Creo que Greil Marcus es el primero en darse cuenta del ruido secreto que une a dadaístas con punk, situacionistas con provos y a todos en una rabia que recorre el siglo XX. Luego otros han insistido y profundizado en ello. No hay que olvidar el inmenso trabajo de Servando Rocha en este sentido desde su editorial
La Felguera. Pero Greil lo expresa de una manera magnífica cuando dice que tras el rechinar de dientes de Johnny Rotten cantando
Anarchy in the UK se podía sentir el rumor del Cabaret Voltaire, y que estar en aquel concierto en San Francisco le recordaba, sin haber estado, a las barricadas de la Comuna de París. Y que entre todo ello hay un nexo de unión. Para mí Greil Marcus es quien me puso delante de los ojos que, insisto, no había nada extraño en estudiar el dadaísmo e ir a conciertos de Sonic Youth, P. I. L. o Black Flag. Y este proyecto aporta justamente el ruido secreto. De hecho, podría resumirse en una pregunta: ¿y si los rastros del punk que recorren el siglo XX y que plantea Marcus hubiesen saltado la frontera del milenio y se hubiesen plantado en pleno siglo XXI? ¿Y si esos rastros estuviesen especialmente presentes en el arte contemporáneo? Así que de alguna manera ha aportado esa metodología de búsqueda de rastros –una arqueología hacia el presente– y la idea de que hay un ruido común.