Nos apuntamos a una escuela cercana con la única intención de experimentar, pero desde la primera clase ambos sentimos que habíamos desbloqueado una parte creativa que nos permitiría explorar diferentes formas de expresión. El primer contacto con los materiales, las herramientas y el espacio fueron los que nos animaron a poner en marcha el proyecto que, desde el inicio, ha venido marcado por retos. El reto principal fue el adentrarnos en un sector hasta el momento, totalmente desconocido por ambos. Durante los primeros meses, descubrimos cómo funciona el proceso de creación de una pieza de principio a fin y, juntos, empezamos a experimentar y a darle forma a nuestras piezas. Por un lado, sentíamos que teníamos que avanzar con el proyecto y disfrutábamos creando cada pieza, pero, por otro lado, teníamos que compaginar este proceso con nuestros trabajos de ese momento, así que no fue un camino fácil. Por suerte nos gustó tanto que dedicarle todo nuestro tiempo libre se convirtió en un regalo hasta que finalmente se convirtió en nuestro modo de vida.