Atreverse a bajar en marcha de la vorágine imparable de una gran marca de moda no es algo habitual, y mucho menos para empezar de cero una línea de ropa beach wear con tintes mediterráneos. Sara Reixach sumó experiencia en distintos departamentos de Desigual, pero quería que la escucharan y que su esfuerzo tuviera un valor. Decidió arriesgarse y hacer las cosas a su manera creando en muy poco tiempo su propia empresa y una primera colección que se puede comprar online o en la tienda de la calle Baixada de Viladecols 2, en pleno gótico barcelonés. Es sabido que entre las propiedades de la piña está la de curar las heridas de la piel. Sara mudó la suya inventándose un lugar en el que nos invita a sumergirnos en el mar todo el año. Sus creaciones nos transportan a un estado de ánimo donde todos queremos estar: el de la ligereza del tiempo estival en vacaciones.
¿Cómo te has relacionado con la moda a lo largo de tu vida?
De pequeña abría el armario de mi madre, lo removía y me lo probaba todo. Ella me enseñó a coser, y para mí jugar con las Barbies era hacerles los vestiditos y ponérselos. Cuando acabé Administración de Empresas, me postulé para Mango y entré. Fue una de mis primeras entrevistas y siempre tuve claro que quería trabajar en este sector. Cuando vivía en Chicago descubrí la compra de ropa online, que en España todavía era muy incipiente. Todas mis compras las hacía por venta online y me hice con un fondo de armario estupendo (risas). Cuando regresé me di cuenta de que aquí sigue siendo complicado por los costes de aduana, y aunque las firmas locales ya han apostado por la venta online, al cliente le cuesta. Yo sigo comprando solo por internet. Para mí, ir a una tienda es perder el tiempo, voy tan liada que es mucho más práctico entrar un momento a un portal, comparar precios y comprar. Te lo traen a casa, es rápido y sencillo.
¿Es este el origen del proyecto?
Mi primera idea fue crear una tienda online, pero mis asesores me recomendaron que era importante tener un punto físico para generar confianza, un show room donde puedes venir, tocas el producto, lo ves y te lo pruebas. Después, si quieres, te vas a casa y lo compras por internet. Nosotros te lo llevamos a casa, o puedes recoger tu compra en la tienda. Por eso decidí abrirla, y también la utilizo como almacén.
¡A mí me ha sorprendido el nombre! ¿Cómo diste con él?
Fue de golpe, me inspiré. ¡Me gustaba que una fruta diera nombre a la marca! La piña es sinónimo de verano, es fresca y tropical, y Barcelona es un centro de diseño internacional que complementa la filosofía de lo que hacemos. Ya ves que el espacio transmite un ambiente urbano y mediterráneo, y eso es lo que queremos proyectar como marca: tiempo libre, vacaciones, verano, ambiente desenfadado, y todo eso lo tiene Barcelona…
La primera colección está muy centrada en el mundo playa y la vacación. ¿Os quedaréis aquí o habrá una progresión en la próxima?
Siempre nos movemos en los espacios del tiempo libre, el Mediterráneo y el entorno urbano, y todo eso sigue ahí en invierno. ¡Sigue habiendo mar y tiempo libre! En Barcelona tenemos la suerte de poder ir a bañarnos todo el año, o simplemente bajar a pasear por la playa en pleno invierno. La colección para el invierno 2016 son prendas casuals pensadas para el ocio, sudaderas, botas de agua, pero seguirá siendo mediterránea y con el mar como referente.
¿Cómo la pensaste?
Una cosa son las formas y otra los estampados, pero partimos de cuatro temas: Into the tropics, Ocean’s Dream, Mediterráneo y Club Náutico.
Quería un estampado de palmeras cañero, pero también estampados naïf con dibujitos y rayas más sencillas para los más tranquilos (risas). Planteé la colección con estos estampados y después pensé en las formas: shorts, camisetas, tops, faldas, vestidos, combinando estampados entre ellos. ¿Por qué no ponerte una camiseta de topos con un pantalón de palmeras? Al final es un poco arriesgado, pero la colección está pensada para poder combinar todas las piezas. No he hecho ninguna pieza básica, todo son estampados en algodón 100%.
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¿Dónde fabricáis?
La primera colección está fabricada en Turquía, pero la segunda en Mataró, porque una de mis ideas es favorecer la fabricación aquí. Todos los accesorios y complementos que tenemos en la tienda son de gente de aquí.
En este mundo mimético donde la mayoría de gente se viste en las mismas tiendas, ¿qué crees que aporta Pinya Barcelona a un entorno tan uniformizado?
He querido hacer una marca que transmita un estado de ánimo y un mundo propio. La mayoría de marcas de los grandes grupos no transmiten nada, venden prendas muy similares, con los mismos patrones y colores. PINYA transmite una actitud y una frescura de la que los grandes grupos carecen. ¡Ya sabes, se copian entre ellos! Nosotros no somos una marca que sigue la tendencia sino que apuesta por una línea más atemporal. Es en esto en lo que nos diferenciamos.
¿En quién piensas cuando diseñas la colección?
Es un público entre los veinte y los treinta y pocos aunque haya gente más mayor que puede gustarle este punto juvenil. Yo misma, siempre iré vestida como una jovencita de veinte años… (risas). Los precios son muy asequibles para un público urbano con un estilo de vida activa, a quién le gusta hacer deporte, salir a correr, ir en barco, hacer windsurf, escapadas de fin de semana, pero que también que se mueve bien por la ciudad.
¿Quién es tu referente a nivel moda? ¿Tienes un gurú, alguien cuya trayectoria sea inspiradora?
Del mundo de la moda no, la verdad… Si alguien puede inspirarme en el camino que voy haciendo es mi padre, un hombre que nació en una granja y ha llegado a ser quién es. Para mí es un triunfador porque se ha hecho a sí mismo y al final ha conseguido ayudarme a mí para que pueda hacer realidad mi sueño. Me recuerda que una persona puede sacar fuerzas para cambiarlo todo y buscarse la vida trabajando duro. Con voluntad, con ganas e ilusión, consigues lo que quieres y llegas donde quieres. ¡Y eso es justo lo que tengo! Lo visualizo y sé que lo conseguiré. No se puede dejar de luchar si estás seguro de lo que quieres. Eso es lo que me ha enseñado mi padre.
¿De dónde sacas las fuerzas para mantener la ilusión intacta?
No lo sé… Creo que mentalmente soy bastante fuerte, pero me ayuda lo que he visto y lo que me han enseñado y sin duda la gente que me rodea, aparte de la familia y mi pareja, mi compañera Anna me está ayudando muchísimo, hasta el punto de que sin ella no lo estaría haciendo.
¿Y el yoga?
Ahora no le dedico mucho tiempo… (risas), pero me ayudó mucho en el momento en que decidí cambiar de vida radicalmente, sobre todo a sobrellevar las dudas que tenía. Rompí un contrato con una empresa que me pagaba bien, tenía una estabilidad y me di cuenta de que no era lo que quería. ¡Me aburría! Decidí hacer algo mío, no para demostrar nada, sino por mí misma. ¡Esto es una pasión para mí! El click lo hice un día pensando en que lo importante no es llegar a un sitio, sino disfrutar por el camino y que lo que hagas cada día te ayude a ser feliz. No sabemos cuánto tiempo estaremos aquí y vivir pensando en lo que puede pasar mañana no tiene sentido, ya que puede que no llegue nunca. Para mí es fundamental sentirse feliz cada día con lo que haces. El yoga me ayudó a mirar hacia mí y a pensar profundamente en lo que quería hacer, conocer lo que de verdad me gusta, y de allí surgió el cambio.
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Tengo la impresión de que estás muy acompañada por ti misma. No tienes un consejo de administración que te dice lo que tienes que hacer.
Estoy bastante solita, sí (risas) aunque me dan algunos consejos… A veces tengo miedo, porque tengo que tomar decisiones arriesgadas, pero si me dejara llevar por el miedo, no haría nada. Seguiría en Desigual con un sueldo mucho mejor del que tengo ahora, pero eso no es lo que yo quería. Prefiero luchar porque mi vida sea interesante, divertida y útil…
¿Cuál es tu objetivo? ¿Sueñas con crecer?
Quiero empezar despacio y abrir la tienda a otras marcas, pero dedicarme especialmente a la tienda online y darla a conocer en otros países. Espero que vayamos creciendo y sentir cada día que lo que hago es algo en lo que creo. No vivir en la frustración permanente de hacer algo que te han dicho que hagas, sino hacer algo que sabes que es bueno.
Aparte de esta satisfacción, ¿hay otras?
Para mí, todo esto es un máster que he hecho en el último año. He aprendido de todo. Diseño, logística, import-export, proveedores, aduanas, comunicación, decoración, atención al cliente, he viajado... Lo que he aprendido en un año, no te lo enseñan en ninguna universidad y sigo aprendiendo cada día.
¿Piensas en tener presencia internacional?
Ahora mismo no abriremos otras tiendas en otros países, pero sí pensamos en la opción de tener presencia en tiendas multimarca con un pequeño corner de Pinya y darnos a conocer, aunque la prioridad es potenciar las ventas online. Antes que nada, queremos consolidarnos aquí pero con la idea de abrirnos a otros mercados.
¿Es muy pronto para hablar de la filosofía de la marca?
Tiene que hacerse un lugar todavía, pero queremos aportar una pincelada de color incluso al mundo surf, sin pensar en un total look PINYA. Ya ves que hemos querido que la tienda transmita la personalidad de la marca y hacer un espacio muy abierto a los clientes y donde se sientan cómodos.
¿No te da miedo lo que pueda pasar?
Sí, pero si pienso en ello… (risas) ¡mejor no pensar! Prefiero pensar en positivo, en lo que está por hacer, en qué podemos mejorar, hacia donde hay que ir, porque sino me paralizo. Estamos asumiendo todos los riesgos apostando fuerte para seguir adelante.
Hay algo que has dicho que me gusta especialmente: te gusta ser útil.
Sí… y todo porque me he sentido bastante inútil durante bastante tiempo en mis anteriores trabajos. ¡Cada dos años tenía que cambiar! Siempre necesito aprender más y hacer cosas nuevas, y sobre todo sentirme útil y que mi trabajo sirva para algo. Yo me eduqué en el Colegio Alemán y allí nos enseñaron que hay que ir al grano. Mi carácter está moldeado a la alemana… No me gusta darle vueltas a las cosas y quizás no sea muy detallista pero me ayuda a tomar decisiones y marcar prioridades.
Te olvidas de la utilidad del vestir que provoca muchas reacciones. ¿Te gusta que el cliente se sienta mejor con tu ropa?
Cuando era pequeña, no entendía los colegios que obligan a los niños a ir con uniforme. ¡Para mí es una crueldad! Tu forma de vestir es una expresión de quién eres y cómo eres. Nunca quise trabajar en un sitio donde tuviera que vestir con camisa o muy formal. Vestirnos es la forma más directa de expresar nuestra personalidad. Que la gente entre a la tienda y compre las piezas que he pensado, y se guste, es muy gratificante.
¿Es el veneno que necesitas para seguir?
¡Exacto! O que te digan, “qué bonita la tienda” o, “me encanta esta marca, ¡me lo compraría todo!”
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