¿Es posible la libertad total a la hora de crear? Es más, ¿es posible diseñar piezas antes nunca vistas? Esto es lo que se proponen los responsables de Papiroga, una firma de accesorios que desde siempre ha apostado por materiales poco usuales. Y no les va mal, teniendo en cuenta que ya llevan seis años en ello y han sabido posicionarse en el mercado internacional, con especial atención en Japón. El equipo lo forman Estefanía de Oliveira, Leire Urzaiz y Daniel Coma-Cros, todos ellos vienen de trabajar en la industria de la moda, no en la parte más creativa, sino en el lado oscuro, como ellos mismos lo califican: estrategias de mercado, departamentos de compra y tareas por el estilo. Y aclaran: "Digamos que nuestro pasado en el lado oscuro fue clave no solo para pagar facturas, sino también para crear Papiroga. Sin ser conscientes de lo que no queríamos hubiera sido más difícil lanzarla". No hay mal que por bien no venga, dicen.
¿Quiénes sois y cómo surgió vuestra marca?
La marca nace como reivindicación a la creciente uniformización del mercado con propuestas y diseños cada vez más estandarizados, y como un intento de diversificar el más bien monótono paisaje de la moda, incorporando valores como la frescura, la autenticidad o la espontaneidad que no encontrábamos en otros lados. Nos parecía todo más bien aburrido y previsible, necesitábamos hacer algo diferente, proponer una alternativa, sin complejos ni prejuicios, sin ataduras ni limitaciones. La idea nace de esa voluntad de cambio. Así que el día que nos juntamos Estefanía de Oliveira, Leire Urzaiz y Daniel Coma-Cros empezamos a darle forma a un proyecto que, seis años después, sigue por suerte más vivo que nunca.
¿Qué significado tiene ‘Papiroga’?
Es una palabra inventada, como nuevo es todo lo que intentamos diseñar. Nos parecía coherente que, si proponemos con cada nueva pieza una forma única, nunca antes vista, el nombre necesariamente tenía que ser creado de cero. Así no condicionamos la mirada previa hacia la marca y cada cual la dota del sentido que prefiere.
¿Qué importancia tiene el caballito de mar para vosotros?
El caballito es para nosotros un ser cargado de simbolismo: nos inspira su naturaleza efímera, sensible y libre, como Papiroga; es original y único, como aspiramos a ser cada día; con un aura más propia de otros mundos que de este, dominado por grandes multinacionales abonadas impunemente a la copia. Además, tiene un punto surreal, inquietante y algo absurdo que nos fascina.
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Ya lleváis seis años con la marca pero, ¿siempre os habéis dedicado al mundo de los accesorios?
Antes Estefanía había diseñado para otras marcas, Leire había llevado el departamento de compras de grandes grupos y Daniel desarrollado estrategias de marca para clientes de todo el mundo. Digamos que nuestro pasado en el lado oscuro fue clave no solo para pagar facturas, sino también para crear Papiroga. Sin ser conscientes de lo que no queríamos hubiera sido más difícil lanzarla.
¿Con qué equipo de creativos contáis?
Caballito aparte, Estefanía y Leire se encargan del diseño de los accesorios y Daniel de la marca. Obviamente no estamos solos y contamos con un maravilloso equipo de colaboradores de todo tipo al que cada día se van sumando nuevos perfiles.
¿Cuáles son vuestros mayores referentes e influencias a la hora de diseñar y producir?
Sonará a cliché, pero creednos si decimes que no tenemos referentes concretos. Cada uno tiene su propio mundo artístico, su universo estético, sus gustos y predilecciones, pero rara vez tienen que ver con una marca concreta o con un diseñador o artista específicos. Nos fascina por ejemplo Olafur Eliasson, pero también Mark Ryden. El espectro es enorme. Pero de ahí a ejercer una influencia determinada... Enriquecen y dan sentido a nuestro mundo, pero no podemos considerarlos una influencia a la hora de diseñar. Para crear de cero y sin referencias previas formas y piezas nunca antes vistas es por lo que decidimos lanzar Papiroga. Para partir de algo ya existente o basándonos en alguien en particular, seguramente no nos habríamos embarcado en esta aventura. Si hemos hecho lo que hemos hecho es para diseñar desde la total libertad.
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¿Qué materiales utilizáis en vuestras creaciones que otras marcas de accesorios no utilizan? ¿Dónde y cómo se realizan? 
Siempre hemos intentado no solo innovar en el diseño, sino también en los materiales. Si bien ahora ya es algo habitual, empezamos a anudar nuestros collares, por ejemplo, con gross grain (y ahora es una constante en Zara o H&M). El plexiglás era un elemento vinculado a la construcción hasta que empezamos a diseñar colecciones con él, y ahora prácticamente cada semana vemos alguna marca que apuesta por él. También con los beads nadie se atrevía, o con la lana. Por no hablar de los maxi collares por los que apostamos ya en 2011, cuando la gente estaba acostumbrada a piezas mucho más pequeñas. O con los maxi pendientes hace varios años. Cada colección nos inspira un material u otro, que podemos ir a buscarlo a las cumbres del Himalaya, a los bosques de Brasil o a un polígono industrial de Leganés. No creemos que el oro sea, de por sí, más noble o innoble que el metal o el plástico. Todo depende del tratamiento y de la intención que haya detrás. 
Desde el principio Marcela, la modelo de todas las colecciones, ha sido la imagen principal de la marca, ¿por qué esta relación tan larga y cómo ayuda a transmitir vuestros valores?
¡Es que Marcela mola mucho! La conocimos cuando vivíamos en Brasil y desde entonces no nos hemos separado de ella. La idea es que nos acompañe y evolucione con nosotros. Que sea un testimonio y parte del crecimiento de la marca, llegue donde llegue. A veces fantaseamos con una nueva colección con Marcela embarazada o con sus nietos en brazos. Ojalá. La relación va mucho más allá de la típica de marca-modelo. Es una amiga maravillosa a la que adoramos y queremos cada día más.
¿Qué relación tiene Papiroga con los animales? 
¡Toda! No entendemos la vida sin animales. Un universo poblado exclusivamente de seres humanos sería abominable.
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Vuestra página web es muy visual y atractiva, ¿quién se encarga de su realización y cómo fue el proceso creativo?
Bueno, como mente obsesiva que es, Daniel está prácticamente todo el día dándole vueltas a la marca. No hay un proceso como tal, algo que empieza y que acaba. El proceso se convierte más bien en una forma de vida, en una manera de ser.
Contáis con un contacto de mercado internacional muy amplio, ¿cuáles son vuestros compradores más activos y cómo es trabajar a escalas tan grandes?
Tenemos una historia de amor con Japón, que nos tiene anonadados. Sin duda es nuestro mercado más grande. A veces nos invitan a conocer a sus clientes y nos piden fotos con ellos. ¡Alucinante! Tras muchos años vendiendo nuestras piezas en países muy distintos, cada vez hemos aprendido y pulido más todos los detalles. La marca está hoy en día preparada para trabajar a gran escala, para servir sus colecciones a todo tipo de mercados, pero también sigue cuidando como el primer día el trato con el cliente individual. El mimo que ponemos preparando nuestros pedidos online o la alegría de conocer a nuestra ‘Papiroga people’ es la misma que la del primer día. Y si llega un momento en que deja de ser así, mejor cerrar.
¿Estáis trabajando en alguna nueva colección para próximas fechas? 
¡Todo el día! En breve compartiremos novedades.
¿Qué esperáis para el futuro de la marca?
Seguir siendo felices y hacer felices mientras tanto a los demás. Todo lo que venga a partir de ahí nos lo tomamos como un regalo.
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