Aprovechamos la ocasión para hablar con los comisarios en una conversación que retoma los temas centrales de So Lazy, donde se cuelan referencias a artistas como Marcel Duchamp y a Kazimir Malévich y su reivindicación de la pereza como verdad inalienable del ser. A saber, cómo derrochar de forma eficaz elogiando el derroche de lo que excede, porque para que cualquier sistema sea sostenible, siempre excede algo como necesario; también, la crítica al trabajo como forma de subsistencia, y la redistribución de recursos y tiempo.
La exposición está dividida en cuatro salas, pasando de la hiperactividad a la contemplación. Plantean un recorrido que va de la vida activa a la vida contemplativa en la primera sala. Con obras como la de Angela Ferrera, plantean un consumismo como si nos consumiera a nosotros. En la segunda sala se contrapone el espacio productivo versus el improductivo, con obras especulares como el Monumento al trabajo de Francesc Abad. Alberto Gil Casedas nos ofrece un contrapunto, confrontando derroche y trabajo, dibujando líneas blancas sobre papeles en blanco durante 8 horas, los domingos, y depositando posteriormente los restos de los lápices utilizados en pequeños botes. La tercera sala es la dedicada al ocio (utópico). Allí nos encontramos con la obra de Constant New Babylon, donde trata de superar al ‘homo faber’, en una huida hacia el ‘homo ludens’. La cuarta y última sala plantea la contemplación como parte del ocio y parte de la solución. En esta sala en concreto, todo ha sido creado para propiciar el momento de introspección que se pretende conseguir. Podemos destacar la intervención mínima de Camila Cañeque, que nos lleva hacia un mar que sigue su ritmo eterno.