Hace tan solo unos días, Rubén Gómez nos presentó su colección Masdar Coats con la que se ha proclamado ganador de la tercera edición del Samsung EGO Innovation Project de Madrid. Un proyecto inspirado en el concepto de Smart City y que une moda, tecnología y arquitectura a través de siete prendas tecnológicas que, aunque sencillas y que forman parte de la vida cotidiana, permiten estar conectado en todo momento. El desfile fue una excelente puesta en escena donde parkas y sudaderas, con un diseño muy cuidado, incorporaban tecnología en forma de móviles o tablets y conseguían sorprendernos transformándose en espaciosas tiendas de campaña.
Estudiaste Historia del Arte y luego Diseño de Moda, además eres estilista y has trabajado para firmas como Loewe. ¿Cómo se complementan todos estos conocimientos en tus proyectos y en qué ámbito te sientes más cómodo?
Ha sido una evolución lógica y de alguna forma muy meditada. Dejé el doctorado porque necesitaba desarrollar el lado creativo dentro el mundo de las artes aplicadas y estudié moda porque pensé que en éste ámbito me movía con facilidad y me permitiría contar lo que quería. Mientras estudiaba comencé a realizar trabajos de estilismo que me ayudaron a conocer la moda desde el punto de vista de la comunicación. Mi marca surgió como una especie de manifiesto y declaración de intenciones, no quería ser una marca más, quería hacer reflexionar sobre el diseño. En 2007 comencé a formar parte del equipo de Loewe y pude ver como es el mercado del lujo y, sobre todo, como es trabajar con los artesanos de la piel. Luego pasé a marcas de retail y moda democrática. Todo es aprender y hay que saber lo que es el presente desde los engranajes de las grandes compañías que, al final, son los dueños de nuestros deseos. Finalmente llegó el momento de reunir todo lo aprendido y el Samsung Innovation Project era una gran oportunidad. Con este proyecto podía ser arquitecto y diseñador de moda, plantear una obra total con coreografía y vídeo, donde el discurso fuese más allá de las tendencias. La idea era retomar las utopías de los arquitectos de los años 70 como Archigram y hacer ver que hoy en día son el futuro presente.
Smart City es el concepto detrás de tu colección Masdar Coats, galardonada con el premio Samsung EGO Innovation Project. ¿Cómo surge este concepto y de donde proviene el nombre Masdar?
La idea comenzó leyendo un libro acerca de Hugh Hefner, creador de Playboy. Él pasó años trabajando y divirtiéndose en una habitación con una cama redonda, rodeado de monitores de sus oficinas y desde allí lo hacia todo. Pensé que era un avance de los Hikikomori. Además, me inspiró el Occupy Movement y los arquitectos de los años 70, como Archigram, que buscaban la unidad mínima habitable. Por ultimo lo relacioné con Masdar, la ciudad inteligente de Norman Foster.
Has presentado un total de siete piezas de gran desarrollo tecnológico. ¿En qué consisten y qué diferencias principales hay entre ellas?
Hemos creado una especie de familia de prendas inteligentes. Todas ellas llevan integradas un bolsillo táctil exterior para manipular el teléfono, manos libres e incluso auriculares. La más sencilla es una parka llamada Net Coat que contiene toda esta tecnología y además la espalda se ilumina con fibra óptica, perfecta para correr o ir en bici. Luego están las parkas Garmtent donde el nombre es un juego de palabras, garment y tent. Las más sencillas son parkas con esta tecnología y que además se despliegan en una tienda de campaña individual que iluminas con el teléfono mediante bluetooth. Por último están las Air Garmtent que se hinchan mediante bombonas de aire comprimido y pueden albergar hasta tres personas dentro. Además hicimos un poncho inconmensurable que alberga hasta siete personas y tiene un bolsillo para poder hacer uso de un tablet desde el interior.
Unir moda y tecnología es ya una realidad pero, aun así, todavía existen muchas trabas y los procesos son complejos. ¿Qué parte del proyecto te ha resultado más complicada y qué parte has disfrutado más?
Aunque parezca mentira, lo más complicado fue la puesta en escena. Poder coreografiar a los cincuenta figurantes que emulaban el ritmo de una ciudad y por otro lado que los modelos aprendiesen, en solo una hora, a montar sus tiendas para luego hacerlo en el desfile. Gracias al colectivo Taller de Casquería todo fue sobre ruedas. La parte tecnológica, pese a todo, fue bastante fácil con la ayuda de Misha, nuestro ingeniero, que la resolvió en pocos días. También fue complicado el poder llegar a albergar las tiendas de campaña más bestias dentro de una parka al uso. La idea era que fuesen prendas de aspecto convencional, como una broma al normcore, pero debían esconder algo muy espectacular y lo conseguimos gracias a Travel and Co., una marca de prendas técnicas que vieron que detrás de todo esto había un sueño realizable y que llegaría lejos.
¿Qué debe tener un diseño para que funcione desde el punto de vista estético y tecnológico?
Cada creador se enfrenta a su proyecto desde un mundo muy diferente. Puede funcionar algo muy marciano, tipo Chalayan en su momento, o muy cercano como hace Final Home. Al final es cuestión de proporciones y de mimo, y pensar que tienes que contar una historia como lo hacen en el cine los mejores directores. Nosotros para el desfile utilizamos una banda sonora que envolviese a la gente y cerramos el show con un tema de This Mortal Coil que, en los noventa, ponía música a un perfume. Recurrimos a la memoria colectiva para emocionar y para que se entendiese el producto incluso desde el punto de vista de su puesta en escena.
¿Qué tipo de factores consideras que son necesarios para poder avanzar en el desarrollo tecnológico aplicado a la moda?
Por supuesto factores económicos y políticos asociados al I+D+I. El avance no se puede detener, ya estamos en el camino, otra cosa es que esos avances tengan nombres y apellidos. La moda tecnológica es como los laboratorios científicos, no hay un star system pero los avances se hacen reales cada día. Ropa deportiva, wearables, tejidos más ligeros o que vienen de reciclar botellas del mar y así un largo etcétera.
He cotilleado tu cuenta de Instagram y he visto: viajes, arte, positivismo, así como unas referencias muy inspiradoras, en general un universo bastante atrayente. ¿De qué está compuesto tu imaginario?
De arquitectura, diseñadores industriales, ciudades remotas, conversaciones eternas con gente a la que admiro. No suelo hacer fotos de gente porque no sé hacerlo, prefiero extraer el alma de las personas y de nuestro tiempo por las cosas que creamos. Mucha reflexión y discurso, cada vez consumo menos imagen de forma compulsiva y centro mi atención en lo que nuestro tiempo nos está contando detrás de ellas.
Proyectos como el tuyo nos hacen soñar y pensar en la cantidad de cosas que aún quedan por crear. ¿Con qué tipo de nuevos proyectos te gustaría volver a sorprendernos en el futuro a través de tu marca Gómez?
Ahora estoy metido en una marca de joyas para hombre, pero que podrán usar también mujeres porque es para todos, inspirada en la arquitectura de SITE. No sólo quiero proyectos grandilocuentes, quiero enfrentarme a todo tipo de retos más o menos mercantilistas pero que hagan pensar. Además, si todo va bien, la idea es empezar un camino en el que los Masdar Coats lleguen a ser reales. Nos gustaría aplicar todas estas ideas no solo a las parkas y llevarlo a prendas mucho más sencillas como camisas o pantalones. Y por soñar, haría hasta una película o diseñaría una compañía aérea (risas).
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