Primeramente, una vez empapada de influencias sobre el tiempo, empecé a buscar texturas y fibras que me transmitieran aquello que quería expresar en los tonos que había elegido. Mi colección es prácticamente monocromática, no obstante era todo un reto que se viese visualmente compensada. Busqué varios tejidos, entre ellos estaban el tul, crepés, gasas, organzas, popelines, algún punto circular o lanas, Al mismo tiempo empecé a manipular tejidos manualmente, los teñí de forma natural, hice pruebas de costuras, experimenté con nuevas formas encima de maniquí (moulage) y creé nuevas texturas que me resultaran un parecido al paso del tiempo (mi habitación parecía un laboratorio), entre muchas otras cosas.
Conforme iba descubriendo texturas, dibujaba lo que me transmitían, así que podría decir que más o menos iba combinando los procesos, para mí era la mejor manera de cohesionar todas las ideas que quería plasmar. Me di cuenta de que no hacían falta muchos tejidos, que con pocos ya expresaba lo que tenía en mente y tenía aún más fuerza, así que finalmente el tul, la gasa de seda y el mohair fueron los únicos tejidos/fibras que tuvieron protagonismo. Me enfrentaba a trabajar el tul como nunca antes lo había hecho, fue todo un reto debido a la finura del hilo y a su ligereza, que dificulta la hora de coser (no se cose igual un tul que una lana). Fue todo un aprendizaje para mí.