Desde su casa en Barcelona, “un pequeño pero bonito piso alquilado”, la ilustradora
Rocío Quillahuaman trata de sobrevivir a los momentos de confinamiento lo mejor que puede. Los primeros días, no lo llevó del todo bien –“estaba cansada y me quedaba dormida a todas horas" – y, aunque esta semana reconoce que lo lleva mejor, no puede evitar sentirse agotada ni “dejar de pensar en todo lo que está pasando”. Aferrándose al recuerdo de las cañas y tapas de una noche en la que tomó una decisión muy carpe diem por lo que pudiera pasar, recurre a sus comedias románticas favoritas para hacer más llevaderos los días, sin olvidarse de toda la gente a la que quiere abrazar cuando esto termine.