El consumismo está matando el mundo. Pero eso ya lo sabes. Y sin embargo, es posible que sigas sin hacer mucho. ¿Por qué? Es difícil enumerar todos los motivos de nuestra inacción, pero Patricia Camet está decidida a luchar contra todos ellos. La artista peruana es reivindicativa, ecologista, y hace que abramos los ojos ante la temible realidad a través de su trabajo; sin embargo, lo hace con una pizca de humor. Como forma terapéutica, y porque un mensaje recriminatorio cala menos que uno positivo. Al menos, eso podrás descubrir en su primera exposición individual en España, Emoticons x M2, que se inaugura el próximo 4 de septiembre en la Galería Ponce+Robles de Madrid.
Hola Patricia, gracias por tu tiempo. Eres peruana pero naciste y creciste en Nueva York, una ciudad bulliciosa, dinámica, y también muy agresiva y competitiva. ¿Cómo crees que te ha formado como persona y artista la ciudad norteamericana, y qué crees que llevas en ti de tus raíces peruanas?
Nací en Nueva York pero vivo en Perú desde los tres años –soy hija de una familia de inmigrantes europeos que fueron al país vía Estados Unidos. Hice mis estudios universitarios en los Estados Unidos por eso, y viví allí durante once años. A los treinta, sin embargo, volví. Así que mi formación ha pasado entre ambos países. Creo que Lima es una ciudad muy bulliciosa, hostil, contaminada, efervescente y atractiva, en constante cambio. Y mi fuente principal de inspiración y trabajo es el Perú.
Tu obra habla constantemente del consumo, más concretamente, del consumismo tan brutal en el que estamos sumergidos. Al haber estado años en Nueva York, supongo que lo has vivido todavía más de cerca. Pero, ¿cuándo te das cuenta que el sistema es y está podrido, y que la sociedad occidental debe hacer algo para cambiar?
Perú fue un país con mucha influencia ‘gringa’, aunque hoy en día la producción para el consumo está en China. Somos adictos al consumo masivo, y la verdad es que quisiera que la política de producción estuviera regulada por una correcta política de educación y consumo. A la gente no le enseñan a reciclar ni a descartar los residuos de basura correctamente, es lamentable –y esto abarca casi todas las sociedades del mundo.
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Tu trabajo tiene un trasfondo de denuncia. ¿Te consideras una activista?
Sí, hay un trasfondo de denuncia en mi obra. Uso los residuos de envases de plástico descartados domésticamente, el packaging, como prototipos para producir moldes de yeso y, a partir de ellos, construir cerámicas. Lo que me motiva a elegir este material es que se convierte en basura rápidamente. En un abrir y cerrar de ojos, sin pensar ni mirar lo que desechamos, no tomamos en cuenta las graves consecuencias que tiene el residuo plástico para el planeta.
Teniendo en cuenta que el mercado del arte ha podido mancillar la credibilidad del arte contemporáneo, ¿consideras que sigue siendo un buen medio de denuncia y activismo?
Claro, el arte contemporáneo sí puede ser un buen medio para denunciar las malas prácticas y abusos en todos los ámbitos.
Presentas, por primera vez en España, una exposición individual. Se titula Emoticons x M2 y tendrá lugar en la galería Ponce + Robles de Madrid. En ella exhibes piezas de cerámica realizadas a partir de desechos, principalmente no reciclables. Cuéntanos, ¿qué relación hay entre la contaminación, la sobreproducción, y los emoticonos?
La recolección de envases plásticos se ha convertido en una obsesión para mí. Por un lado, me produce ansiedad el detrito de nuestra sociedad exageradamente consumista, y por el otro, me produce enorme fascinación. Todo viene en un envase descartable, es un blíster plástico protector. Los huevos, los audífonos, las maquinillas, los juguetes, etc. ¡Todo!
Los objetos y alimentos viajan de un continente a otro bien protegidos de rupturas o daños en packagings de plástico. Se usa el mismo en la India, Perú, España y en la China; son globalizados, internacionales y ‘viajeros del mundo’. Estos envases plásticos también me producen gran fascinación: son parte de un sistema industrial. Diseño industrial puro, pensado y calculado para proteger objetos. ¡Es maravilloso!
Al mirar cada envase con detenimiento sigo descubriendo que todos tienen caras, con expresiones y emociones. Los llamo Emoticons y son parte del lenguaje tecnológico emocional de las redes sociales, igualmente globalizado. También, en mis Emoticons de cerámica hay una referencia visual inmediata a las máscaras y retratos de las culturas precolombinas e incas del Perú –historia antigua que me inspira y por la que siento gran admiración.
“Emoticons x M2, de Patricia Camet, se inaugurará el próximo 4 de septiembre y estará hasta el 24 de octubre en la Galería Ponce+Robles, calle de la Alameda 5, Madrid.”
Pues no son precisamente pocos los tipos packagings: los hay de todas las formas, tamaños y colores. ¿Cómo los seleccionas y expones?
Los Emoticons están organizados por una cuestión práctica y estética en metros cuadrados, y se potencian las unas a las otras en este área delimitada. Me interesa mucho el concepto del metro cuadrado como área y como valor: construimos y vendemos por m2, la destrucción se calcula en m2, arrasamos con bosques y selvas vírgenes por m2, etc.
En la exposición también he incluido los Ayahuascas, retratos que son proyecciones de fotos invertidas de la selva amazónica del Perú para poner en evidencia el, cada vez más, limitado espacio de la naturaleza en estado virgen, donde el ser humano todavía no ha empezado su obra de destrucción.
Defines estas piezas como retratos. Aunque provienen de objetos, tú las antropomorfizas y les dibujas caras, expresiones. Y la verdad es que, mirándomelas, he visto tristeza, sorpresa y confusión, pero no felicidad o sonrisas. ¿Canalizas tus propios sentimientos respecto al estado del mundo a través de estas obras?
Ver el detrito del hiperconsumo estetizado y las emociones en las caras de la basura en cada Emoticon es crudo y es irónico, pero también me gusta el humor que hay en ellos. El humor diluye ‘aparentemente’ la crudeza del mensaje y alivia mi ansiedad frente a la realidad. La contaminación de plásticos es una tragedia. Sin embargo, en mi obra hay mucho optimismo: caras felices, las que ríen, las que conversan, pero también las que están molestas, confundidas, etc.
Esto de ver rostros o formas en nuestro entorno es algo habitual: desde las nubes hasta los coches, podemos encontrar similitudes con el ‘mundo real’ todo el rato. ¿Es algo a lo que has ‘jugado’ siempre, o lo has desarrollado a partir de tu práctica artística?
Definitivamente lo he desarrollado en mi práctica artística a partir del lenguaje tecnológico en las redes sociales.
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Los emoticonos están ligados a la cultura digital, a la llegada de internet y a la mensajería instantánea. Desde el clásico smiley hecho con dos puntos y un paréntesis, nuestro lenguaje ha evolucionado hasta los GIFs y los memes, que ya forman parte de nuestro ‘vocabulario visual’. ¿Te planteas usar disciplinas multimedia y la creación digital para hacer llegar el mensaje más lejos, por ejemplo?
Sí, podría ser.
Además de la exposición en Ponce + Robles, ¿qué otros planes tienes para los próximos meses? ¿En qué estás trabajando actualmente?
Una exposición colectiva en el Museo Amano de textiles precolombinos en Lima. Estaré haciendo una intervención sobre el sillón Mah Jong, de Roche Bobois, y tendré una muestra individual en noviembre, en la Galería del Paseo en Lima. Y de cara a 2019, participaré en la feria ARCOmadrid con la galería Ponce + Robles.
Para acabar, ¿algún mensaje o consejo para que hagamos del mundo un lugar menos contaminado y menos consumista?
¡Reciclar!
Emoticons x M2, de Patricia Camet, se inaugurará el próximo 4 de septiembre y estará hasta el 24 de octubre en la Galería Ponce+Robles, calle de la Alameda 5, Madrid.”
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