Empezó como ingeniero industrial hasta que se dio cuenta de que debía salir de su zona de confort para poder, según nos cuenta, encontrarse a sí mismo. Él no solo fotografía, sino que lo hace pensando en que puede llegar a enamorarse de lo que capta con su cámara. Pelis sobre inadaptados y Jungle en la playlist: descubrimos un poco más acerca de Pablo Curto.
Para empezar, una pregunta obligada: ¿cuál es el punto de inflexión en el que un ingeniero industrial decide dejar su trabajo para dedicarse a la fotografía de moda?
Hay un poema de Bukowski titulado ¿Así que quieres ser escritor? que dice: "Si tienes que esperar a que salga rugiendo de ti, / espera pacientemente. / Si nunca sale rugiendo de ti, haz otra cosa". Dejando de lado lo pedante que es empezar una entrevista citando a Bukowski, creo sinceramente que es cierto y extrapolable a cualquier formato de expresión artística. De pequeño pintaba, tocaba el piano, fui a una escuela de circo… Pero no encontré nada que, a la hora de la verdad, prendiese esa llama. Así que estudié industriales. En el fondo sabía que tenía algo que contar, pero imagino que ni era mi momento, ni había encontrado la herramienta adecuada. Y, años más tarde, me vi con una cámara en la mano, y –con mucho trabajo para recuperar el tiempo perdido– aquí estoy. Pienso que es necesario tener una confianza ciega en lo que haces, si pretendes dedicarte a la creación. Ese sol que te quema por dentro del que habla Bukowski es necesario en estas profesiones. No vale con que te guste. Tiene que ser inevitable.
¿Recuerdas algunas de las primeras fotografías que te impactaron o te marcaron de alguna forma?
Las fotos de David Bailey y Anton Corbijn. En realidad mi contacto con la moda, hasta hace relativamente poco, era más una cuestión de estilo. Yo era el típico rarito que jugaba a las Magic en el sótano durante el recreo, pero leía la Rolling Stone y me flipaban los looks de los músicos; de Mick Jagger, de los Gallagher… Me gustaba cómo los retrataban, el rollo inalcanzable que tenían. Tengo las fotos del Box of Pin Ups de David Bailey siempre en la retina. Me gustaría pensar que hay parte de eso en mi trabajo, que mis sujetos tienen, en el fondo, algo de rock star.
Tu fotografía mezcla a la vez sutileza y personalidad, delicadeza y carácter. ¿Es esta guerra de polos uno de tus objetivos al tomar una foto?
Al fin y al cabo, no deja de consistir en mirar y saber si lo que ves te gusta o no. Lo importante –y lo difícil– es saber identificar ambas cosas. Esto tiene poco que ver con fotografía y mucho que ver con tu desarrollo personal, tus inquietudes, tus sueños, tu entorno. Es de ahí de donde viene todo y a lo que hay que dedicarle tiempo: a cultivar tu mirada, que es lo que te hace especial. Bruce Weber dice que el mejor consejo que tiene para sus asistentes es ‘Go out in the world and live!’ Soy muy de citas, sí, pero es que este señor seguro que algo sabe.
En tus trabajos fotográficos de moda, ¿es difícil equilibrar tu mirada personal con lo que el cliente te pide?
Como fotógrafo o realizador, lo que el cliente necesita de ti es que traslades sus ideales, su concepto de marca, a un medio audiovisual. En ese sentido, tu mirada personal es lo que te diferencia, lo único que te hace especial, el único valor añadido que tienes frente a cualquier otra persona que sepa usar una cámara y un set de flashes. Los buenos clientes son los que comparten tu mirada y la usan para crear valor para su marca. Afortunadamente trabajo mucho con mis clientes y poco para ellos.
La mayoría de tus modelos son femeninas. ¿Buscas alguna característica especial en ellas, algún rasgo que consideres necesario a la hora de fotografiarlas?
No sé, trato de encontrar a la mujer de la que me enamoraría dentro de la persona que tengo delante. No es tanto una cuestión de belleza o rasgos físicos, sino de actitud, supongo. Es difícil de definir, pero creo que todas tienen algo de Kirsten Stewart y un poco de Emma Stone.
¿Qué es lo que consideras más importante en una sesión de fotos?
Las ganas y el tiempo. Si pretendes crear algo significativo, hay que tener ganas y dedicarle tiempo. Y supongo que tener algo de Jungle en el playlist también es importante.
Aparte de la fotografía, también has dirigido varios proyectos audiovisuales. ¿Con qué medio te sientes más cómodo? ¿Qué supone para ti alternar entre ambos?
Me siento infinitamente más cómodo fotografiando que dirigiendo. En un proyecto audiovisual hay tal cantidad de procesos y personas que intervienen… Siendo autodidacta, algunos rodajes aún me dan un poco de vértigo. Pero bien, me voy acostumbrando. Alternar es divertido porque te llevas cosas de un medio al otro y viceversa; siempre aprendes algo nuevo.
Dirigiste un videoclip como parte de una acción de marketing para José Cuervo. Cuéntanos un poco cuándo y por qué decides utilizar la vieja Handycam de tu padre para este rodaje.
Es un recurso para crear un poco de intimidad entre los dos personajes. Si eliminas al operador de cámara/fotógrafo, la imagen es un poco más verosímil. Me interesa mucho el punto de vista subjetivo, alguna vez lo he hecho en fotografía también. Lo podríamos haber hecho con un móvil o con cualquier cámara de las que todo el mundo tiene a su disposición, pero al final lo hicimos con la Handycam porque era el acabado que más me gustaba.
“Roads take you to Places” es una selección de fotografías personales tuyas inspiradas en la poesía de James Kavanaugh, en el poema “The Searchers” más en particular. ¿Qué tipo de conexión hay para ti entre la cámara y esa continua búsqueda vital de la que nos habla el poeta?
Creo que en materia de educación se cultiva muy poco esta búsqueda vital, vamos un poco a tiro fijo en este país, « mejor haz algo con salida profesional y no te líes. » Y me parece un error, es importante tener la mente abierta, probar cosas nuevas, equivocarse, salir de la zona de confort. Encontrarse, aunque suene tremendista.
Recientemente hemos entrevistado a Adriana Roslin, que con tan solo 20 años se está abriendo un gran camino en el mundo de la fotografía de moda española. En la entrevista te mencionaba a ti como su mentor. ¿Qué sientes al pensar que sirves de maestro e inspiración para otras personas?
Creo que maestro es ir muy lejos. Lo de Adriana es especial, es una locura que con 20 años tenga las cosas tan claras y un discurso estético tan definido. Yo con 20 años jugaba al World of Warcraft y llevaba perilla. Siempre dice que le he ayudado mucho y me alegra escucharlo, pero estoy convencido de que le habría ido bien con o sin mi ayuda.
¿Cuáles son tus principales referentes? ¿En qué o en quiénes se inspira Pablo Curto?
Fotográficamente, me gustan mucho Lachlan Bailey, Josh Olins, Mike Brodie, Stephen Shore, Quentin de Briey, Glen Luchford, David Bailey, Jean-Loup Sieff… Y las fotos que le hacía mi padre a mi madre. Y cualquier peli sobre losers e inadaptados. Y Fuerteventura. Y las fotos que hago cuando viajo con mi novia y que no son para nadie más que para mí y para ella (y que luego me llevo a mi trabajo editorial).
¿Cómo se presenta tu futuro? ¿Hay algún proyecto del que nos puedas hablar que te haga especial ilusión?
Empiezo una nueva etapa con Them Management, que me representa desde septiembre y seguro que trae cosas interesantes. Lo que más me apetece ahora es viajar un poco. Trabajar con gente nueva en sitios nuevos. A ser posible, en sitios en los que no llueva demasiado.
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