En ese punto, mi mente de retailer fue clave, sabía que era insostenible ir desarrollando producto y produciendo piezas que solo iban a provocar inmovilizado, que se depreciaría y que tendríamos que empezar a mover con promociones. Y esto a su vez es algo en contra de nuestra filosofía, ya que el trabajo de los talleres es imperecedero, y un día no puede valer una cantidad y al siguiente menos, igual que el trabajo de todo el equipo. Además, creo que es una falta de respeto para el cliente. Si a todo esto sumas que buscamos que las prendas duren, se arreglen, se remienden, y se modifiquen a lo largo del tiempo, aún tenía menos sentido.
Desde el comienzo apostamos por dejar tiempo a los talleres para trabajar, no presionar en tiempos ni costes y hablar con las personas para que sean conscientes de la necesidad y características que tiene ser sostenible socialmente en la moda. Qué es permanencia, respeto, creación y eso. El problema es que, aunque parezca que siempre ha estado aquí, el término slow fashion se acuñó en 2008 y solo empezó a escucharse a partir de los acontecimientos sucedidos en una fábrica en Bangladesh en el 2013. ¡Así que imagina! Cuando a comienzos del 2016 nosotros hablábamos de tomarnos las cosas con más calma, todo el mundo nos tomaba por locos y nadie creía en nosotros en ese momento.