Nuestras actividades se desarrollan en tres áreas. El área de proyectos es la que nos ha hecho crecer y la que nos obliga a reformularnos continuamente. El área de festivales y exposiciones es la que está en contacto directo con los fotógrafos y es nuestro puente con la sociedad, usando la fotografía como herramienta de sensibilización. Desde hace once años tenemos un área educativa que está creciendo mucho y desde la que promovemos que la fotografía sea una herramienta de transformación, inclusión social y crecimiento personal. Hemos desarrollado varios talleres en los que facilitamos las cámaras a los colectivos para que ellos se auto-documenten y puedan experimentar el poder de la fotografía en sus manos. Empoderizar su voz, mejorar su autoestima, entrar en contacto con otros grupos de personas a los que normalmente no tienen acceso, perder estigma social… Cada vez que trabajamos con uno de estos grupos, organizamos una exposición de sus fotos que les permite crear una red de apoyos con otros grupos sociales. Hemos trabajado con abuelos sin recursos, enfermos de alzheimer y sus cuidadores, enfermos mentales, nigerianos top manta, y ahora, quince años más tarde, empezaremos a trabajar con adultos que han sufrido abusos de pequeños con la colaboración de la entidad que nos permitió hacer el primer reportaje. Para mí esta área es el corazón de la fundación, aunque no es la que hemos comunicado. La Fundació La Caixa, ha patrocinado alguno de estos talleres y somos su entidad de referencia para proyectos de fotografía participativa, una metodología que hemos implantado estos años. Hay otra área que es la que yo dirijo muy directamente, la profesional. Pretendemos que el profesional se desarrolle al máximo de sus capacidades. El fotoperiodista tiene unos retos muy importantes; en el siglo XX la fotografía se publicaba, se compraba y se difundía, pero en el siglo XXI, con la entrada de internet y la pérdida de publicidad de los medios, las revistas de fotografía en España prácticamente han desparecido. Los medios tradicionales que apostaban por reportajes en profundidad, ya no lo hacen. La apuesta es por secciones de gente, ocio, entretenimiento...
Todos estos periodistas que durante décadas han desarrollado historias, han perdido a sus cómplices tradicionales. Desde la fundación tendemos puentes entre los profesionales y la sociedad para buscar vías alternativas de difusión. Les asesoramos sobre cuáles son sus derechos, ya que falta mucha pedagogía por hacer, no solo a los fotógrafos para que reconozcan sus derechos cuando firman un contrato, qué negociar, con quien y cómo, sino incluso las instituciones, gestoras culturales o entidades de gestión cultural. Estas no son siempre lo expertas que deberían ser en la gestión de derechos de autor y propiedad intelectual, y allí nos encontramos que muchas veces somos útiles. Actualmente, asesoramos a entidades y archivos para una mejor gestión. No es por mala fe, son malas prácticas por desconocimiento y queda mucho por hacer.