Nuestro proceso creativo es bastante intuitivo, se basa mucho en conocer a las personas y aprender su forma de trabajar. En definitiva, realizar un trabajo de campo y darle una vuelta de tuerca. Por ejemplo, el proyecto Rederas nació porque tenemos familia gallega y todos los veranos vamos a un pueblo de Lugo. Allí tienen una nave enorme y nos parecieron increíbles las redes kilométricas que se almacenan allí y cómo las rederas van cada día a coserlas.
Nos pusimos en contacto con ellas y los pescadores, analizamos sus utensilios de pesca, y a partir de ahí pensamos en nuevas utilidades para esos objetos. Sin ir más lejos, el portamóviles se usa originalmente como una bolsa para guardar el cebo vivo, un producto que lo podrías encontrar directamente en la playa, arrastrado por la marea. Lo que nos interesa es salir de esa primera utilidad, convertir un objeto puramente útil en algo puramente estético.