Un empujoncito a modo de coraje era todo lo que necesitaba Sara Morante para dar su gran salto. Después de estar varios años regalándonos unas ilustraciones oníricas y exquisitas en diferentes libros, esta ilustradora nos cautiva ahora con “La vida de las paredes”, su primer libro. La sorpresa es más que grata. Además de deleitarnos con unos personajes enigmáticos, las historias que estos esconden tras esas paredes de papel son aún mejor. La seña de sus trazos y la intensidad de sus palabras convierten a este libro en el cóctel perfecto para perderse un buen rato en un mundo fascinante.
¿Cuándo empezaste a dibujar?
Empecé a dibujar con dos o tres años, y desde allí nunca he dejado de hacerlo.
¿Cuál fue el proceso de pasar a dibujar como hobby a querer dedicarte profesionalmente?
Recibí formación artística de Artes Aplicadas y demás, pero no lo hice profesión. Fui muy práctica y me dediqué a trabajar en oficinas durante 13 años mientras me seguía formando, ya que el dibujo era lo que más me gustaba en este mundo, mi afición número uno y lo que siempre había hecho. Mi profesor de litografía de una escuela de San Sebastián me sugirió que probará con la ilustración porque tenía un trazo bonito. Además, me da la sensación que él veía historias escondidas detrás de mis litografías y me insistió en que tenía que probarlo. Así que probé y empecé a trabajar al año siguiente como ilustradora. El Premio Nacional de Arte Joven en Cantabria me abrió las puertas ya que me dio a conocer entre algunas editoriales. Eso me ayudó a encontrar el camino y lo demás ha venido todo un poco rodado.
¿Cuántas horas dedicas al día?
Yo tengo media jornada, por así decirlo. Desde que estoy en ello, dibujar ya no es una afición. Antes dibujar era una necesidad que tenía, una manera de expresarme, pero desde que me he profesionalizado utilizo otras formas creativas. Por esa razón ahora solo dibujo en horario estrictamente laboral. Hay días que puedo trabajar cuatro horas por la mañana y hay días en los que estoy inmersa en un libro y puedo dormir solo cuatro horas.
Me comentabas que estudiaste Artes Aplicadas y he visto que lo hiciste en España pero también en Irlanda. ¿Crees que el hecho de ir al extranjero benefició tu formación artística? ¿Cómo se encuentra el panorama de la ilustración allí en Irlanda?
En España recibí una educación bastante academicista, yo me estaba preparando para Bellas Artes. Esto es muy interesante porque cuando llegué allí a Irlanda nadie me enseñó técnicas, sino que valoraban la creatividad, la mirada diferente. Fue todo muy complementario. Agradecí mucho a mis profesores de dibujo de aquí que fueran tan académicos y que trataran más la anatomía, el volumen del dibujo artístico, porque en Irlanda no tuve nada de eso. Pero personalmente creo que se aprende de todo en la vida. De hecho, yo creo que para ser ilustrador no se trata tanto de estudiar Bellas Artes, sino que hay que tener claros algunos aspectos básicos. El más importante; saber dibujar, y luego es también necesario saber leer, ya que necesitas ser receptor de todo lo que te dice el texto, y saber narrar. Todo eso es innato, puedes aprender a ser mejor lector o una técnica, pero hay cosas que nadie te puede enseñar.
Luego referente al panorama de le ilustración, yo creo que en Irlanda no hay tanto movimiento como en España. Aquí ahora se está gestando un movimiento muy guay.
El arte y la cultura están en auge pero en España la profesión de artista está un poco precarizada, ¿crees que hay oportunidades para ser artista aquí?
Tendría que haber muchísimas más. Se tendría que dar mucha más importancia a las humanidades, a la cultura y al arte. Mi trabajo tiene un aire más comercial que de artista, pero el arte que tiene un gran trabajo detrás, una gran investigación, es aquel con el que es muy difícil sobrevivir. El arte tiene una gran importancia en el ser para que puedas aprender a reflexionar y también a ser menos inconformista. Y desde luego, mi profesión no te hace rico, de hecho, llegas justo a final de mes. Otro aspecto es el de la educación, yo vivo en Francia y allí se lee mucho más. Hay rituales que enseñan a los niños a habituarse a la lectura desde bien pequeños. Creo que aquí en España se tendría que potenciar mucho más, dinamizar el mundo del libro y llevarlo a la calle. Leer es algo que te ayuda a crecer y a aprender, es necesario.
Has ganado el Premio Nacional de Arte Joven y también el Premio Euskadi de Ilustración y han expuesto tus trabajos en diversos espacios y premios. ¿Hace unos años, te imaginabas llegar hasta aquí?
No, para nada. Además, a mí me han ido guiando profesores desde siempre. Incluso en la escritura, ha sido una persona la que me ha orientado. Eso no significa que yo no sepa decidir, yo siempre he decidido por mí misma, pero tal vez en su momento el mundo de las artes me parecía poco práctico, lo veía más como algo que hacer en tiempo libre y fue una profesora la que me dijo que debía estudiar Bellas Artes. Ella se empeñó y me solicitó por su cuenta y riesgo la plaza. Ahora cada vez que gano un premio, la invito. Como comentaba antes, mi profesor de litografía me guió hacia la ilustración y luego una asesora editorial fue quien me pidió los textos que yo escribía para mí y que más tarde llegaron a las manos de Lumen. Siempre ha habido una persona que me ha dado el pequeño empujoncito que me faltaba.
A lo largo de tu carrera has ilustrado diversos proyectos editoriales: el “Diccionario de literatura para esnobs” de Fabrice Gaingnault, “Señal” de Raúl Vacas, “Los Watson” de Jane Austen y muchos más. ¿Con cuál te quedarías y por qué?
Es muy difícil elegir, cada uno ha tenido su importancia en mi vida. El primero de todos, el que acabo de publicar, La vida de las paredes, es mi primer libro y eso te aporta una satisfacción y una plenitud inmensurable. El segundo es Los zapatos rojos de Andersen porque hice un trabajo de documentación muy importante. Me pareció muy relevante conocer la cultura del mismo Andersen y de todo lo que envolvía el libro para comprender realmente el contexto y para inserirme dentro de él. Luego, Casa de muñecas de Patricia Esteban porque fue la primera escritora viva con la que trabajé mano a mano y fue un poco cadáver exquisito porque ella lo escribió mientras yo lo ilustraba al otro lado del mail y lo fuimos construyendo poco a poco juntas. Y el último, Señal de Raúl Vacas, ya que fue mi primer libro y tardé un año en terminarlo. Eran muchísimas ilustraciones sobre temas durísimos y fue mi bautismo y de algún modo una escuela en sí. Porque llegar y decir “voy a ser ilustradora” y que te den un poemario de más de 40 poesías que hablan de la soledad, la muerte y la pasión, es fuerte. Tuve que aprender a marchas forzadas porque tenía que hacer una metáfora de una metáfora.
Como decías, acabas de sacar “La vida de las paredes”, tu primer libro, escrito e ilustrado por ti. ¿Siempre te ha gustado escribir?¿Cómo surgió la idea de publicar este libro? ¿Cómo te sientes al pensar que acabas de publicar tu propio libro?
De pequeña escribía. Teníamos una máquina de escribir en casa y escribía cuartillas de la OTAN y también escribía algunos cuentos y los ilustraba. Vamos, que escribir he escrito siempre. De hecho, el comienzo de lo que es este libro está escrito desde el 2007. Cuando me aburría me ponía a escribir, a crear personajes e historias. En 2013 en la Feria del Libro, Covadonga d’Iom me preguntó si escribía y le dije que sí, pero que era un hobby. Yo creo que en ese momento yo estaba en la zona de confort de la ilustración y me había adaptado con lo que tenía, así que creía que estaba bien pero luego me di cuenta de que necesitaba hacer algo que me diese un poco vértigo en la vida. Así que le pasé algunos textos y al cabo de una semana me dijo que el texto que contaba la historia mi libro estaba muy bien y me dijo que tenía que desarrollarlo. Entonces ella se lo mandó a Silvia Querini de Lumen y ella me dijo que quería leer más y que le interesaba. Allí estuve en la gloria y me cogí el año siguiente para escribir. Además yo tenía muchas ganas de hacerlo porque llevaba tiempo mirando esa historia y necesitaba hacer algo con ella. La verdad es que ahora estoy muy feliz. Tengo una sensación de maternidad, como si tuviera a mi hijo entre las manos, pero también de vacío porque ya he volcado y vaciado esa historia que tenía en la mente durante tanto tiempo.
Ojeando “La vida de las paredes” hay algo que me llama la atención; en casi todas las ilustraciones hay flores. ¿A qué se debe?
A mí me gusta más una flor que a un niño un caramelo. Me gustan mucho y dibujarlas todavía más. También me gustan mucho en decoración, me gusta vestir los escenarios de flores. Siempre tienes que buscar recursos para dibujar y yo en anteriores proyectos ya había buscado la historia y la simbología de las flores y me pareció muy interesante lo que representaba cada una. También me interesa mucho la teoría de los colores y la he investigado bastante. Pero la verdad es que mi trabajo es bastante instintivo.
¿Entonces las flores son para ti una especie de fuente de inspiración?
Sí, cada flor para mí tiene un sentido. Por ejemplo, la rosa de la portada es muy canal. Juego mucho con cada personaje y les he asignado a cada uno una flor y un color.
En tus anteriores ilustraciones para libros y otros proyectos parece que el negro, el rojo y el blanco son los colores que más predominan y eso es una de las características de tu personalidad artística. Pero ahora en tu libro vemos que hay un cambio en las ilustraciones e introduces nuevos colores y tonalidades. ¿Por qué? ¿Podría considerarse eso como tu evolución artística, es decir, como una transición hacia un nuevo estilo o simplemente es por la temática del libro?
No hay duda de que es una evolución, pero esta evolución la busco en cada libro en mayor o menor medida. Yo siempre intento que las ilustraciones de cada libro tengan una identidad diferente. Quiero que cada libro sea diferente y por eso siempre busco otras técnicas. Con este libro no he dado un paso más, sino cinco. Siempre busco aprender de todo lo que hago. Las historias de La vida en las paredes me daban tantas posibilidades desde el punto de vista de la ilustración que tenía que meter color sí o sí. Es decir, es un ambiente que en blanco y negro perdería en plano, en sensación y ambiente. Perdería mucho de la capacidad de comunicación que tienen los colores. Con este libro yo también quería transmitir con el colorido. Esta es la primera vez que he pintado la piel de los personajes con grafito y esto ha supuesto un gran esfuerzo para mí. Pero necesitaba hacerlo porque las historias lo pedían. Así que refiriendo a la pregunta, hay evolución, sí, pero también las ilustraciones están marcadas por las historias que hay detrás del libro.
Por tus trazos y colores tus ilustraciones tienen una personalidad muy marcada. ¿Hay algunas influencias en tu trabajo que te hayan acompañado espiritualmente para la creación?
La literatura me gusta especialmente. Me gustan mucho los personajes con una carga dramática, aunque yo sea una persona muy feliz. Creo que eso se refleja en mis ilustraciones, ya que muchos de los personajes que ilustro tienen la cara en tensión. Algo que me ha inspirado también es el cine negro y expresionista. Y luego lo que siempre me acompaña es la música clásica. Hay momentos en los que no me sale el dibujo y a la que me pongo algo como Fugue o Schubert, piezas que son una absoluta belleza, me desconcentro y es allí donde me salen unos dibujos increíbles. Esa desconcentración me inspira.
Un proyecto con el que siempre has soñado.
Hasta ahora mi libro. Me gustaría hacer cómic también, es algo que me apetece mucho. Y quizás también algo de animación. La verdad es que me gustaría probar todas las salidas que tiene la ilustración.
Justo acabas de sacar tu primer libro, pero una vez se empieza luego ya no se puede parar, ¿nos puedes contar si tienes algún otro proyecto entre manos?
Estoy ilustrando un libro y después de este libro voy a tomarme el resto del año para intentar escribir. Voy a ver qué tal se me da y como tengo bastantes historias a medio escribir, a ver si las puedo continuar o empezar de cero. Para mí escribir ha sido abrir la caja de Pandora. Escribir es algo mucho más libre que ilustrar, el único límite que te puedes poner es la coherencia. Con la ilustración estás limitada pero con el texto no. No hay nada mejor para la creatividad que la libertad.
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