Micuit no es una delicatessen culinaria, aunque su proceso de creación y elaboración comparte ese punto de semicocción en un guiño duchampiano que deshace el componente más autónomo de la moda, pues las prendas no adquieren todo su significado hasta que no son interpretadas por cada uno.
Micuit presenta sus colecciones en pequeñas cápsulas inspiradas en todo tipo de imaginarios: desde la geometría y el color más racionalista, hasta la figuración de la iconografía marina o la artesanía plasmada en materiales de extraordinaria pureza como el cuero o la lana, que trabajan con tintes naturales en unas americanas, abrigos y chaquetas pensadas para perdurar en esa larga carrera de fondo que sus creadores, Jano y Bruno, comenzaran en 2012.
En solo dos años os habéis diferenciado de otras firmas creando un estilo de vida y unos valores que acompañan y sostienen el producto. ¿ En qué os inspiráis para construir esas historias?
En Micuit creemos que la moda no se reduce a las prendas, consideramos que ha de existir una sólida y coherente historia detrás. Un universo conceptual, inspiracional y de lifestyle que te ayude a entender y a identificarte con un proyecto. Un storytelling que mezcle múltiples disciplinas como música, imagen, gráfica, cine, etc. Nos inspiramos en infinidad de cosas, Bruno es arquitecto y tiene sus referentes a nivel de estética, yo soy director de arte y me nutro de infinidad de ideas. Todo, bien agitado, es lo que se plasma tanto en la ropa como en el universo que gravita alrededor de Micuit.
¿En qué os habéis centrado para la colección de este invierno? ¿Qué tipo de prendas, tejidos y estampados podemos encontrar?
El core de Micuit es sin duda la lana, nos sentimos mas fuertes desarrollando nuestras propuestas de invierno que en cualquier otra cápsula que hacemos. Desde hace dos años trabajamos una lana muy especial, una lana precocida y tintada con tintes naturales que producimos de forma artesanal y en edición limitada. Con esa materia prima desarrollamos, abrigos, chaquetas y jerseys basándonos en patrones que hemos trabajado mucho y pensando mucho tanto los detalles como la paleta de color. Prendas de calidad excelente y con un corte sobrio pero con detalles.
Tenéis perfiles profesionales muy distintos, ¿qué aportáis cada uno a la marca? Sabemos que sois primos, ¿es fácil trabajar en familia?
Micuit lo formamos sólo dos personas, imagina lo multidisciplinares que podemos llegar a ser. Todo lo hacemos nosotros, ¡incluso hemos diseñado y construido con nuestras propias manos los muebles que llevamos a eventos offline! (risas). Nos repartimos tareas y nos cubrimos uno al otro. En cuanto a diseño de cada prenda, lo decidimos todo juntos, patrón, tejido, color, detalles, etiquetado, todo. En otras funciones estamos más repartidos. Yo me encargo de sacar adelante las producciones y de la plataforma online, por ejemplo, y Jano es responsable de la imagen, la comunicación y el trato con clientes. Respecto a lo de ser familia, lo bueno es que ambos sabemos de que pie cojeamos, nos conocemos más que bien y eso en una relación de socios es fundamental, además de darle un punto más humano a todo, a que las críticas se hagan desde el cariño y seamos absolutamente francos uno con el otro.
El criterio de Micuit no reproduce los tiempos habituales de otras firmas, siendo coherentes con ese posicionamiento de slow-fashion que permite tener un mayor control sobre el diseño y producción de las prendas. ¿Qué ventajas encontráis en este planteamiento?
Nosotros, por capacidad y por la forma en la que entendemos esto, nos hemos descolgado de la dictadura de las dos grandes colecciones anuales. Realizamos eso que llaman “slow fashion” y reducimos nuestros lanzamientos a pequeñas cápsulas o ejercicios que vamos lanzando según van materializándose. Nos permite hacer las cosas con más detalle, sin más presión que la que nos auto imponemos y siendo coherentes con lo que podemos hacer en este momento. La principal ventaja es poder contar algo nuevo cuando nadie lo cuenta o cuando nadie lo espera.
Micuit, semicocido en francés, hace referencia a la idea de que un producto no se vuelve producto hasta el mismo acto de consumirlo. ¿Cómo es ese perfil de vuestros clientes?
Más que un tema de que el cliente interprete la prenda es mas entender que una prenda de Micuit no está cerrada hasta que no la vistes, hasta que no forma parte de ti, de tu estilo, para acompañarte, y no de puertas hacia fuera, si no hacia dentro. Micuit significa semicocido en francés, ahí se cierra el concepto, nuestra ropa llega a su punto de cocción en cuanto la haces tuya. Nuestros clientes saben lo que quieren, se preocupan por su aspecto pero en su justa medida, les gusta ir bien vestidos con algo diferencial pero por el hecho de sentirse bien hacia dentro, no por el “qué dirán”, tienen la suficiente personalidad como para no preocuparse por lo que opinará el resto del mundo.
Las colecciones de Micuit rehúyen la estandarización y apuestan por un diseño más exclusivo. ¿Os identificáis con vuestras creaciones?
Hacemos ropa de hombre porque nuestro único criterio para hacer lo que hacemos es si nos lo compraríamos nosotros mismos, suena sencillo pero es complicado. Micuit es la marca que a Bruno y a mi nos gustaría encontrar y de la que nos gustaría vestir. Si una prenda no nos la compraríamos no la hacemos, así que imagina hasta que punto nos identificamos con nuestra ropa, al 110%.
¿Además de vender online, tenéis algún punto de venta o showroom? ¿También vendéis fuera de España?
Vendemos online porque nos permite ser una marca global, con un punto de venta 24/7, es muy satisfactorio pensar que ahora mismo ya hay gente vistiendo Micuit en Australia, EEUU, casi todos los países de la Unión Europea e incluso Asia. Somos una marca orgullosa de ser de Madrid pero con una aspiración internacional, creemos que nuestro mensaje es entendible en cualquier lugar del mundo, por eso somos online. Aún así, hacemos acciones de venta offline en mercados y puntos de venta físicos, intentamos tener una estrategia combinada On/Off para obtener visibilidad y para que el cliente menos habituado a la compra online pueda tocar, probarse y conocer de primera mano qué hay detrás. Estas navidades abrimos por ejemplo, un local efímero desde el 1 de diciembre hasta el 5 de enero en el centro de Madrid, en la Calle Santa Bárbara 9.
La producción que realizáis de forma local en pequeños talleres artesanos, eleva la calidad pero también los costes, lo que es un valor añadido para promover nuestro talento. ¿Os compensa?
Empezamos con esto con la convicción de que la moda es una carrera de fondo, a largo plazo. Ahora mismo trabajamos de forma local y con pequeños talleres, nos permite no solo tenerlo todo controlado si no aprender, disfrutar del camino, del paisaje, y creo que esa pequeña escala la acaba valorando nuestro cliente. El saber que tu camisa la llevan sólo 15 personas más, que está hecha en Madrid y que es un patrón trabajado casi a nivel de tayloring es algo que el cliente acaba poniendo en valor. Si hablamos de si nos compensa a nivel monetario, obviamente no, pero estamos sembrando, si un cliente tras dos años con su prenda ve el resultado volverá a ver “qué coño han hecho estos de Micuit este invierno” (risas). Tenemos claro que si un cliente nos prueba y le respondemos con diseño y calidad, no solo volverá, sino que será prescriptor de Micuit.
Ahora que comienzan las campañas navideñas, ¿qué best-seller podemos encontrar en Micuit para regalar a nuestros novios, hermanos, primos…?
Desde luego la Lana, cualquiera de las ocho piezas de esta cápsula de invierno, no sólo triunfarás, sino que el agraciado te recordará no sólo este invierno, sino los diez próximos. Con suerte quizás pueda ser la única prenda de invierno que le compres en muchos años, imagina el ahorro (risas).
El claim de Micuit es Make your own luck, pero para tener suerte hay que equivocarse muchas veces. ¿Cuál es la lección más valiosa que habéis aprendido en este proceso de emprendimiento?
No creemos en la suerte, de ahí el claim. Esto de sacar un proyecto adelante no tiene nada que ver con la suerte, pensar eso sería de flojos. Benjamin Franklin dijo aquello de “Diligence is the mother of good luck” y no podemos estar más de acuerdo. Esto no se mide en términos de suerte. Emprender y llevar a cabo un proyecto es cuestión de visión, esfuerzo, talento, de echar más horas de las que tiene un día, de sacrificio, de palmar pasta, de recuperarse, de volver a intentarlo, de aprender de los errores y de mantener un espíritu de superación constante.
R5yzwzc5xe6yut7zpntu.jpg
Ugc0nr6knwm2wuxnatxn.jpg
Gnsjiaykiboldsl6cffh.jpg
Xuxlhivxyitefymiqvoi.jpg
Zeg7tvf7s2hhnsmfxhru.jpg
Jgwdvao23icrjnq3ndyy.jpg
Ezxsg7dswle40atsfmlx.jpg
Jhzypmfd7twprtyzh9ol.jpg
Hszv0dhjvqpxquyriosy.jpg
A8sgo7ihyv2ftsynbd9g.jpg
L3qijv4sr677v0nrirue.jpg
Bupzgllzkpamxas3jmxm.jpg