Ahí supe más sobre ella, sobre su obsesión por el color, su participación en Gucci Gram Project, su particular y fascinante técnica y su capacidad para ver la línea de su pensamiento en su cerebro. No pasó mucho para volvernos a ver. A las pocas semanas nos juntamos a comer y tomar vino blanco en lo que para entonces era su taller en el barrio de Colegiales, en Buenos Aires. Luego, con mas de 4 años en el medio, peripecias profusas, encuentros en varias ciudades y un diálogo casi cotidiano, nos volvimos a ver. Esta vez fue en Londres, donde Sara vive y trabaja actualmente. Charlamos muchísimo. Aquí plasmamos algo de ello.