No me gusta mucho tocar en directo. Solo hay una oportunidad para hacerlo bien, y yo no soy un buen músico ni cantante, por lo que la decencia que tenga la ejecución siempre es azarosa. Aún así, me esfuerzo en que la situación sea agradable y coherente, con unos visuales potentes, una iluminación escasa, y a veces un poco de olor de Semana Santa. Componer y trabajar en la instrumentación de las canciones fue muy, muy interesante e intenso. Lo que más me gusta es preparar el diseño de las cosas, los vídeos, los arreglos. La parte de transmisión oral me ha empezado a interesar más últimamente, y me tomo los conciertos como un recital de historias, como si fuese un trovador que debe contar al pueblo algunas pequeñas leyendas que hace falta recordar.