La Sala Beckett y su espacio funcionó como un marco. Nosotras no fuimos allí pensando en la estética industrial de su arquitectura, sino en su potencial comunicativo como sala de referencia en Barcelona, y su predisposición o inconsciencia para arriesgarse con propuestas jóvenes.
Cuando supimos que finalmente íbamos a presentar la obra allí, decidimos adaptarnos al máximo a las características que la sala presenta, porque estábamos convencidas de que necesitábamos más que un escenario para nuestra obra, necesitábamos construir una Inteligencia Artificial teatralizada. Para ello, la propia estética del edificio nos permitía no tener que vestir en exceso el espacio y así centrarnos en la construcción de la escena alrededor de sus elementos más significativos: las pantallas. Por lo tanto, respondiendo a la pregunta, es parte de la narrativa de la obra. Una parte que, por cierto, ideó y construyó la maravillosa
Bego Escudero.