Comencé trabajando sobre la relación entre la escultura y el cuerpo creando piezas que se amoldaban a partes del cuerpo pero que por sus formas, peso e incomodidad no eran de uso cotidiano. Eran proyectos más experimentales en los que reflexionaba sobre la necesidad histórica de las personas de incorporar objetos externos al cuerpo como símbolos, estudiando desde la ornamentación indígena hasta la joyería victoriana. Me fascinan las joyas étnicas como los brazaletes bereberes de formas punzantes que, cuando es necesario, pueden ser usados como instrumentos de autodefensa. O la ornamentación corporal de los indígenas brasileños Kayapó, que refleja un orden representativo que habla de la sociedad, la naturaleza y lo sobrenatural. Aunque muchos de esos atributos místicos de la joyería se hayan diluido con el tiempo, me acompañan a la hora de trabajar. Ya en São Paulo, aprendí la parte más técnica de la confección de joyas. Allí me familiaricé con el trabajo con piedras preciosas y semipreciosas. Brasil es un país de gran riqueza mineral dónde pude aprovechar para aprender un poco sobre gemología.