Ni la abrasadora fama de fenómenos como Élite o la ovación de la crítica por su divertido papel en Sevillanas de Brooklyn, han borrado la naturalidad y la chispa a un joven actor que acumula tantas experiencias como buenos consejos. Cuando uno se termina el café, y se despide con un abrazo de Sergio, no solo desea seguir su carrera de cerca, sino también agradecerle ese buen ratito con el que saca una sonrisa hasta a un desconocido.