The Plant es un revista que trata de plantas, que le da una vuelta de tuerca al género, explorando la relación del ser humano con la naturaleza a través del arte. Una revista con un diseño muy cuidado en la que podemos encontrar desde un poema en prosa de la actriz Tilda Swindon sobre el árbol de su padre, hasta un bestiario ilustrado de plantas imaginarias. Detallista y original, The Plant va de lo concreto a lo abstracto, resultando interesante no sólo a los amantes de la vegetación sino a todos aquellos con un mínimo de sensibilidad por su entorno. Aprovechando la publicación del nuevo número, centrado en la bella maranta, hablamos con sus creadoras: Carol Montpart, Cristina e Isabel Merino.
¿Por qué una revista sobre vegetación?
Decidimos crear The Plant no solo porque nos gustan las plantas, también porque nos apasionan las revistas. Hablábamos entre nosotras de nuestras plantas, hacíamos algún esqueje e íbamos aprendiendo, pero también solíamos hablar de cuánto nos gustaría tener nuestra propia publicación. Cuando nos dimos cuenta de que no existía ninguna revista de plantas que las tratara de una manera especial, cuidando mucho el diseño, la fotografía y con unos contenidos atractivos, decidimos hacer una. De todas formas, The Plant no solo es una revista de naturaleza o de plantas, es una revista que explorara cómo se relaciona la gente con ellas y cómo las plantas les sirven de inspiración.
Entonces, ¿leyendo The Plant podríamos acercarnos a entender las dimensiones románticas que tiene la interacción del ser humano con su entorno?
No estamos seguras de si la visión de The Plant es romántica. La verdad es que las plantas han estado presentes desde siempre en la vida de la gente aunque, seguramente por la velocidad a la que se mueven las cosas y el estrés con el que vivimos hoy en día y, especialmente en ambientes urbanos, sentimos una mayor necesidad de conectar con la naturaleza. Puede que por esas mismas razones nos guste disfrutar de pequeños detalles, ya sea un ramo de flores, una excursión o el trabajo de un artesano.
Cada número de The Plant parece centrarse en los distintos puntos de vista que diferentes artistas ofrecen sobre una misma planta...
La revista incluye un monográfico sobre una planta en concreto en el que explicamos cuáles son los cuidados, algunas curiosidades e incluimos, además, una galería de ilustraciones de diferentes artistas. Es una manera de ir investigando poco a poco nuestras plantas preferidas. En los cuatro números que llevamos hemos hecho ya el cuerno de alce, la monstera, la camelia y la maranta y, ahora estamos ya dándole vueltas a la planta del siguiente número. Tienen en común que son plantas más o menos fáciles de cuidar en casa y que, ya sea por su forma, sus hojas o sus flores, resultan muy atractivas.
Ahora que mencionas la maranta, esta planta tropical que parece diseñada y pintada por un artista como si fuera una especie de “happening” de la naturaleza, es la protagonista de vuestro último número...
Es una planta increíble, empezando por los dibujos y los colores de sus hojas, que son preciosos. Es una familia con más de seiscientas especies, cada una con un patrón propio, con manchas y combinaciones únicas de blanco, amarillo, verde, marrón y hasta rojo. Además, la maranta responde a los estímulos lumínicos con movimiento, con lo que por la noche las hojas se pliegan hacia arriba y durante el día se mantienen más o menos horizontales.
He leído en el blog de la revista que en el siglo XVIII se llevó a cabo un experimento para determinar si los vegetales pueden sentir emociones o no. Los resultados fueron sorprendentes aunque no reconocidos ni por la comunidad científica de la época ni la actual. ¿Tienen sentimientos las plantas?
Existen bastantes trabajos científicos que buscan determinar si más allá de sensibilidad las plantas tienen sentimientos. En el mundo del arte estas investigaciones han tenido cierta repercusión con experimentos bien curiosos como Teaching a plant the alphabet de John Baldessari o Bob Dylan vs Neil Young, una obra de Tony Romano que incluimos en el primer número de The Plant y que hace referencia a los estudios que relacionaban la escucha de música con el crecimiento de las plantas.
Entonces, ¿a las plantas hay que ponerles música?
La sabiduría popular lo dice así. Y numerosos experimentos científicos (y seudocientíficos) han buscado la explicación, aunque las conclusiones ahora mismo se nos escapan. Precisamente una de las obras que comentábamos antes, Dylan vs Young hace referencia a un experimento que concluía que, mientras las distorsiones de la guitarra de Neil Young “estresában” a la planta y hacían su crecimiento más traumático, las melodías de la acústica del primer Dylan le procuraban un crecimiento más armónico.
Otro artículo que me llama la atención es el análisis del lenguaje oculto de las plantas en "Blue Velvet" de David Lynch.
En los cuatro números que llevamos publicados hemos incluido un artículo relacionando las plantas con el cine. Pero no se trata de realizar un análisis del lenguaje oculto de las plantas sino una exploración del cine de autores como Lynch, Rohmer o Godard a través de la presencia de las plantas en sus películas. Las plantas, el jardín y la naturaleza tienen una fuerza expresiva que merece la pena explorar.
The Plant se nutre de las contribuciones de artistas de todo el mundo. ¿Os encuentran ellos a vosotras o la montaña va a Mahoma?
Por suerte ocurren ambas cosas. Recibimos muchas propuestas y entre ellas hemos descubierto a gente increíble. En otros casos somos nosotras quienes hacemos la propuesta a gente a la que admiramos. En este sentido estamos muy agradecidas ya que, desde el primer momento, hemos encontrado gente que se ha implicado con la revista.
¿Qué tipo de artistas buscáis?
Lo que buscamos es gente que comprenda el concepto de la revista y de la pieza concreta que realiza pero que, a la vez, nos sorprenda.
¿Alguno o alguna a por quien sintáis especial debilidad?
Estamos tan agradecidas a todos nuestros colaboradores que somos incapaces de citar a uno solo.
En el anterior número le dedicabais un reportaje a las flores salvajes de Cap de Creus y, en el actual, un ensayo a los patios del este de Londres. Además, The Plant tiene sede en Barcelona y Londres, ¿os quedáis con la flora autóctona o con la británica?
Somos mediterráneas y la verdad es que, aunque implique un paisaje más seco que el inglés, somos más de flora autóctona. Eso sí, el aprecio y la dedicación por las plantas de los británicos es envidiable. ¡Y sus parques también!
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