Los historiadores sabemos que la suma de las pequeñas historias escribe la gran Historia. La huella que han dejado nuestros antepasados a través de la transmisión oral o con documentación escrita, nos ayuda a conocer y a interpretar mejor el relato de las sociedades. Es importante recordar que la historiografía es el registro escrito de la historia y de la memoria de la humanidad. El término proviene del griego ‘historiográphos’, de historia, y ‘gráphos’ de la raíz de ‘gráphein’, escribir. O sea, el que escribe la historia. Las fuentes documentales son imprescindibles para el estudio y el análisis de la historia escrita y por ello es fundamental su conservación y archivo. Reyes Milá y Ana Pujol, historiadoras y buenas amigas, se aliaron para recuperar del olvido documentos inéditos, incluso para sus propietarios, que pueden dar luz a nuestra historia reciente. A paso lento pero seguro, crearon
PapeLeo y hoy su plan funciona a la perfección. Con suma discreción y buen hacer, han conseguido abrir archivos inaccesibles para los historiadores y han revalorizado el patrimonio documental de familias que, a mi juicio, tienen mucho que aportar al relato que queda por escribir de la historia contemporánea española. Os aviso: su pasión por recuperar la memoria de papel es contagiosa.