Después del éxito de su primer volumen de Un canto por México, Natalia Lafourcade presenta el segundo volumen con temas tan históricos como Cien años, Soy lo prohibido, Luz de luna o La Llorona, con más de cincuenta colaboraciones con grandes músicos como Ely Guerra o Jorge Drexler, y leyendas vivas como Caetano Veloso o Rubén Blades, y cuya primera entrega la hizo acreedora de un Grammy y dos Grammy Latinos.
Un canto por México es un proyecto que nace con la intención de recaudar fondos para la reconstrucción del Centro de Documentación del Son Jarocho: un centro de formación en música, baile, industria textil, alfarería, gastronomía y otros saberes del pueblo veracruzano, destruido por un terremoto en 2017.
Y de nuevo, en esta segunda entrega, Natalia Lafourcade nos acerca los paisajes de México y nos permite vibrar y zapatear en ellos, conmoviéndonos a través de sus eternas melodías, de los ritmos que surgen de historias tristes o raramente felices, de historias compartidas, a veces únicas, que enraízan la vida con los orígenes de la artista mexicana; una artista universal, enérgica, cuya esencia lleva 20 años creciendo y haciéndose aún más fuerte, desde que lanzara Busca un problema o Te quiero dar, los primeros temas que la dieron a conocer.
Hablar con Natalia es como hablar a través de un enrejado de sabiduría ancestral y moderno al mismo tiempo. Una batidora de ritmos y poesía: ella es huapango, la polka o el son jarocho; pero también es el bolero, la cumbia, el ranchero y el norteño. Es diversidad y espontaneidad. Su energía y su entrega por compartir lo que ocurre en su país, tanto cultural como socialmente, ha permitido que el alma de México se encuentre muy próximo al nuestro. “Quería que se sintiera la esencia de México. Y México entra en esos países que son caóticos, hermosos, bellos e increíbles. Pero que son caóticos en su naturaleza. Su esencia es un caos maravilloso. Así es Un canto por México”, nos cuenta.