Fue gestada entre Myanmar y París, casi sin querer. Viajé al primero y viví unos meses en el segundo. La colección iba a estar inspirada en Myanmar, pues tenía muchas piezas diseñadas durante ese viaje y estaba muy contenta porque el país despertó toda mi creatividad, pero de repente una oportunidad me llevó a París y mi mente no paró. Allí, en un taller que alquilé, pude empezar a plasmar en metal todo lo que tenía dibujado, y decidí aprovechar esa inspiración para hacer una colección de ambos sitios, por muy diferentes que fuesen. Piezas con referencias birmanas bañadas en metal, en contraposición con la sutileza de las creadas en París, utilizando pirita en crudo. No podía tener otro nombre que Metalized, un encuentro casual entre oriente y occidente.