Raquel Quevedo es, además de persona, un estudio de diseño gráfico y dirección de arte que hace las veces de estudio y de hogar. Desde este enclave estratégico florecen y se ejecutan las ideas que posteriormente van a configurar lo que constituye el trabajo de Raquel, su alma máter. Sus creaciones echan mano de un componente naïf que se combina con ecos de tradición oriental. De la misma manera, también se encuentran muy presentes la estética de entreguerras, la Escuela de la Bauhaus e incluso el uso de minerales para ilustrar sus diseños. Pero toda esta amalgama de influencias converge en un mismo punto. Porque los diseños que se fraguan desde el estudio de Raquel Quevedo son diferentes a la vez que unitarios.
Depende del tipo de encargo, pero si son de los que te dejan vía libre, normalmente la inspiración me viene de algo que ya he visto antes y me lleva a tener caminos que explorar sobre el proyecto en cuestión. Estos "algos" han sido una pintura al ir a un museo, packagings antiguos de un mercado de segunda mano en Berlin, un libro sobre juegos de papel de una biblioteca… También echo mano de mi educación en la Escola Massana e Historia de Arte y Diseño en Publicidad; Bauhaus, vanguardias-impresionismo, surrealismo, cultura pop. Y, sobre todo, cosas que veo o encuentro en el día a día, cosas sencillas que están ahí para que hagas algo con ellas. Intento que estas impresiones o intuiciones que me ofrecen no se queden en una tendencia, y las llevo a mi estilo, experimentando sobre la idea inicial, muchas veces de forma impulsiva y espontánea, sin pensar mucho en qué saldrá. Tampoco busco crear un estilo propio, prefiero experimentar y buscar caminos nuevos.
Depende también del tipo de encargo, pero últimamente me siento muy feliz con clientes que aportan sus ideas y de este modo, ayudan a mejorar el proyecto. Normalmente una idea de un proyecto influye en otros, por ejemplo, últimamente, mi obsesión por las sombras me ha llevado a enfocar varios proyectos y explotarla en varios sentidos.
Porque soy una romántica (risas). ¿Nostalgia del pasado? Fuera de las pantallas existen sensaciones que sólo están ahí cuando las tocas, las hueles, las ves. El papel, su color, textura, olor; el tipo de impresión o tinta, cómo vibran los colores reales (pigmento). Me gusta dar esta parte de realidad a un proyecto. También es una forma de buscar un resultado diferente cuando nos estamos acostumbrando a lo digital. La selección de trabajos que os he escogido son pruebas de experimentación de estos procesos; ilustraciones, fotografías… De como expreso las ideas antes de que pasen por el filtro del cliente. También trabajos rechazados no publicados.
El error se puede entender como "descartar", pero también como "mejorar". El error te lleva a algo que no habías pensado de antemano. Puedes llamarlo también intuición, espontaneidad… o libertad para equivocarte cuando nos educan hacia lo perfecto y meticulosamente "gustoso". Me interesa esta posibilidad de poder aprender de la equivocación, motivarme a encontrar nuevas posibilidades creativas a través de la experimentación.
Retroceder a la infancia es hacer lo que más te gusta, divertirte, hacer las cosas con total emoción y predisposición, como si fueran siempre la primera vez que las haces. Quizás sea también esa sensación de nostalgia del pasado. Quiero disfrutar de las cosas que hago como cuando de pequeña pintaba o descubría cosas nuevas. Que las cosas te emocionen o te impacten de alguna forma. Supongo que busco eso e intento reflejarlo en los proyectos. La experimentación y el uso de los "accidentes" forman parte de este proceso de sorprenderte al crear cosas nuevas o diferentes y, ¡más cuando al cliente le gustan! (risas). La mitad del proyecto me viene de aquí, es una invitación abierta a jugar/trabajar con otros sin miedo a equivocarse.
Hacer participar a quienes van a recibir un mensaje (esperado o no) me parece más cercano, menos agresivo, un tú a tú. Intento que la interacción abra una sensación diferente en el proceso de comunicar o poner en contacto a cosas con sus destinatarios. El juego también es una forma de volver a la infancia. ¡Soy una nostálgica! (risas).
Creo que la tipografía es fundamental en diseño, tanto en su uso funcional como estético. Van juntos, aunque puedes hacer que uno domine al otro. Personalmente, me apasiona el uso de la tipografía como un elemento identificativo de un proyecto por el peso o importancia que coge dentro de un sistema visual.
Han pasado una serie de coincidencias que me han llevado a investigar sobre la cultura japonesa. La que más me impulsó fue encontrar un libro increíble de origami 3D (¡del 1989!) en las rebajas de una librería… Ahí se reunían muchas de las cosas que estamos hablando, como la sorpresa, la experimentación, el juego, aprender cosas nuevas, etc. Por otro lado, casualidades de la vida, tener como cliente a un restaurante japonés, y conocer en un Máster de Tipografía que hice en el 2010 a un japonés con el que colaboraría durante estos últimos años, me ha influenciado mucho.
Quizás mi forma romántica de ver la vida me lleva a un gusto y deleite importante por lo estéticamente expresivo. Las cosas bellas me gustan. El por qué no lo sé (risas).