Pues es raro, pero es. Cada persona que, dentro de la que está cayendo, decide venirse a un concierto y apostar por la música en directo, se está ganando el cielo, porque es un acto de valentía. Saldremos para adelante seguro, aunque han sido unos años muy complicados. Yo toco madera, porque he seguido trabajando y tirando, así que no me puedo quejar. Pero actualmente la energía está sesgada. Falta algo en los conciertos, y es la corporeidad; somos como un televisor encendido en el que ponen el fútbol, acabamos un tema y se aplaude, pero falta el movimiento entre artistas y público, que recuperemos eso es fundamental.