Hablando con el artista, no sabemos qué pesa más, si su parte de agitador o de folklórico, pero lo cierto es que desde que publicara su primer trabajo, Yo soy la Maga, en 2012, Rodrigo Cuevas se ha convertido en un músico y showman contemporáneo que ha abrazado la música popular y el cabaret para acercársela no solo a los paisanos de su tierra, sino para difundirla por los más aplaudidos auditorios de toda España.
Mucho antes del auge del éxodo rural del que tanto se habla ahora, Rodrigo Cuevas decidió establecer su carrera artística en Galicia y Asturias, después de estudiar piano y tuba durante trece años en el conservatorio de Oviedo y en la ESMUC de Barcelona para, con solo 23 años, profundizar en la herencia musical más pura de sus antepasados gracias a sus vecinas pandereteiras, bajo un tratamiento marcado por su dominio de la técnica y del sonido, desplegando siempre una pátina de humor en sus espectáculos.
Lo que nos hace vibrar de la música folklórica de Rodrigo Cuevas no es su gusto por introducir bases electrónicas o por su surrealista puesta en escena inspirada en juegos de género aderezados con tacón y liguero, sino la esencia que subyace: un profundo respeto por las tradiciones y las enseñanzas ancestrales que volvemos a ver en su último trabajo, Llabores, presentado junto a Raül Refree, en homenaje a aquellas aldeanas que cada día se calzan sus zuecos rigurosamente para sembrar la tierra y ordeñar ‘les vaques’, acompañando sus tareas con suaves cantos a su vez heredados e hilos de voz que seguirán uniendo unas generaciones con otras.