En la actualidad, cada vez son más los artistas que utilizan su obra como medio de expresión y lucha por la igualdad y la justicia social. Montserrat Anguiano es una artista y activista española que ha dedicado su obra a la lucha por la visibilidad y reconocimiento de la mujer negra y afrodescendiente. A través de sus pinturas y poesías, Anguiano denuncia la falta de referentes y la invisibilización de la identidad negra en la sociedad occidental. Su obra es un medio para expresar su compromiso político y su reivindicación de los derechos y la dignidad de las mujeres negras.
En esta entrevista Montserrat comparte sus inicios en el arte, su proceso de deconstrucción y aprendizaje en el activismo y su visión de las mujeres referentes en la lucha feminista, tanto a nivel local como internacional. Asimismo, nos explica el significado detrás de su particular estilo de pintura, caracterizado por el uso de colores primarios sobre un fondo blanco o negro. A través de su voz, nos invita a reflexionar sobre la importancia de la representación y la diversidad en la cultura y la sociedad contemporánea.
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¿Quién es Montserrat Anguiano? ¿Cómo fue tu iniciación al arte?
Soy una alma combativa, una pintora, poeta y comunicadora cultural, con mucha conciencia y mucho que decir. Mis inicios se remontan a 2001, cuando coqueteaba con lo musical y lo plástico, creando unas performances muy atractivas e intimistas. Me retiré y volví en 2015, comprometida con el pincel y el lienzo, con la mujer, y en especial y particular con la mujer negra y afrodescendiente. Comprometida con la palabra y la sensualidad poética, expresándome con la poesía.
Com dices, tu arte va ligado al activismo, en especial, a la lucha de la mujer negra. ¿En qué momento decidiste ligar arte y lucha?
Fue progresivo, en mis inicios era feminista, pero no consciente de mi identidad como mujer negra, retrataba mujeres siempre, pero que distaban de mi persona, de mi negritud, pintaba y me veía reflejada en mujeres blancas, mujeres como Louise Brooks y PJ Harvey. Fue en 2015 cuando se abrió mi mundo, cuando empecé a saber, a darme cuenta, gracias a descubrir unos espacios donde se reunía gente de la diáspora y comunidad afro de Barcelona. Flipé. Me di cuenta de que era una mujer negra, me sentí orgullosa de mi origen, por primera vez, y también por primera vez empecé a juntarme y conocer personas como yo, negras y autóctonas. Insisto, se abrió mi mundo. Progresivamente, mi arte empezó ya coger tintes políticos, por necesidad. Quería denunciar esa falta de referentes que yo había sufrido, y hacerlo a través del arte como canal de expresión. El arte me ayudaba a visibilizar el silencio. Mi pintura como reivindicación política y de lucha.
¿Cómo ha sido este camino? Es un proceso largo, deconstruirse, aprender los distintos discursos y teorías.
Es un proceso largo, duro e intenso. Sí. Pero el hacerlo acompañada lo hace más liviano, una vivencia necesaria, confortable, donde finalmente te sientes en casa, protegida por los tuyos. Es complicado reconocer que por el hecho de haber crecido y educado en occidente soy racista. Mi responsabilidad residía allí y deconstruirme era la opción inteligente y acertada. Fue un trabajo arduo, pero también con mucha belleza, un aprendizaje constante, latente. Reconocer que he sufrido racismo desde el minuto uno de mi existencia, sanar, reparar, es algo que deberíamos hacer todas. Es hermoso. Es brutal sentirte parte de un todo, un todo que creamos nosotras. Agradecida de cada día, aprender y aprender, investigar, luchar, saber y a veces con la realidad sufrir, llorar, pero siempre resiliente y empoderada.
Hablas también de distintas mujeres referentes, iconos de la lucha feminista, sobre todo de Estados Unidos. Como Angela Davis, Rosa Parks o Marsha P. Johnson. Adentrándonos más en la escena local, ¿cuáles son tus otras referentes?
Hay diversidad y multitud de mujeres negras que están haciendo cosas, cosas relevantes, en distintos sectores, desde el arte a la política, pasando por la ciencia, las leyes. Somos muchas, y cada vez conozco más y me nutro de ellas. Muchas compañeras, algunas amigas. Destacaría a la política Jessica González, la escritora y activista Desiree Bela, otra política Viviane Ogou, en el mundo de las artes destaca la cómica Asaari Bibang, la cantante Marga Mbande, la actriz y dramaturga Sílvia Albert, la influencer Afropoderosa. Vamos, estamos representadas en todos los segmentos sociales. Y juntas construimos un todo. No podemos decir que no estamos presentes en este complejo mundo, cada vez somos más con discursos y narrativas similares de raíz, diversos de esencia.
Hay una conexión en todas tus pinturas, la utilización de colores primarios sobre un fondo blanco o negro. ¿Qué hay detrás de esta composición?
Nació así, fue durante el proceso de reconocimiento y aceptación de mi negritud, de mi identidad como mujer negra. Mi origen es africano, de Guinea Ecuatorial, concretamente de Micomeseng, soy fang y orgullosa, aunque es todo más complejo que una identidad, pues yo nací en Barcelona, y fui adoptada por una familia catalana a pocas horas de nacer. Una doble identidad, que me conducía a disociar, sintiéndome en un limbo constante. No pertenecía ni a mi tierra madre ni a aquí. Con el tiempo entendí que era de las dos, ambas soy yo y me representan. Entonces con la pintura mostraba mis dos orígenes, mis dos casas. Representando y retratando a mis mujeres en blanco y negro como símbolo y señal occidental y el fondo a full de color, colores que me representan, vivos, fuertes, intensos, únicos. Mi imaginario entendía a África desde esos tonos primarios, y es clara la reminiscencia al continente. Construí mi identidad como artista con un lenguaje propio y único. Pues mi obra te puede gustar, más o menos, pero no te deja indiferente, y es totalmente reconocible. Tiene alma.
Una de tus obras más conocidas, God is a Black Woman, que se subastó en Sotheby’s (Nueva York), hace referencia a la lucha antirracista. Se trata de un puño alzado, símbolo que se ha utilizado en distintas luchas, para dar solidaridad y resistencia. ¿Cómo quisiste enfocar la simbología y relacionarla con tu obra?
Estuve rompiéndome la cabeza para crear algo único, y que se entendiera el mensaje solo con mirar la obra. Entonces, aconsejada por mi mentora Bisila Bokoko, una gran referente, me puse a trabajar en una masterpiece, y lo logré. Creé algo que encantó, no me digas por qué gustó tanto, quizás por la fuerza, por la implicación y presencia. Una figura icónica, ese puño alzado que habla tanto de mí y de mi carácter y lucha. Integré plasticismo, belleza y compromiso social y político.
Además de realizar obras de arte, utilizas el body art, como herramienta de expresión. El lienzo se convierte en el cuerpo de una mujer negra, para denunciar la idea de sexualizar el cuerpo. ¿Por qué has realizado body art en el cuerpo de un hombre negro? ¿Qué querías denunciar o exponer?
Pintando sobre la piel de un hombre negro quiero denunciar que no es única esa opresión del cuerpo negro característico de las mujeres. No me olvido del proceso por el que pasan mis hermanos. Cuerpos sexualizados y doblemente oprimidos. La agresión no es exclusiva de la mujer, posiblemente más expuesta y señalada, pero no es única. El body art es un recurso de bien para denunciar cosas, situaciones, momentos, que a veces con la palabra no son suficientes, que a veces sobre lienzo no bastan.
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También haces poesía, ¿qué beneficio te da la escritura, que otras formas de expresión no te dan?
Con la pintura yo me siento libre, la utilizo como canal sanador, a veces oscura, bebiendo de una clara connotación sensual y sexual. La escritura me libera, me permite mostrar una parte que mi pintura tan luminosa no muestra. Luchando, batallando con mis demonios, con mis pesares internos. La palabra como medio de expresión, sin límites, sin censura.
Una de tus últimas actividades, ha sido la exposición de El despull en Soho Friends, expuesta hasta el 23 de marzo. ¿Qué buscas que se plantee el público con tu obra, qué persigues?
Quiero que la gente se sensibilice, empatizando conmigo y con mi visión de vida. Con mi lenguaje, con mi discurso y narrativa. Quiero adentrar al público a mis universos, que palpen de cerca esa creación, ese mensaje. Estoy aquí, soy una mujer negra orgullosa de ello. Satisfecha de mi identidad y belleza como mujer afrodescendiente. Quiero que sientan a través de diversas disciplinas artísticas la complejidad de vivir como el ser disidente que soy. Solidarizándose con la causa a la que doy visibilidad. Ese soberbio y necesario discurso antirracista y afrofeminista. Y gritar que no estamos solas.
En El despull la mayoría de obras tienen como título distintas mujeres referentes en tu vida ¿Cuéntanos cómo es el proceso de nombrar las obras?
Últimamente, me siento súper cómoda entre la abstracción, antes el mensaje y representación de las referentes era obvio, partía de lo figurativo. Con lo abstracto eso cambia, y me guío por sensaciones e intuición. Las nombro desde la percepción, la magia y vibrando. Esos nombres de mujeres reflejan energías, siempre bellas y muy profundas. Huyendo de lo banal.
¿Cuál es tu opinión respeto a la concienciación que hay en España sobre el racismo y el machismo? ¿Crees que aún se mantiene una visión del feminismo blanco?
Mal. Estamos mal. Considero que hay muchísimo racismo. Una persona negra, racializada, sufre agresiones racistas a diario, agresiones que casi no se perciben, que no se ven. Me llevo las manos a la cabeza cuando me dicen que no existe racismo. Tenemos que ser conscientes de que si hace menos de 150 años se exhibía en zoológicos humanos a personas negras, en prensa se vendían personas con total impunidad, es prácticamente imposible que no exista dicha lacra. España, Catalunya, a pesar de ser mi tierra amada, tienen un pasado racista y colonial, y a la gente no le gusta hablar de ello, se tapa, pero para avanzar y sanar como sociedad, crecer, hay que hacer un ejercicio de consciencia y reparación. Evidentemente hay machismo. Debemos avanzar, reconocer y cambiar, más que cambiar, evolucionar hacia una sociedad libre de discriminaciones y opresiones. Yo creo en un feminismo interseccional, un feminismo que nos representa a todas. El feminismo será antirracista o no será, como bien dijo Ángela Davis.
¿Qué cambios realizarías para una mayor educación en la lucha política y social?
Hay que cortarlo de raíz. Tenemos que incidir desde la pronta educación, formación, desde las escuelas, que se muestre la historia tal y como sucedió, sin blanqueamientos, dotando al continente africano de su realidad, su riqueza, su belleza de origen oculto. Hay que crear leyes que nos beneficien a todas, que nos protejan y donde podamos sentirnos seguras. Hay que dejar de pensar que es una lucha individual, o de unos pocos, y combatir y denunciar de manera colectiva. Así avanzamos y reparamos.
¿Siguientes pasos para Montserrat Anguiano? ¿Estás trabajando en distintos proyectos?
Estoy muy agradecida de poder estar trabajando de lo que me apasiona y llena. Afortunadamente, este 2023 se viene repleto de nuevos e ilusionantes proyectos, tocando casi el cielo me siento. Seguiré acercando mi obra al pequeño público, a los particulares, para que mi obra alcance nuevos horizontes, para que mi trabajo anguianice las casas, llenar los espacios con mi obra. Invito a la gente que no me conoce y que lo hace hoy, a que indaguen en mis universos y creación, animo a hacerse con un pedazo de mí, porque no solo es por y para mí, es por un trasfondo social y de consciencia. Tenerme, adquiridme es estar presente. Seguiré mostrando en distintos espacios y expandiéndome a nivel internacional. Continuando con mi equipo de El despull, como son la artista digital Marta Minguell, el interiorista Gerard Solsona y la estilista Ángela Gómez, creando arte y experiencias sensoriales en distintas galerías y museos. Y un proyecto que me hace especial ilusión, es algo de lo que no puedo contar mucho, pero se está gestando. Una aventura de Bodyart que inicio acompañada por el gran fotógrafo Lucas de Oliveira. ¡Se vienen muchísimas anguianadas! Y cómo no, seguir creciendo como comunicadora cultural, y agradecida de que los medios sigan contando conmigo.
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