y hay lugar de sobra para la experimentación y el juego.
¿Cómo resumirías vuestra filosofía a la hora de trabajar?
Aspiramos a hacer proyectos en los que se establezcan relaciones emocionales a través de la percepción y los sentidos. Creemos en aquello que decía Franz Hessel de que solo vemos aquello que nos mira.
Y, de cara al futuro, ¿os veis vinculados al diseño durante mucho tiempo? ¿Hay algún proyecto o meta que tengáis en mente cumplir en los próximos meses?
Ese es el plan. Fueron felices y comieron perdices. Ahora estamos centrados en poner en marcha la producción en serie de nuestras piezas, mientras seguimos desarrollando encargos.