Pedro Monge nos tiene a sus pies. En medio de la áspera crisis decide reinventar su profesión como periodista de moda para convertirse en un autodidacta de la manufactura de calzado. Así nace Monge Studio, una exquisita firma de zapatos para hombre caracterizada por vestir por los pies al clásico gentleman con un twist de vanguardia. Con su sede en Mallorca, honra a la tradición de esta industria en la isla y al lujo artesano “made in Spain”, difundiendo su pasión por las cosas bien hechas. Es cuestión de excelencia.
Dicen que dos de las cosas más importantes para causar buena impresión son un pelo cuidado y un buen par de zapatos.
Estoy totalmente de acuerdo. El zapato es la parte de la vestimenta más susceptible de ensuciarse al estar en contacto directo con el suelo, por eso una persona con los zapatos limpios refleja su interés por su imagen. Además, ¡es un chute de endorfinas caminar con los zapatos relucientes! (risas).
Os situáis en Mallorca, lugar caracterizado por una tradición ancestral manufacturera de calzado muy arraigada. ¿De dónde proviene tu pasión por esta industria?
En mi casa siempre se le ha dado mucha importancia al calzado y mis padres nos inculcaron que era mejor tener menos zapatos pero buenos y saber cuidarlos. Más tarde, mi trayectoria profesional en el mundo de la moda me educó el ojo, aunque fue cuando me trasladé a Mallorca para trabajar en Camper cuando entré en contacto directo con la industria.
¿Cuáles son los referentes que calaron en tu retina?
Nuestras referencias son personajes como Aiden Shaw, la obra del arquitecto John Lautner o cualquier persona interesante que vemos por la calle en nuestros viajes.
Hasta que fundaste Monge, no habías trabajado como “creador” de zapatos previamente. ¿Dónde aprendiste a confeccionarlos?
Soy autodidacta. Aunque trabajé en Camper en desarrollo de producto, nunca llegué a diseñar.
Los valientes son necesarios en medio de esta crisis. Desde que empezasteis en 2012, ¿cómo está evolucionando el proyecto?
Muy positivamente. Empezamos en plena recesión y paradógicamente los resultados están siendo muy buenos. Sobre todo nos entusiasma ver como nuestros clientes repiten, es el termómetro más fiable.
Las pieles buenas mejoran con el paso del tiempo.
Efectivamente, lo mismo que los zapatos de calidad.
¿Existe el par perfecto?
El zapato perfecto es el que cambia tu estado de ánimo a mejor cuando te lo pones. Nuestra motivación es crear zapatos que tanto a nosotros como a nuestros amigos nos gusta llevar.
¿Qué hay de la frecuente malograda comodidad en el calzado? El creador de zapatos Christian Louboutin afirmó que para él no tienen que ser cómodos necesariamente.
Para nosotros, el confort es una condición indispensable. Probamos las hormas, el alma del zapato, hasta que tienen el calce perfecto. Ahora todo va tan rápido que no se presta la atención suficiente a la horma sobre la que se construye el zapato o a los materiales.
Es cierto, la tendencia fast fashion se ha instalado con fuerza, aunque paralelamente cada uno de vuestros pares tarda un mes y medio en concebirse. ¿Cómo convencer a la gente de que apueste por la calidad?
Creo que el consumidor sabe muy bien lo que compra en cada momento y cada producto tiene su público.
Pero, generalmente, nos hemos desacostumbrado al trabajo artesanal. ¿Cómo se podría fomentar de nuevo?
Es difícil, creo que es una cuestión de gusto, costumbres y educación. A diferencia de un español o un italiano, cuando un sueco va de viaje a otro país busca tiendas con propuestas interesantes de diseñadores de ese país que no puede encontrar en el suyo.
¿Qué diferencial ofrece Monge?
Utilizamos materiales naturales como pieles de curtición vegetal o algodón orgánico en los cordones, en nuestra tienda de Mallorca ofrecemos la posibilidad de que el cliente cree... Es maravilloso ver combinaciones de piel de distintos colores que nunca se nos ocurrirían.
Ernesto, Scott, Paolo... ¿Quiénes son esas personas que dan nombre a cada modelo que confeccionáis?
Tras diseñar un zapato, cuando tenemos el prototipo, ponemos el nombre pensando en quién sería el cliente ideal para este tipo de zapato. Amigos, personajes... o nombres que nos sugieren algo. En Monge nos movemos por impulsos.
Y pensándolo impulsivamente. ¿A quién calzarías o te hubiera gustado calzar con unos Monge?
A Yuri Gagarin cuando viajó al espacio (risas).
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