Vengo de un mundo muy racional, la arquitectura está llena de constricciones, limitaciones, objetivos a los que tienes que dar forma y solucionar. Me emociona y apasiona el reto que esto supone, por eso elegí estudiar esta carrera, porque necesitaba entender las estructuras en las que el humano trabaja – estructuras sociales, individuales, estilos de vida, el urbanismo y su capacidad de dar forma a una cultura, etc. Disfruté mucho aprendiendo y aún sigo sintiendo que me falta mucho por saber.
El salto al diseño de bolsos para mí fue muy natural, nunca lo vi como un nuevo sector al que entraba, al contrario, fue una manera de divertirme haciendo lo que sabía hacer pero a pequeña escala. Lo que más disfruto en el diseño de bolsos es que todo empieza trabajando con mis manos. Esto me reconecta con la tierra, mis raíces y conmigo misma, es muy terapéutico, casi como una meditación. Luego, en el proceso de fabricación, es donde sale también toda mi formación de arquitecta, ya que se parece mucho al proceso de construcción de un edificio.
Pero con una ventaja (la más importante para mí): que es un proceso más dinámico, la cadena desde el prototipo a la comercialización es más inmediato. Y encaja muy bien con mi carácter, soy muy espontánea y en proyectos como Santapalma me siento como pez en el agua. Va de mis manos a las tuyas, todo es más directo, ganando así en frescura y sinceridad.