La primera instalación nació en Facultad de Bellas Artes de la Universitat de Barcelona, en una disciplina en la que teníamos que presentar un proyecto. Yo (Sergi) no tenía nada, así que me senté en clase y me quedé escuchando las propuestas de mis compañeros. Cuando ya llevaba un rato escuchándolas pensé: “Voy a hinchar un globo en la sala y así, cuando mis compañeros vengan a entregar sus trabajos, el mío estará ocupando la sala y no podrán hacerlo”. Con esta premisa me puse manos a la obra: empecé a investigar materiales y a buscar soporte técnico para realizar la pieza con la condición de que tenía que ser algo económico ya que, como estudiante, no contaba con grandes recursos.
Recuerdo que, después de dar bandazos por las hipótesis más descabelladas, el inicio de la solución me la dieron unos muñecos hinchables en el Camp Nou que se hinchan cuando el Barça marca un gol –aunque también los había visto en algunas gasolineras. Muñecos que en la base tienen un ventilador y aberturas en los brazos; cuando la presión es suficiente, los brazos se extienden liberando el exceso de aire para volver a doblarse y contener el aire hasta el siguiente hinchado, generando un movimiento regular como si de una danza se tratara.
A partir de esta referencia hice el primer hinchable, del tamaño de la sala que iba a intervenir, y, al instalarlo, me di cuenta de que podía introducirme por el agujero del ventilador. Me di cuenta de que desde dentro era mucho más interesante que la propuesta invasiva que estaba persiguiendo; el proyecto había cambiado. Al presentar el proyecto invité a mis compañeros a adentrarse, todavía por el agujero del ventilador, a la sala del aula que había sido reinterpretada a partir de ese artefacto amarillo que lo cubría todo. Así nacía la primera intervención, Espai 1.
En relación al colectivo, siempre creí que todo acto creativo es colectivo así que decidí que buscaría un nombre artístico que contemplase esa condición. Por otro lado, el hecho de que ya en la siguiente instalación mi amigo Pablo Baqué creyera en el proyecto y quisiese formar parte de él me empujó a continuar trabajando y a convertirlo, con la ayuda de tantos otros, en el Penique Productions que conocemos hoy.